CIUDAD DEL VATICANO, 7 DIC 2005 (VIS).-Veinte mil personas asistieron hoy a la audiencia general celebrada en la Plaza de San Pedro, en la que Benedicto XVI prosiguió la catequesis de los salmos con el Salmo 137, "Acción de Gracias".
El salmista, dijo el Papa,"eleva su voz en el marco de la asamblea del templo o, por lo menos teniendo como punto de referencia el santuario de Sión, (...) canta ante Dios que está en los cielos con su corte angelical, pero que también escucha en el espacio terrenal del templo".
"El orante está seguro de que el "nombre" del Señor, es decir su realidad viva y fáctica y sus virtudes de fidelidad y misericordia (...) son el apoyo de toda confianza y de toda esperanza. Después la mirada se dirige al pasado, a los días del sufrimiento, cuando la voz divina respondió al grito de los fieles angustiados, infundiendo valor en sus almas".
"Tras esta premisa, aparentemente personal -prosiguió el Santo Padre-, el salmista extiende su mirada a todo el mundo e imagina que su testimonio llegue a todo el horizonte: todos los "reyes de la tierra" (...) se asocian al orante judío en una alabanza común en honor de la grandeza y la potencia soberanas del Señor".
Los temas de esta alabanza coral, explicó el Papa, son "la gloria y los caminos del Señor. Descubrimos que Dios es ciertamente "excelso" y trascendente, pero "mira a los humildes" con afecto mientras aleja de sí al soberbio. (...) Dios decide, por tanto, ponerse al lado de los débiles, de las víctimas, de los últimos: esto se hace saber a todos los reyes para que conozcan cuales deben ser sus opciones en el gobierno de las naciones".
Al final del salmo, se implora la ayuda de Dios para las pruebas que reservará la existencia y se habla de la ira de los enemigos. "Un símbolo -dijo Benedicto XVI- de las hostilidades que puede afrontar el justo durante su camino en la historia.".
"Debemos estar seguros -concluyó- que por pesadas y tormentosas que sean las pruebas que nos esperan, no estaremos nunca abandonados a nosotros mismos, no caeremos nunca de las manos del Señor, las manos que nos crearon y que ahora nos siguen en el itinerario de la vida. Como confesará San Pablo: "Quien inició en vosotros esta buena obra, la irá consumando".
AG/SALMO 137/... VIS 20051207 (410)
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