CIUDAD DEL VATICANO, 23 MAY 2007 (VIS).-La reciente visita apostólica a Brasil fue el argumento tratado por Benedicto XVI en la audiencia general de este miércoles, celebrada en la Plaza de San Pedro y a la que asistieron más de 25.000 personas.
"Mi viaje -dijo el Papa- ha tenido ante todo el valor de un acto de alabanza a Dios por las "maravillas" obradas en los pueblos de América Latina, por la fe que ha animado su vida y su cultura durante más de quinientos años".
El Santo Padre recordó que "la relación entre fe y cultura" había sido siempre muy importante para sus predecesores, Pablo VI y Juan Pablo II, y afirmó que había querido seguir su ejemplo "confirmando a la Iglesia que está en América Latina y el Caribe en el camino de una fe que se ha hecho y se hace historia vivida, piedad popular, arte, en diálogo con las ricas tradiciones precolombinas además de con las múltiples influencias europeas y de otros continentes".
"Ciertamente el recuerdo de un pasado glorioso no puede ignorar las sombras que acompañaron la obra de evangelización del continente latinoamericano, (...) los sufrimientos y las injusticias que infligieron los colonizadores a la población indígena, pisoteadas a menudo en sus derechos fundamentales. Pero el deber de mencionar aquellos crímenes injustificables, condenados ya entonces por misioneros como Bartolomé de las Casas y teólogos como Francisco de Vitoria, (...) no debe impedir reconocer con gratitud la maravillosa obra que ha llevado a cabo la gracia divina entre esas poblaciones a lo largo de estos siglos".
"El Evangelio -subrayó el Papa- se ha transformado así en el continente en el elemento clave de una síntesis dinámica que, con matices diversos según las naciones, expresa de todas formas la identidad de los pueblos latinoamericanos".
Retomando el hilo de su viaje a Brasil, Benedicto XVI observó que era "un gran país que custodia valores cristianos profundamente enraizados, pero vive también enormes problemas sociales y económicos" y "para contribuir a su solución la Iglesia debe movilizar todas las fuerzas espirituales y morales de su comunidad, buscando convergencias oportunas con las energías sanas del país".
"Brasil es también una nación que puede proponer al mundo un nuevo modelo de desarrollo: la cultura cristiana, efectivamente, puede inspirar la "reconciliación" entre los seres humanos y la creación, a partir de la recuperación de la dignidad personal en la relación con Dios Padre", dijo el Santo Padre, citando como ejemplo la "Fazenda da Esperança", la comunidad para la recuperación de los tóxico-dependientes que cuenta en su interior con un monasterio de Clarisas. Una presencia "emblemática para el mundo de hoy -observó el Papa-, que necesita una "recuperación" ciertamente psicológica y social, pero sobre todo profundamente espiritual".
Otro momento importante de la visita a Brasil fue la canonización de Fray Antonio de Santa Ana Galvao, "hombre de paz y caridad (...) cuyo testimonio confirma ulteriormente que la santidad es la verdadera revolución que puede promover la reforma auténtica de la Iglesia y de la sociedad"
Refiriéndose a su encuentro en la catedral de Sao Paulo con los prelados de Brasil, "la conferencia episcopal más numerosa del mundo", Benedicto XVI recordó que les alentó a "proseguir y reforzar el compromiso de la nueva evangelización, exhortándoles a difundir, de forma capilar y metódica, la Palabra de Dios para que la religiosidad innata y extendida de la población se haga más profunda y se transforme en fe madura y en adhesión personal y comunitaria al Dios de Jesucristo".
"Conozco la dedicación de estos fieles servidores del Evangelio, que lo quieren presentar sin reducción ni confusión, custodiando el depósito de la fe con discernimiento y también su preocupación constante por promover el desarrollo social, principalmente mediante la formación de laicos, llamados a asumir responsabilidades en el campo de la política y la economía".
Después el Papa habló de su encuentro con los jóvenes, a quienes alentó a "hacer fructífera la gran riqueza de la juventud, para ser el rostro joven de la Iglesia".
Por último, rememoró el momento culminante de su visita, la inauguración de la V Conferencia General del Episcopado Latinoamericano y del Caribe en el santuario de Nuestra Señora Aparecida, dedicada al tema "Discípulos y misioneros de Jesucristo, para que nuestros pueblos en Él tengan vida. -Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida".
"La palabra discípulos -dijo- recuerda la dimensión de la formación y el seguimiento; el término misionero expresa el fruto del discipulado, es decir el testimonio y la comunicación de la experiencia vivida, de la verdad conocida y asimilada. (...) Renovar con alegría la voluntad de ser discípulos de Jesús (...) es la condición fundamental para ser misioneros "recomenzando desde Cristo", según el lema del Papa Juan Pablo II a toda la Iglesia tras el Jubileo del 2000".
"Con mi viaje apostólico-concluyó el Santo Padre- he querido exhortar a proseguir por este camino, ofreciendo como perspectiva de unificación la de la encíclica "Deus caritas est", una perspectiva inseparablemente teológica y social que se resume en esta expresión: "es el amor quien da la vida".
Antes de la audiencia, el Papa bendijo en el ábside exterior de la basílica de San Pedro, la estatua de San José Manyanet (1833-1901), el sacerdote español que promovió la construcción del templo de la Sagrada Familia de Barcelona y fundó los "Hijos de la Sagrada Familia y las Misioneras Hijas de la Sagrada Familia de Nazaret" para fomentar la educación cristiana de niños y jóvenes.
