CIUDAD DEL VATICANO, 13 FEB 2007 (VIS).-Al final de la mañana de ayer, el Santo Padre recibió en audiencia a los participantes en el Congreso Internacional sobre el Derecho Natural promovido por la Pontificia Universidad Lateranense.
En el discurso, hecho público esta mañana, el Papa comienza constatando "las grandes ventajas" del progreso tecnológico, pero también "las amenazas de una destrucción de la naturaleza". Además, dice, "se da otro peligro, menos visible, pero no menos inquietante: el método que nos permite conocer cada vez con más profundidad las estructuras racionales de la materia, nos hace siempre menos capaces de ver la fuente de esta racionalidad, la Razón creadora".
Por eso, continúa el Santo Padre, "es urgente reflexionar sobre el tema de la ley natural y encontrar su verdad común a todos los seres humanos. (...) Esta ley tiene como principio primero y general el de "hacer el bien y evitar el mal". De esa verdad, "se derivan los otros principios más particulares, que regulan el juicio ético sobre los derechos y los deberes de cada uno".
"Este es -subraya- el principio del respeto por la vida humana, desde su concepción hasta su ocaso natural, sin ser este bien de la vida propiedad del hombre, sino don gratuito de Dios". Otro principio fundamental, añadió, es "el deber de buscar la verdad, presupuesto necesario de toda madurez auténtica de la persona". A ellos se une la libertad humana; "al ser compartida con los demás, la armonía de las libertades solo se encuentra en lo que es común a todos: la verdad del ser humano, el mensaje fundamental del ser mismo, la ley natural".
Benedicto XVI señala que en la exigencia de justicia y de solidaridad se expresan "normas inderogables que no dependen de la voluntad del legislador y ni siquiera del consenso que los estados pueden prestarles. Son normas que preceden a toda ley humana: como tales, nadie las puede derogar".
"La ley natural -afirma- es el manantial del que brotan, junto a los derechos fundamentales, los imperativos éticos que se deben cumplir. En la actual ética y filosofía del Derecho están ampliamente difundidos los postulados del positivismo jurídico. La consecuencia es que la legislación se transforma a menudo sólo en un compromiso entre intereses diversos: se intenta transformar en derechos intereses privados o deseos que contrastan con los deberes que se derivan de la responsabilidad social".
"En esta situación es oportuno recordar que todo ordenamiento jurídico, tanto en el ámbito interno como en el internacional, se funda en último término en la legitimidad de su radicación en la ley natural, en el mensaje ético grabado en el ser humano. (...) El conocimiento de esta ley (...) aumenta con el progreso de la conciencia moral. La primera preocupación de todos y, especialmente de aquellos que tienen responsabilidades públicas es promover la maduración de la conciencia moral".
"Todo lo dicho hasta ahora tiene aplicaciones muy concretas si se hace referencia a la familia -explica el Papa-, es decir a "esa íntima comunidad de vida y de amor conyugal, fundada por el Creador y estructurada con leyes propias". (...) Ninguna ley hecha por los seres humanos puede por lo tanto subvertir la norma escrita por el Creador sin que la sociedad sufra una herida dramática en aquello que constituye su fundamento básico".
"Siento el deber de afirmar una vez más que no todo lo que es científicamente factible es éticamente lícito -agrega el Santo Padre-. La técnica, cuando reduce al ser humano a objeto de experimentación, termina por abandonar al sujeto débil al arbitrio del más fuerte. Confiar ciegamente en la técnica como la única garante del progreso, sin ofrecer al mismo tiempo un código ético (...) equivaldría a hacer violencia a la naturaleza humana con consecuencias devastadoras para todos".
"Los científicos también deben contribuir a ayudarnos a comprender profundamente nuestra responsabilidad hacia el ser humano y hacia la naturaleza que se le ha confiado. Sobre esta base es posible desarrollar un diálogo fecundo entre creyentes y no creyentes, teólogos, filósofos, juristas y científicos, que pueden ofrecer al legislador un material precioso para la vida personal y social".
El Papa termina su discurso auspiciando que las jornadas de estudio desemboquen "no solo en una mayor sensibilidad de los expertos con respecto a la ley moral natural, sino que contribuyan a crear las condiciones para que sobre esta temática se llegue a una conciencia cada vez más plena del valor inalienable de la "lex naturalis" para el progreso real y coherente de la vida personal y del orden social".
