CIUDAD DEL VATICANO, 11 ENE 2006 (VIS).-Benedicto XVI prosiguió en la audiencia general de los miércoles la catequesis sobre los salmos, dedicándola esta vez a la primera parte del Salmo 143, Oración del Rey por la victoria y la paz. La audiencia se celebró en el Aula Pablo VI y contó con la presencia de 8.000 personas.
El Papa observó que teniendo en cuenta la época en que fue compuesto el salmo, "el rey aclamado no tenga ya los rasgos del soberano davídico ya que la realeza judía concluyó con el exilio en Babilonia en el siglo VI a.d.C., sino los de la figura luminosa y gloriosa del Mesías, cuya victoria no es ya un acontecimiento bélico y político, sino una intervención de liberación contra el mal".
El himno comienza con una serie de alabanzas que exaltan la grandeza del Señor, y "sin embargo el orante, a pesar de su dignidad de rey, se siente débil y frágil. Hace entonces una verdadera profesión de humildad, (...) sintiéndose como una "sombra pasajera" (...) sumergida en el flujo del tiempo que corre, marcado por los límites propios de las criaturas".
"Es aquí -recalcó el Papa- donde surge la pregunta: ¿Por qué Dios se preocupa e interesa por una criatura tan pobre y caduca? A este interrogante responde la grandiosa irrupción divina, la teofanía, acompañada por un cortejo de elementos cósmicos y eventos históricos que celebran la trascendencia del Rey supremo del ser, del universo y de la historia".
En su comentario a este salmo, Orígenes, explicó Benedicto XVI, responde así a la pregunta: "Señor, no podrás salvar esta miseria que es el hombre si tú mismo no lo tomas sobre ti. (...) Has descendido, has abajado los cielos y extendido tu mano desde lo alto y te has dignado asumir la carne del hombre y muchos creyeron en ti".
"De esta manera -concluyó el Santo Padre- el salmo, que empieza reconociendo nuestra debilidad (...) llega a un final sorprendente: junto a nosotros está el Emmanuel, que para el cristiano tiene el rostro amoroso de Jesús hecho hombre".
AG/SALMO 143/... VIS 20060111 (360)
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