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miércoles, 29 de noviembre de 2006

LAS RELIGIONES RENUNCIEN A JUSTIFICAR EL USO DE LA VIOLENCIA


CIUDAD DEL VATICANO, 28 NOV 2006 (VIS).-A las 17,30, el Santo Padre se encontró con los representantes del cuerpo diplomático ante Turquía, en la nunciatura apostólica de Ankara.

  Tras poner de relieve que había venido a Turquía "como amigo y como apóstol del diálogo y de la paz", el Papa subrayó que "la verdadera paz tiene necesidad de la justicia para corregir las desigualdades económicas y los desórdenes políticos que son siempre factores de tensiones y amenazas en toda la sociedad".

  No basta con respetar y apoyar "las decisiones de la instituciones internacionales" para prevenir conflictos y "mantener zonas de neutralidad entre los beligerantes", dijo, si no se "llega al verdadero diálogo" para "alcanzar soluciones políticas aceptables y duraderas, respetuosas de las personas y de los pueblos". En este contexto, se refirió al conflicto de Oriente Medio, "que perdura de modo inquietante, pesando sobre toda la vida internacional, con el riesgo de que se extiendan conflictos periféricos y se difundan las acciones terroristas. Reconozco los esfuerzos de numerosos países que se han comprometido actualmente en la reconstrucción de la paz en el Líbano, entre ellos, Turquía".

  "Hago un nuevo llamamiento a la atención de la comunidad internacional para que no eluda sus responsabilidades y haga todos los esfuerzos necesarios para promover, entre todas las partes en causa, el diálogo, que solo permite asegurar el respeto a los demás, aun salvaguardando los intereses legítimos y rechazando el recurso a la violencia".

  Benedicto XVI destacó que "la constitución turca reconoce a cada ciudadano los derechos a la libertad de culto y a la libertad de conciencia" y afirmó que "las autoridades civiles de todos los países democráticos deben garantizar la libertad efectiva de todos los creyentes y permitirles organizar libremente la vida de sus comunidades religiosas. Obviamente, espero que los creyentes, independientemente de la comunidad religiosa a la que pertenezcan, sigan beneficiándose de estos derechos, con la certeza de que la libertad religiosa es una expresión fundamental de la libertad humana y que la presencia activa de las religiones en la sociedad es un factor de progreso y de enriquecimiento para todos. Esto conlleva que las religiones no traten de ejercer directamente un poder político, porque no es su deber, y en particular, que renuncien absolutamente a justificar el recurso a la violencia como expresión legítima de la práctica religiosa".

  "Aprecio la labor de la comunidad católica de este país -continuó-, poco numerosa pero muy comprometida en contribuir al desarrollo del país, especialmente a través de la educación de los jóvenes y la construcción de la paz y la armonía entre todos los ciudadanos".

  Refiriéndose de nuevo a la necesidad del diálogo, el Papa dijo que "debe permitir a las diversas religiones conocerse mejor y respetarse recíprocamente, con el fin de trabajar al servicio de las aspiraciones más nobles del ser humano, en la búsqueda de Dios y de la felicidad".

  El Santo Padre volvió a manifestar su "gran estima por los musulmanes", y les invitó "a seguir comprometiéndose juntos, gracias al respeto recíproco, en la promoción de la dignidad de todos los seres humanos y en el crecimiento de una sociedad en la que la libertad personal y la atención por los demás permitan vivir en paz y serenidad".

  "El reconocimiento del papel positivo de las religiones en la sociedad puede y debe impulsarnos a profundizar cada vez más en el conocimiento del ser humano y a respetar su dignidad, de modo que ocupe el centro de la acción política, económica, cultural y social. Nuestro mundo debe ser consciente de que todas las personas están unidas por una profunda solidaridad y se las debe invitar a afirmar sus diferencias históricas y culturales, no para buscar la confrontación, sino para fomentar el respeto mutuo".

  Benedicto XVI hizo hincapié en que la Iglesia desea "servir la causa del ser humano" y en este sentido dijo: "No cumpliría con esta obligación fundamental si no recordase ante ustedes la necesidad de que la dignidad humana constituya el centro de nuestras preocupaciones. El desarrollo extraordinario de las ciencias y de las técnicas", con sus consecuencias en tantos campos, debe tener "finalidades y puntos de referencia, dado que está en juego el nacimiento del hombre, su educación, su manera de vivir y de trabajo, su vejez y su muerte".

  "Espero -terminó el Papa- que el entendimiento entre las naciones, a las que servís respectivamente, contribuya a un mayor crecimiento real de la humanidad, creada a imagen de Dios. Un objetivo tan noble requiere la cooperación de todos. Por eso, la Iglesia católica quiere reforzar la colaboración con la Iglesia ortodoxa, y deseo vivamente que mi próximo encuentro con el patriarca Bartolomé I en Fanar contribuya especialmente a ello".
PV-TURQUIA/CUERPO DIPLOMATICO/ANKARA        VIS 20061129 (790)


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