CIUDAD DEL VATICANO, 3 MAY 2007 (VIS).-El arzobispo Silvano M. Tomasi, nuncio apostólico y observador permanente de la Santa Sede ante la Oficina de las Naciones Unidas e Instituciones Especializadas en Ginebra, pronunció al pasado 17 de abril un discurso en el marco de la Conferencia Internacional convocada por el Alto Comisionado de la ONU para los Refugiados para responder a las necesidades de los desplazados y de los refugiados iraquíes.
En su discurso, hecho público hoy, el arzobispo Tomasi afirmó que existen actualmente dos millones de iraquíes desplazados internamente, otros dos millones que ya han escapado del país y unos 40-50.000 que abandonan sus hogares cada mes.
"Para restablecer una unidad pluralista en Irak, donde la guerra y la violencia han destruido el tejido social y la unidad del país, es necesario, como el primer paso -dijo-, decisiones políticas sensatas y compromisos humanitarios no discriminatorios ".
El observador permanente en Ginebra señaló que "las mujeres desplazadas, los ancianos y los niños soportan lo más terrible de la tragedia. La experiencia de la violencia cotidiana y lo que es aún más trágico, la matanza de miembros de sus familias ante sus propios ojos, traumatiza a muchos niños, que carecen de la ayuda de personal profesional especializado".
"Los países que acogen a iraquíes desplazados no pueden ser ignorados por la comunidad internacional -continuó- y deben recibir solidaridad concreta y puntual. (...) Sin esta solidaridad, las víctimas que escapan de la violencia corren el peligro de ser sometidas a nuevas formas de explotación y de ser privadas de servicios de salud y educación, vivienda y posibilidades de empleo".
Monseñor Tomasi subrayó que "si la primera necesidad humanitaria es la paz, también es vital una respuesta coordinada que despierte la conciencia ante la inmensa crisis que afrontamos. Esta respuesta debe implicar a los actores de los Estados, de la sociedad civil y de las Naciones Unidas. Para mejorar la situación de las personas desplazadas dentro y fuera del país, esta respuesta debe comprender la participación responsable de todos los iraquíes".
Tras poner de relieve la labor humanitaria y de asistencia en Irak, que "merece el aprecio de la familia humana", el arzobispo Tomasi recordó los "cientos de miles de personas de todas las culturas y creencias, que están recibiendo ayuda diariamente de la red caritativa católica en Irak, Jordania, Siria, Líbano, Turquía y Egipto", así como de las ONGs y otras organizaciones.
El observador permanente concluyó manifestando la convicción de la Santa Sede de que "en esta coyuntura de crisis en Oriente Medio, se requiere un enérgico liderazgo de la comunidad internacional. Seguramente, el mayor desafío es encontrar un camino de reconciliación, para reconstruir la voluntad de diálogo, y esperar de nuevo que la paz venza. Las víctimas de esta horrible violencia necesitan ayuda humanitaria generosa, oportuna y coordinada, y de este modo dará inicio el proceso indispensable para mejorar su trágica situación".
DELSS/IRAK/GINEBRA:TOMASI VIS 20070503 (480)
En su discurso, hecho público hoy, el arzobispo Tomasi afirmó que existen actualmente dos millones de iraquíes desplazados internamente, otros dos millones que ya han escapado del país y unos 40-50.000 que abandonan sus hogares cada mes.
"Para restablecer una unidad pluralista en Irak, donde la guerra y la violencia han destruido el tejido social y la unidad del país, es necesario, como el primer paso -dijo-, decisiones políticas sensatas y compromisos humanitarios no discriminatorios ".
El observador permanente en Ginebra señaló que "las mujeres desplazadas, los ancianos y los niños soportan lo más terrible de la tragedia. La experiencia de la violencia cotidiana y lo que es aún más trágico, la matanza de miembros de sus familias ante sus propios ojos, traumatiza a muchos niños, que carecen de la ayuda de personal profesional especializado".
"Los países que acogen a iraquíes desplazados no pueden ser ignorados por la comunidad internacional -continuó- y deben recibir solidaridad concreta y puntual. (...) Sin esta solidaridad, las víctimas que escapan de la violencia corren el peligro de ser sometidas a nuevas formas de explotación y de ser privadas de servicios de salud y educación, vivienda y posibilidades de empleo".
Monseñor Tomasi subrayó que "si la primera necesidad humanitaria es la paz, también es vital una respuesta coordinada que despierte la conciencia ante la inmensa crisis que afrontamos. Esta respuesta debe implicar a los actores de los Estados, de la sociedad civil y de las Naciones Unidas. Para mejorar la situación de las personas desplazadas dentro y fuera del país, esta respuesta debe comprender la participación responsable de todos los iraquíes".
Tras poner de relieve la labor humanitaria y de asistencia en Irak, que "merece el aprecio de la familia humana", el arzobispo Tomasi recordó los "cientos de miles de personas de todas las culturas y creencias, que están recibiendo ayuda diariamente de la red caritativa católica en Irak, Jordania, Siria, Líbano, Turquía y Egipto", así como de las ONGs y otras organizaciones.
El observador permanente concluyó manifestando la convicción de la Santa Sede de que "en esta coyuntura de crisis en Oriente Medio, se requiere un enérgico liderazgo de la comunidad internacional. Seguramente, el mayor desafío es encontrar un camino de reconciliación, para reconstruir la voluntad de diálogo, y esperar de nuevo que la paz venza. Las víctimas de esta horrible violencia necesitan ayuda humanitaria generosa, oportuna y coordinada, y de este modo dará inicio el proceso indispensable para mejorar su trágica situación".
DELSS/IRAK/GINEBRA:TOMASI VIS 20070503 (480)
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