AG/BRASIL/... VIS 20070523 (890)
"Mi viaje -dijo el Papa- ha tenido ante todo el valor de un acto de alabanza a Dios por las "maravillas" obradas en los pueblos de América Latina, por la fe que ha animado su vida y su cultura durante más de quinientos años".
El Santo Padre recordó que "la relación entre fe y cultura" había sido siempre muy importante para sus predecesores, Pablo VI y Juan Pablo II, y afirmó que había querido seguir su ejemplo "confirmando a la Iglesia que está en América Latina y el Caribe en el camino de una fe que se ha hecho y se hace historia vivida, piedad popular, arte, en diálogo con las ricas tradiciones precolombinas además de con las múltiples influencias europeas y de otros continentes".
"Ciertamente el recuerdo de un pasado glorioso no puede ignorar las sombras que acompañaron la obra de evangelización del continente latinoamericano, (...) los sufrimientos y las injusticias que infligieron los colonizadores a la población indígena, pisoteadas a menudo en sus derechos fundamentales. Pero el deber de mencionar aquellos crímenes injustificables, condenados ya entonces por misioneros como Bartolomé de las Casas y teólogos como Francisco de Vitoria, (...) no debe impedir reconocer con gratitud la maravillosa obra que ha llevado a cabo la gracia divina entre esas poblaciones a lo largo de estos siglos".
"El Evangelio -subrayó el Papa- se ha transformado así en el continente en el elemento clave de una síntesis dinámica que, con matices diversos según las naciones, expresa de todas formas la identidad de los pueblos latinoamericanos".
Retomando el hilo de su viaje a Brasil, Benedicto XVI observó que era "un gran país que custodia valores cristianos profundamente enraizados, pero vive también enormes problemas sociales y económicos" y "para contribuir a su solución la Iglesia debe movilizar todas las fuerzas espirituales y morales de su comunidad, buscando convergencias oportunas con las energías sanas del país".
"Brasil es también una nación que puede proponer al mundo un nuevo modelo de desarrollo: la cultura cristiana, efectivamente, puede inspirar la "reconciliación" entre los seres humanos y la creación, a partir de la recuperación de la dignidad personal en la relación con Dios Padre", dijo el Santo Padre, citando como ejemplo la "Fazenda da Esperança", la comunidad para la recuperación de los tóxico-dependientes que cuenta en su interior con un monasterio de Clarisas. Una presencia "emblemática para el mundo de hoy -observó el Papa-, que necesita una "recuperación" ciertamente psicológica y social, pero sobre todo profundamente espiritual".
Otro momento importante de la visita a Brasil fue la canonización de Fray Antonio de Santa Ana Galvao, "hombre de paz y caridad (...) cuyo testimonio confirma ulteriormente que la santidad es la verdadera revolución que puede promover la reforma auténtica de la Iglesia y de la sociedad"
Refiriéndose a su encuentro en la catedral de Sao Paulo con los prelados de Brasil, "la conferencia episcopal más numerosa del mundo", Benedicto XVI recordó que les alentó a "proseguir y reforzar el compromiso de la nueva evangelización, exhortándoles a difundir, de forma capilar y metódica, la Palabra de Dios para que la religiosidad innata y extendida de la población se haga más profunda y se transforme en fe madura y en adhesión personal y comunitaria al Dios de Jesucristo".
"Conozco la dedicación de estos fieles servidores del Evangelio, que lo quieren presentar sin reducción ni confusión, custodiando el depósito de la fe con discernimiento y también su preocupación constante por promover el desarrollo social, principalmente mediante la formación de laicos, llamados a asumir responsabilidades en el campo de la política y la economía".
Después el Papa habló de su encuentro con los jóvenes, a quienes alentó a "hacer fructífera la gran riqueza de la juventud, para ser el rostro joven de la Iglesia".
Por último, rememoró el momento culminante de su visita, la inauguración de la V Conferencia General del Episcopado Latinoamericano y del Caribe en el santuario de Nuestra Señora Aparecida, dedicada al tema "Discípulos y misioneros de Jesucristo, para que nuestros pueblos en Él tengan vida. -Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida".
"La palabra discípulos -dijo- recuerda la dimensión de la formación y el seguimiento; el término misionero expresa el fruto del discipulado, es decir el testimonio y la comunicación de la experiencia vivida, de la verdad conocida y asimilada. (...) Renovar con alegría la voluntad de ser discípulos de Jesús (...) es la condición fundamental para ser misioneros "recomenzando desde Cristo", según el lema del Papa Juan Pablo II a toda la Iglesia tras el Jubileo del 2000".
"Con mi viaje apostólico-concluyó el Santo Padre- he querido exhortar a proseguir por este camino, ofreciendo como perspectiva de unificación la de la encíclica "Deus caritas est", una perspectiva inseparablemente teológica y social que se resume en esta expresión: "es el amor quien da la vida".
Antes de la audiencia, el Papa bendijo en el ábside exterior de la basílica de San Pedro, la estatua de San José Manyanet (1833-1901), el sacerdote español que promovió la construcción del templo de la Sagrada Familia de Barcelona y fundó los "Hijos de la Sagrada Familia y las Misioneras Hijas de la Sagrada Familia de Nazaret" para fomentar la educación cristiana de niños y jóvenes.
AG/BRASIL/... VIS 20070523 (890)
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