AC/DERECHO NATURAL/... VIS 20070213 (760)
En el discurso, hecho público esta mañana, el Papa comienza constatando "las grandes ventajas" del progreso tecnológico, pero también "las amenazas de una destrucción de la naturaleza". Además, dice, "se da otro peligro, menos visible, pero no menos inquietante: el método que nos permite conocer cada vez con más profundidad las estructuras racionales de la materia, nos hace siempre menos capaces de ver la fuente de esta racionalidad, la Razón creadora".
Por eso, continúa el Santo Padre, "es urgente reflexionar sobre el tema de la ley natural y encontrar su verdad común a todos los seres humanos. (...) Esta ley tiene como principio primero y general el de "hacer el bien y evitar el mal". De esa verdad, "se derivan los otros principios más particulares, que regulan el juicio ético sobre los derechos y los deberes de cada uno".
"Este es -subraya- el principio del respeto por la vida humana, desde su concepción hasta su ocaso natural, sin ser este bien de la vida propiedad del hombre, sino don gratuito de Dios". Otro principio fundamental, añadió, es "el deber de buscar la verdad, presupuesto necesario de toda madurez auténtica de la persona". A ellos se une la libertad humana; "al ser compartida con los demás, la armonía de las libertades solo se encuentra en lo que es común a todos: la verdad del ser humano, el mensaje fundamental del ser mismo, la ley natural".
Benedicto XVI señala que en la exigencia de justicia y de solidaridad se expresan "normas inderogables que no dependen de la voluntad del legislador y ni siquiera del consenso que los estados pueden prestarles. Son normas que preceden a toda ley humana: como tales, nadie las puede derogar".
"La ley natural -afirma- es el manantial del que brotan, junto a los derechos fundamentales, los imperativos éticos que se deben cumplir. En la actual ética y filosofía del Derecho están ampliamente difundidos los postulados del positivismo jurídico. La consecuencia es que la legislación se transforma a menudo sólo en un compromiso entre intereses diversos: se intenta transformar en derechos intereses privados o deseos que contrastan con los deberes que se derivan de la responsabilidad social".
"En esta situación es oportuno recordar que todo ordenamiento jurídico, tanto en el ámbito interno como en el internacional, se funda en último término en la legitimidad de su radicación en la ley natural, en el mensaje ético grabado en el ser humano. (...) El conocimiento de esta ley (...) aumenta con el progreso de la conciencia moral. La primera preocupación de todos y, especialmente de aquellos que tienen responsabilidades públicas es promover la maduración de la conciencia moral".
"Todo lo dicho hasta ahora tiene aplicaciones muy concretas si se hace referencia a la familia -explica el Papa-, es decir a "esa íntima comunidad de vida y de amor conyugal, fundada por el Creador y estructurada con leyes propias". (...) Ninguna ley hecha por los seres humanos puede por lo tanto subvertir la norma escrita por el Creador sin que la sociedad sufra una herida dramática en aquello que constituye su fundamento básico".
"Siento el deber de afirmar una vez más que no todo lo que es científicamente factible es éticamente lícito -agrega el Santo Padre-. La técnica, cuando reduce al ser humano a objeto de experimentación, termina por abandonar al sujeto débil al arbitrio del más fuerte. Confiar ciegamente en la técnica como la única garante del progreso, sin ofrecer al mismo tiempo un código ético (...) equivaldría a hacer violencia a la naturaleza humana con consecuencias devastadoras para todos".
"Los científicos también deben contribuir a ayudarnos a comprender profundamente nuestra responsabilidad hacia el ser humano y hacia la naturaleza que se le ha confiado. Sobre esta base es posible desarrollar un diálogo fecundo entre creyentes y no creyentes, teólogos, filósofos, juristas y científicos, que pueden ofrecer al legislador un material precioso para la vida personal y social".
El Papa termina su discurso auspiciando que las jornadas de estudio desemboquen "no solo en una mayor sensibilidad de los expertos con respecto a la ley moral natural, sino que contribuyan a crear las condiciones para que sobre esta temática se llegue a una conciencia cada vez más plena del valor inalienable de la "lex naturalis" para el progreso real y coherente de la vida personal y del orden social".
AC/DERECHO NATURAL/... VIS 20070213 (760)
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