CIUDAD DEL VATICANO, 11 SEP 2006 (VIS).-A las 16,30, el Papa se trasladó en papamóvil desde el Convento de Santa Magdalena a la basílica de Santa Ana de Altötting, construida entre 1910 y 1912, donde presidió la celebración de las vísperas con religiosos, sacerdotes y seminaristas. Antes, entró en la Iglesia de San Konrad Birndorfer (1818-1894), fraile capuchino, canonizado por Pío XI en 1934.
En 1989, el entonces cardenal Ratzinger celebró una misa solemne en esta basílica con motivo del inicio de las celebraciones jubilares por el 500 aniversario de las apariciones de María en Altötting.
En la homilía, Benedicto XVI invitó a los presentes a interrogarse sobre "nuestra vocación al servicio de Dios" y tratar de "comprenderla bajo la mirada de Santa Ana, en cuya casa maduró la vocación más grande de la historia de la salvación", la de la Virgen María.
El Papa puso de relieve que "la mies de Dios es mucha y necesita obreros: en el llamado Tercer Mundo -en América Latina, en Africa y en Asia- la gente espera heraldos que lleven el Evangelio de la paz, el mensaje de Dios hecho hombre. Pero también en el llamado Occidente, aquí en Alemania, así como en la inmensa Rusia, es verdad que la mies podría ser mucha. Sin embargo, faltan personas dispuestas a hacerse obreros en la mies de Dios".
Dirigiéndose al Señor, el Santo Padre exclamó: "¡Mira el mundo y manda obreros! Con esta petición, llamamos a la puerta de Dios; pero el Señor llama a nuestro corazón y hace esta misma petición. Señor, ¿me quieres? ¿No es quizá demasiado grande para mí? ¿No soy quizá demasiado pequeño para esto? "No temas", dijo el ángel a María. "No temas, te he llamado por tu nombre", nos dice a cada uno mediante el profeta Isaías".
"Sólo quien está "con El" -continuó- aprende a conocerlo y puede anunciarlo realmente. Quien está con El, no se reserva lo que ha encontrado, sino que debe comunicarlo".
El Papa explicó que para estar con Dios, lo primero y lo más importante para el sacerdote era "la misa cotidiana, celebrada siempre con profunda participación interior".
Otro modo de estar con Dios, continuó, es "la Liturgia de las Horas, en la que rezamos como hombres necesitados de diálogo con Dios, incluyendo también a todos los que no tienen tiempo y la posibilidad de hacerlo".
"Un modo esencial de estar con el Señor es la adoración eucarística. (...) En la hostia consagrada está presente El, el verdadero tesoro, siempre a nuestro alcance. Sólo en la adoración aprendemos a recibirlo de modo justo. (...) ¡Amemos estar con el Señor! En el sagrario podemos hablar con El de todo. ¡Podemos exponerle nuestras peticiones, nuestras preocupaciones, nuestras angustias, nuestras alegrías, nuestra gratitud, nuestras desilusiones, nuestras esperanzas! Allí podemos repetirle nuevamente: "¡Señor, manda obreros a tu mies! ¡Ayúdame a ser un buen trabajador de tu viña!".
Benedicto XVI terminó dirigiéndose a María, que "estuvo con Jesús durante toda su vida y que, por tanto, estaba y sigue estando plenamente a disposición de los seres humanos. Y pensemos en su madre Ana, y con ella en la importancia de las madres y de los padres, de las abuelas y de los abuelos, en la importancia de la familia como ambiente de vida y de oración, donde se aprende a rezar y donde pueden madurar las vocaciones".
Después de la ceremonia, el Santo Padre se trasladó en automóvil a Marktl am Inn, su ciudad natal, donde visitó la Iglesia parroquial de San Oswald. En ella se encuentra la pila bautismal en la que fue bautizado el mismo día de su nacimiento, el 16 de abril de 1927.
