CIUDAD DEL VATICANO, 25 ENE 2006 (VIS).-Este mediodía, en la Oficina de prensa de la Santa Sede, se presentó la primera Encíclica de Benedicto XVI, titulada "Deus caritas est". Intervinieron en la rueda de prensa el cardenal Renato Raffaele Martino, presidente del Pontificio Consejo "Justicia y Paz", el arzobispo William Joseph Levada, prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe y el arzobispo Paul Josef Cordes, presidente del Pontificio Consejo "Cor Unum".
El cardenal Martino se refirió a la parte de la encíclica en la que el Papa afronta el tema de la relación entre justicia y caridad, e indica unas orientaciones sobre la competencia de la Iglesia y de su doctrina social y sobre la competencia del Estado en la realización de un orden social justo.
Tras poner de relieve que la construcción de un orden social y estatal justo no es un cometido inmediato de la Iglesia, porque se trata de un quehacer político, sin embargo, el Papa señala que "la Iglesia tiene el deber de ofrecer mediante la purificación de la razón y la formación ética, su contribución específica, para que las exigencias de la justicia sean comprensibles y políticamente realizables".
El Santo Padre, continuó el purpurado, "afirma que la Iglesia, a través de su doctrina social, tiene el deber de "despertar las fuerzas espirituales y morales". En este contexto, afirma que los fieles laicos, "como ciudadanos del Estado, están llamados a participar en primera persona en la vida pública". Su misión "es configurar rectamente la vida social, respetando su legítima autonomía y cooperando con los demás ciudadanos según las respectivas competencias y bajo la propia responsabilidad".
"La presencia del laico en el campo social -continuó el cardenal Martino- se concibe aquí en términos de servicio, signo y expresión de la caridad, que se manifiesta en la vida familiar, cultural, laboral, económica y política".
El arzobispo Levada afirmó que la encíclica es un "texto capital sobre "el núcleo de la fe cristiana", entendiendo con ello la imagen cristiana de Dios y la imagen del ser humano que deriva de ella. "Un texto capital" que se opone al uso equivocado del nombre de Dios y a la ambigüedad de la noción de "amor", que es tan evidente en el mundo actual".
"Para explicar la novedad del amor cristiano, el Santo Padre intenta, antes que nada, ilustrar la diferencia y la unidad entre los conceptos" de "eros" y "ágape", que "no se oponen, sino que se armonizan entre ellos para ofrecer una concepción real del amor humano, un amor que corresponde a la totalidad -cuerpo y alma- del ser humano. El "ágape" impide al "eros" abandonarse al instinto, mientras que el "eros" ofrece al "ágape" las relaciones vitales fundamentales de la existencia del ser humano".
El prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe señaló que "en el matrimonio indisoluble entre el hombre y la mujer este amor humano encuentra su forma enraizada en la misma creación".
"El amor del prójimo, enraizado en el amor de Dios -continuó-, es una tarea que corresponde no solo a cada fiel, sino también -y así se pasa a la segunda parte de la encíclica- a la comunidad de los creyentes, es decir, a la Iglesia. Del desarrollo histórico del aspecto eclesial del amor desde los orígenes de la Iglesia, se pueden apurar dos datos: El servicio de la caridad pertenece a la esencia de la Iglesia, y en segundo lugar, a nadie le debe faltar lo necesario en la Iglesia y fuera de ella".
"El Papa -añadió el arzobispo Levada-, comenta algunos aspectos del servicio de caridad -diakonia- de la Iglesia en los tiempos modernos: Responde a la objeción de que la caridad con los pobres es un obstáculo a la justa distribución de los bienes del mundo a todos los seres humanos".
Por otro lado, el Santo Padre "elogia las nuevas formas de colaboración fructífera entre las instancias estatales y las eclesiales, haciendo referencia al fenómeno del voluntariado".
Resumiendo la encíclica, el arzobispo Levada afirmó que "nos ofrece una visión del amor por el prójimo y del deber eclesial de obrar la caridad como realización del mandamiento del amor, que hunde sus raíces en la esencia misma de Dios, que es Amor". El documento, terminó, "invita a la Iglesia a un compromiso renovado en el servicio de la caridad (diakonia), como parte esencial de su existencia y misión".
Por su parte, el arzobispo Paul Josef Cordes, presidente del Pontificio Consejo "Cor Unum", recalcó que "el texto de hoy es la primera encíclica en absoluto sobre la caridad" y que quizá la presentación de la encíclica por parte de ese dicasterio obedecía al hecho de que "Cor Unum" "abarca la ejecución de las iniciativas personales del Papa como signo de su compasión en determinadas situaciones de miseria".
"La caridad de la Iglesia está hecha de intervenciones concretas", dijo el arzobispo, y "comprende iniciativas políticas, como la condonación de la deuda para los países más pobres. Queremos promover la conciencia de la justicia en la sociedad", pero "el Papa Benedicto XVI ha querido iluminar en cambio el compromiso caritativo con un fundamento teológico. (...) Está convencido de que la fe tiene consecuencias sobre la persona que actúa y por lo tanto, sobre la modalidad e intensidad de su ayuda".
"La doctrina social de la Iglesia y la teología de la caridad se entrelazan, sin lugar a dudas -observó el prelado-, pero no coinciden del todo. La primera enuncia los principios éticos para la búsqueda del bien común y se mueve sobre todo en ámbito político y comunitario. En cambio, el hacerse cargo individualmente y juntos de los sufrimientos del prójimo no exige una doctrina sistemática. Nace de la palabra de la fe".
"En nuestra sociedad está muy difundida, por suerte, la mentalidad filantrópica, (...) pero en los fieles puede insinuarse la idea de que la caridad no forma parte esencial de la misión eclesial. Sin un fundamento teológico sólido, las grandes organizaciones eclesiales podrían (...) disociarse de la Iglesia" y "preferir identificarse como organismos no gubernamentales (ONG). En ese caso, su "filosofía" y sus proyectos no se diferenciarían de los de la Cruz Roja o de los organismos de la ONU. Algo que está en contraste con la acción bimilenaria de la Iglesia y no tiene en cuenta la relación íntima entre acción eclesial en favor del ser humano y anuncio del Evangelio".
"Tenemos que ir más allá -concluyó el arzobispo Cordes-; la sensibilidad de tantas personas, sobre todo de los jóvenes, contiene un "kairos apostólico". Abre perspectivas pastorales notables. Los voluntarios son innumerables y no son pocos los que descubren el amor de Dios al entregarse al prójimo con amor desinteresado".
ENC/DEUS CARITAS EST/... VIS 20060125 (1100)
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