CIUDAD DEL VATICANO, 22 NOV 2006 (VIS).-La realidad de la Iglesia en la vida y el pensamiento San Pablo, fue la última de las reflexiones dedicadas por Benedicto XVI al apóstol en la catequesis de la audiencia general de los miércoles, celebrada en la Plaza de San Pedro.
El Papa recordó que para San Pablo "el primer contacto con la persona de Jesús tuvo lugar a través del testimonio de la comunidad cristiana de Jerusalén" y "esto nos lleva a un primera e importante observación: a Jesús se llega normalmente, para acogerlo o rechazarlo, con la mediación de la comunidad creyente".
"De alguna manera esto fue lo que le pasó a Pablo", pero en su caso "la adhesión a la Iglesia fue propiciada por una intervención directa de Cristo que, revelándose en el camino de Damasco, se identificó con la Iglesia y le hizo entender que perseguir a la Iglesia era perseguirlo. (...) De ahí se comprende porqué la Iglesia haya estado después tan presente en los pensamientos, el corazón y la actividad de Pablo".
"En primer lugar, lo fue en cuanto literalmente fundó diversas Iglesias en las numerosas ciudades a las que viajó como evangelizador", mientras "en sus epístolas nos explica también su doctrina sobre la Iglesia en cuanto tal. Es bien conocida su original definición de la Iglesia como "cuerpo de Cristo", que no encontramos en otros autores cristianos".
"La raíz más profunda de esta designación sorprendente -explicó el Santo Padre- la encontramos en el sacramento del cuerpo de Cristo, (...) en la Eucaristía, Cristo nos da su Cuerpo y nos hace Cuerpo suyo. (...) Con todo ello Pablo nos hace comprender que existe no solamente una pertenencia de la Iglesia a Cristo, sino también una forma de equiparación y de identificación de la Iglesia con Cristo. De aquí deriva la grandeza y la nobleza de la Iglesia, es decir (...) del ser miembros de Cristo, casi una extensión de su presencia personal en el mundo".
"De aquí derivan también las exhortaciones de San Pablo respecto a los diversos carismas que animan y estructuran la comunidad cristiana", afirmó el Santo Padre, subrayando la importancia de que "todos los carismas cooperen en la edificación de la comunidad y no se conviertan en motivo de separación".
"Obviamente, subrayar la exigencia de unidad no significa sostener que la vida eclesial se deba uniformar u homologar a un único modo de actuar, (...) pero si hay un criterio importante para Pablo es el de la edificación mutua. (...) E incluso hay una carta en la que Pablo presenta a la Iglesia como esposa de Cristo, (...) tanto en el sentido de que "el amor es mutuo" como en el de que "debemos ser fielmente apasionados de El".
"En definitiva -concluyó el Papa-, está en juego una relación de comunión: la vertical entre Jesucristo y nosotros, pero también la horizontal, entre todos los que se distinguen en el mundo por el hecho de "invocar el nombre de nuestro Señor Jesucristo".
AG/SAN PABLO/... VIS 20061122 (500)
El Papa recordó que para San Pablo "el primer contacto con la persona de Jesús tuvo lugar a través del testimonio de la comunidad cristiana de Jerusalén" y "esto nos lleva a un primera e importante observación: a Jesús se llega normalmente, para acogerlo o rechazarlo, con la mediación de la comunidad creyente".
"De alguna manera esto fue lo que le pasó a Pablo", pero en su caso "la adhesión a la Iglesia fue propiciada por una intervención directa de Cristo que, revelándose en el camino de Damasco, se identificó con la Iglesia y le hizo entender que perseguir a la Iglesia era perseguirlo. (...) De ahí se comprende porqué la Iglesia haya estado después tan presente en los pensamientos, el corazón y la actividad de Pablo".
"En primer lugar, lo fue en cuanto literalmente fundó diversas Iglesias en las numerosas ciudades a las que viajó como evangelizador", mientras "en sus epístolas nos explica también su doctrina sobre la Iglesia en cuanto tal. Es bien conocida su original definición de la Iglesia como "cuerpo de Cristo", que no encontramos en otros autores cristianos".
"La raíz más profunda de esta designación sorprendente -explicó el Santo Padre- la encontramos en el sacramento del cuerpo de Cristo, (...) en la Eucaristía, Cristo nos da su Cuerpo y nos hace Cuerpo suyo. (...) Con todo ello Pablo nos hace comprender que existe no solamente una pertenencia de la Iglesia a Cristo, sino también una forma de equiparación y de identificación de la Iglesia con Cristo. De aquí deriva la grandeza y la nobleza de la Iglesia, es decir (...) del ser miembros de Cristo, casi una extensión de su presencia personal en el mundo".
"De aquí derivan también las exhortaciones de San Pablo respecto a los diversos carismas que animan y estructuran la comunidad cristiana", afirmó el Santo Padre, subrayando la importancia de que "todos los carismas cooperen en la edificación de la comunidad y no se conviertan en motivo de separación".
"Obviamente, subrayar la exigencia de unidad no significa sostener que la vida eclesial se deba uniformar u homologar a un único modo de actuar, (...) pero si hay un criterio importante para Pablo es el de la edificación mutua. (...) E incluso hay una carta en la que Pablo presenta a la Iglesia como esposa de Cristo, (...) tanto en el sentido de que "el amor es mutuo" como en el de que "debemos ser fielmente apasionados de El".
"En definitiva -concluyó el Papa-, está en juego una relación de comunión: la vertical entre Jesucristo y nosotros, pero también la horizontal, entre todos los que se distinguen en el mundo por el hecho de "invocar el nombre de nuestro Señor Jesucristo".
AG/SAN PABLO/... VIS 20061122 (500)
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