CIUDAD DEL VATICANO, 11 MAY 2007 (VIS).-A las 9,30 de hoy (14,30 de Roma), el Papa presidió en el "Campo de Marte" de Sao Paulo, en presencia de más de un millón de personas, la Santa Misa en la que canonizó al beato Frei Antonio de Santa Ana Galvao (1739-1822). El sacerdote franciscano fundó el Recolhimento (Retiro) de Nuestra Señora de la Concepción de la Divina Providencia, hoy Monasterio de la Inmaculada Concepción de la Luz.
Al inicio de la homilía, el Santo Padre saludó de modo especial a las monjas Concepcionistas, que "irradian -dijo- la espiritualidad y el carisma del primer brasileño elevado a la gloria de los altares".
"El carisma franciscano, vivido evangélicamente -dijo- dio frutos significativos a través de su testimonio de ardiente adorador de la Eucaristía, de prudente y sabio guía de las almas que lo buscaban y de gran devoto de la Inmaculada Concepción de María, de la que se consideraba "hijo y esclavo perpetuo"".
Tras poner de relieve que en la Eucaristía "se contiene todo el bien espiritual de la Iglesia", Benedicto XVI señaló que los cristianos "deben poder conocer la fe de la Iglesia, a través de sus ministros ordenados, por la ejemplaridad con que cumplen los ritos prescritos, que indican siempre en la liturgia eucarística el centro de toda la obra de evangelización. Por su parte, los fieles deben tratar de recibir y venerar el Santísimo Sacramento con piedad y devoción, deseando acoger al Señor Jesús con fe, sabiendo recurrir cada vez que sea necesario al Sacramento de la reconciliación para purificar el alma de todos los pecados graves".
El Papa señaló que Frei Galvao era "consejero de fama, pacificador de las almas y de las familias, dispensador de la caridad, especialmente con los pobres y los enfermos; (...) la conversión de los pecadores era la gran pasión del santo".
"Unidos en la comunión suprema con el Señor en la Eucaristía y reconciliados con El y con nuestro prójimo, seremos portadores de aquella paz que el mundo no puede dar. ¿Podrán los hombres y mujeres de este mundo -preguntó- encontrar la paz, si no son conscientes de la necesidad de reconciliarse con Dios, con el prójimo y con sí mismos?".
El Santo Padre resaltó la "fama de la inmensa caridad" del santo franciscano, que "no conocía límites". En este contexto, afirmó que "las iniciativas de pastoral social, si se orientan hacia el bien de los pobres y de los enfermos, llevan en sí mismas este sello divino", el del amor de Dios por nosotros, que murió en la Cruz para salvarnos.
"Frei Galvao asumió con voz profética -continuó- la verdad de la Inmaculada Concepción. (....) La Virgen Purísima (...) quiere ser el sello definitivo de nuestro encuentro con Dios nuestro Salvador. No existe fruto de la gracia en la historia de la salvación que no tenga como instrumento necesario la mediación de Nuestra Señora. De hecho, este santo nuestro se entregó de modo irrevocable a la Madre de Jesús desde su juventud, deseando pertenecerle para siempre y escogiendo a la Virgen María como Madre y Protectora de sus hijas espirituales".
Benedicto XVI subrayó que "el mundo tiene necesidad de vidas límpidas, de almas claras, de inteligencias sencillas, que rechacen ser consideradas criaturas objeto de placer. Es necesario decir que no a aquellos medios de comunicación social que ridiculizan la santidad del matrimonio y la virginidad antes del matrimonio. (...) La devoción mariana es garantía segura de protección materna y de tutela en la hora de la tentación".
Al final de la homilía, el Papa invitó a los fieles a dar gracias a Dios por el don de la santidad, "que junto con la fe es la mayor gracia que se puede conceder a una criatura: el firme deseo de alcanzar la plenitud de la caridad, con la convicción de que la santidad no solo es posible sino también necesaria a cada uno en su propio estado de vida, para revelar al mundo el verdadero rostro de Cristo, nuestro amigo".