A continuación, desde el helipuerto de Marktl am Inn se dirigió a Ratisbona y en el seminario mayor de San Wolfgang cenó y pasó la noche.
PV-ALEMANIA/VISPERAS/ALTOTTING VIS 20060912 (650)
En 1989, el entonces cardenal Ratzinger celebró una misa solemne en esta basílica con motivo del inicio de las celebraciones jubilares por el 500 aniversario de las apariciones de María en Altötting.
En la homilía, Benedicto XVI invitó a los presentes a interrogarse sobre "nuestra vocación al servicio de Dios" y tratar de "comprenderla bajo la mirada de Santa Ana, en cuya casa maduró la vocación más grande de la historia de la salvación", la de la Virgen María.
El Papa puso de relieve que "la mies de Dios es mucha y necesita obreros: en el llamado Tercer Mundo -en América Latina, en Africa y en Asia- la gente espera heraldos que lleven el Evangelio de la paz, el mensaje de Dios hecho hombre. Pero también en el llamado Occidente, aquí en Alemania, así como en la inmensa Rusia, es verdad que la mies podría ser mucha. Sin embargo, faltan personas dispuestas a hacerse obreros en la mies de Dios".
Dirigiéndose al Señor, el Santo Padre exclamó: "¡Mira el mundo y manda obreros! Con esta petición, llamamos a la puerta de Dios; pero el Señor llama a nuestro corazón y hace esta misma petición. Señor, ¿me quieres? ¿No es quizá demasiado grande para mí? ¿No soy quizá demasiado pequeño para esto? "No temas", dijo el ángel a María. "No temas, te he llamado por tu nombre", nos dice a cada uno mediante el profeta Isaías".
"Sólo quien está "con El" -continuó- aprende a conocerlo y puede anunciarlo realmente. Quien está con El, no se reserva lo que ha encontrado, sino que debe comunicarlo".
El Papa explicó que para estar con Dios, lo primero y lo más importante para el sacerdote era "la misa cotidiana, celebrada siempre con profunda participación interior".
Otro modo de estar con Dios, continuó, es "la Liturgia de las Horas, en la que rezamos como hombres necesitados de diálogo con Dios, incluyendo también a todos los que no tienen tiempo y la posibilidad de hacerlo".
"Un modo esencial de estar con el Señor es la adoración eucarística. (...) En la hostia consagrada está presente El, el verdadero tesoro, siempre a nuestro alcance. Sólo en la adoración aprendemos a recibirlo de modo justo. (...) ¡Amemos estar con el Señor! En el sagrario podemos hablar con El de todo. ¡Podemos exponerle nuestras peticiones, nuestras preocupaciones, nuestras angustias, nuestras alegrías, nuestra gratitud, nuestras desilusiones, nuestras esperanzas! Allí podemos repetirle nuevamente: "¡Señor, manda obreros a tu mies! ¡Ayúdame a ser un buen trabajador de tu viña!".
Benedicto XVI terminó dirigiéndose a María, que "estuvo con Jesús durante toda su vida y que, por tanto, estaba y sigue estando plenamente a disposición de los seres humanos. Y pensemos en su madre Ana, y con ella en la importancia de las madres y de los padres, de las abuelas y de los abuelos, en la importancia de la familia como ambiente de vida y de oración, donde se aprende a rezar y donde pueden madurar las vocaciones".
Después de la ceremonia, el Santo Padre se trasladó en automóvil a Marktl am Inn, su ciudad natal, donde visitó la Iglesia parroquial de San Oswald. En ella se encuentra la pila bautismal en la que fue bautizado el mismo día de su nacimiento, el 16 de abril de 1927.
A continuación, desde el helipuerto de Marktl am Inn se dirigió a Ratisbona y en el seminario mayor de San Wolfgang cenó y pasó la noche.
PV-ALEMANIA/VISPERAS/ALTOTTING VIS 20060912 (650)
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