CIUDAD DEL VATICANO, 23 ENE 2006 (VIS).-Benedicto XVI intervino esta mañana en el congreso organizado por el Pontificio Consejo "Cor Unum", en curso del 23 al 24 de enero en el Aula Nueva del Sínodo y cuyo título, tomado de la primera Carta de San Pablo a los Corintios, es " ...Pero de ellas la más grande es la caridad".
En su discurso el Santo Padre habló ampliamente de su primera encíclica "Deus caritas est" (Dios es amor) que se publicará el próximo miércoles, 25 de enero.
"El viaje cósmico en que Dante en su Divina Comedia quiere llevar al lector -comenzó el Papa- acaba ante la luz perenne que es Dios mismo, ante esa luz que es al mismo tiempo "el amor que mueve al sol y a las otras estrellas".
El Dios que aparece en el círculo central de luz del que habla Dante "tiene un rostro humano y (...) un corazón humano -explicó el Santo Padre-. En esa visión, Dante nos muestra la continuidad entre la fe cristiana en Dios y la búsqueda que lleva a cabo la razón, (...) pero al mismo tiempo aparece una novedad que supera cualquier búsqueda humana. (...) La novedad de un amor que llevó a Dios a asumir un rostro humano, (...) carne y sangre. El "eros" de Dios no es sólo una fuerza cósmica primordial, es el amor que ha creado al ser humano y se inclina hacia el".
"La palabra amor -dijo el Papa- hoy está tan usada que casi se teme pronunciarla. (...) Sin embargo, (...) es una expresión de la realidad primordial (...) de la que debemos reapropiarnos (...) para que pueda iluminar nuestra vida. La conciencia de este hecho me ha llevado a elegir el amor como tema de mi primera encíclica. Quería intentar expresar para nuestro tiempo y existencia algo parecido a lo que Dante recapituló en su visión".
"Se trata efectivamente -prosiguió- de que la fe se convierta en una visión y una comprensión que nos transforma. Mi deseo era resaltar la fe (...) en ese Dios que asumió un rostro y un corazón humanos. (...) En una época en que (...) asistimos al abuso de la religión hasta la apoteosis del odio (...) necesitamos al Dios vivo, que nos amó hasta la muerte. Así, en esta encíclica, los temas Dios, Cristo y Amor están fundidos como guía central de la fe cristiana".
"Una primera lectura podría suscitar la impresión de que se divida en dos partes poco unidas entre sí: una primera teórica, que habla de la esencia del amor, y una segunda que trata de la caridad eclesial, de las organizaciones caritativas. A mí me interesaba la unidad de los dos temas, que solo se entienden bien si se ven como una cosa única. (...) Partiendo de la imagen cristiana de Dios, había que mostrar cómo el ser humano es creado para amar y como éste amor que inicialmente aparece sobre todo como "eros" entre hombre y mujer, después debe transformarse interiormente en "ágape", en don de sí al otro".
"Sobre esta base había que aclarar que la esencia del amor de Dios y del prójimo (...) es el centro de la existencia cristiana, es el fruto de la fe" y "en una segunda parte, evidenciar que el acto personal del "ágape" jamás puede ser solamente individual, sino que debe convertirse en un acto esencial de la Iglesia como comunidad: necesita también de la forma institucional que se expresa en el actuar comunitario de la Iglesia".
"La organización eclesial de la caridad -concluyó el Papa- no es una forma de asistencia social que se añade casualmente a la realidad de la Iglesia; (...) forma parte, en cambio, de su naturaleza, (...) debe hacer visible de algún modo al Dios vivo. (...) El espectáculo del ser humano que sufre nos toca el corazón. Pero el compromiso caritativo va mucho más allá de la simple filantropía. Dios mismo nos empuja a aliviar la miseria. (...) Es a Él mismo a quien llevamos al mundo que sufre" y "cuanto más clara y conscientemente lo llevemos como don, nuestro amor cambiará el mundo más eficazmente".
AC/ENCICLICA:AMOR/COR UNUM VIS 20060123 (700)
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