Terminada la misa, el Santo Padre se trasladó al Monasterio de Sao Bento, donde almorzó. Antes de dirigirse por la tarde a la Catedral da Sé para reunirse con los obispos brasileños, se despidió de los monjes.
PV-BRASIL/CANONIZACION/SAO PAULO VIS 20070512 (700)
Al inicio de la homilía, el Santo Padre saludó de modo especial a las monjas Concepcionistas, que "irradian -dijo- la espiritualidad y el carisma del primer brasileño elevado a la gloria de los altares".
"El carisma franciscano, vivido evangélicamente -dijo- dio frutos significativos a través de su testimonio de ardiente adorador de la Eucaristía, de prudente y sabio guía de las almas que lo buscaban y de gran devoto de la Inmaculada Concepción de María, de la que se consideraba "hijo y esclavo perpetuo"".
Tras poner de relieve que en la Eucaristía "se contiene todo el bien espiritual de la Iglesia", Benedicto XVI señaló que los cristianos "deben poder conocer la fe de la Iglesia, a través de sus ministros ordenados, por la ejemplaridad con que cumplen los ritos prescritos, que indican siempre en la liturgia eucarística el centro de toda la obra de evangelización. Por su parte, los fieles deben tratar de recibir y venerar el Santísimo Sacramento con piedad y devoción, deseando acoger al Señor Jesús con fe, sabiendo recurrir cada vez que sea necesario al Sacramento de la reconciliación para purificar el alma de todos los pecados graves".
El Papa señaló que Frei Galvao era "consejero de fama, pacificador de las almas y de las familias, dispensador de la caridad, especialmente con los pobres y los enfermos; (...) la conversión de los pecadores era la gran pasión del santo".
"Unidos en la comunión suprema con el Señor en la Eucaristía y reconciliados con El y con nuestro prójimo, seremos portadores de aquella paz que el mundo no puede dar. ¿Podrán los hombres y mujeres de este mundo -preguntó- encontrar la paz, si no son conscientes de la necesidad de reconciliarse con Dios, con el prójimo y con sí mismos?".
El Santo Padre resaltó la "fama de la inmensa caridad" del santo franciscano, que "no conocía límites". En este contexto, afirmó que "las iniciativas de pastoral social, si se orientan hacia el bien de los pobres y de los enfermos, llevan en sí mismas este sello divino", el del amor de Dios por nosotros, que murió en la Cruz para salvarnos.
"Frei Galvao asumió con voz profética -continuó- la verdad de la Inmaculada Concepción. (....) La Virgen Purísima (...) quiere ser el sello definitivo de nuestro encuentro con Dios nuestro Salvador. No existe fruto de la gracia en la historia de la salvación que no tenga como instrumento necesario la mediación de Nuestra Señora. De hecho, este santo nuestro se entregó de modo irrevocable a la Madre de Jesús desde su juventud, deseando pertenecerle para siempre y escogiendo a la Virgen María como Madre y Protectora de sus hijas espirituales".
Benedicto XVI subrayó que "el mundo tiene necesidad de vidas límpidas, de almas claras, de inteligencias sencillas, que rechacen ser consideradas criaturas objeto de placer. Es necesario decir que no a aquellos medios de comunicación social que ridiculizan la santidad del matrimonio y la virginidad antes del matrimonio. (...) La devoción mariana es garantía segura de protección materna y de tutela en la hora de la tentación".
Al final de la homilía, el Papa invitó a los fieles a dar gracias a Dios por el don de la santidad, "que junto con la fe es la mayor gracia que se puede conceder a una criatura: el firme deseo de alcanzar la plenitud de la caridad, con la convicción de que la santidad no solo es posible sino también necesaria a cada uno en su propio estado de vida, para revelar al mundo el verdadero rostro de Cristo, nuestro amigo".
Terminada la misa, el Santo Padre se trasladó al Monasterio de Sao Bento, donde almorzó. Antes de dirigirse por la tarde a la Catedral da Sé para reunirse con los obispos brasileños, se despidió de los monjes.
PV-BRASIL/CANONIZACION/SAO PAULO VIS 20070512 (700)
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