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viernes, 24 de junio de 2005

VISITA OFICIAL DEL PAPA A PRESIDENTE REPUBLICA ITALIANA

CIUDAD DEL VATICANO, 24 JUN 2005 (VIS).-Benedicto XVI se desplazó hoy al palacio del Quirinal, residencia de los presidentes de la República Italiana, para corresponder a la visita del presidente Carlo Azeglio Ciampi al Vaticano, el pasado 3 de mayo. El Papa se entrevistó privadamente con Ciampi y después ambos pronunciaron sendos discurso en el Salón de las Fiestas.

El Santo Padre salió del Vaticano a las 10,30 en automóvil descapotable. Apenas fuera, en la Plaza Pío XII, fue saludado por una delegación del gobierno italiano encabezada por el ministro de Asuntos Exteriores, Gianfranco Fini. Benedicto XVI se detuvo una segunda vez en Piazza Venezia, cerca del Ayuntamiento de Roma, donde fue saludado por el alcalde, Walter Veltroni. El Papa llegó a las 11,00 horas al Quirinal, donde salió a recibirle el presidente Ciampi. Una vez dentro, saludó a los anteriores presidentes Francesco Cossiga y Oscar Luigi Scalfaro, a los presidentes de la Cámara de Diputados y del Senado y al primer ministro, Silvio Berlusconi. Entre los representantes de la Santa Sede se encontraba el secretario de Estado, cardenal Angelo Sodano.

La visita actual es la octava de un Papa al Quirinal desde la firma de los Pactos Laterarenses. La primera fue la de Pío XII en 1939. Juan Pablo II estuvo tres veces allí: en 1984, 1986 y 1998.

En respuesta al saludo del presidente Ciampi, el Papa pronunció su discurso. Benedicto XVI aseguró a la ciudadanía romana y a toda la nación italiana su "compromiso de trabajar con todas las fuerzas por el bien religioso y civil de aquellos que el Señor ha confiado a mi cuidado pastoral".

El Santo Padre recordó que las relaciones entre la Iglesia y el Estado italiano "se basan en el principio fundamental enunciado por el Concilio Vaticano II de que "la comunidad política y la Iglesia son entre sí independientes y autónomas en su propio campo. Sin embargo, ambas, aunque por diverso título, están al servicio de la vocación personal y social de las mismas personas".

"Por eso -continuó-, es legítima una sana laicidad del Estado en virtud de la cual las realidades temporales se rigen según sus propias normas, sin excluir sin embargo las referencias éticas que hallan su último fundamento en la religión. La autonomía de la esfera temporal no excluye una íntima armonía con las exigencias superiores y complejas que derivan de una visión integral del ser humano y de su destino eterno".

Benedicto XVI manifestó el deseo de que el pueblo italiano, "no sólo no reniegue el patrimonio cristiano que forma parte de su historia, sino que lo conserve para que siga produciendo frutos dignos del pasado. Confío en que Italia, bajo la guía sabia y ejemplar de quienes están llamados a gobernarla, siga desarrollando en el mundo la misión civilizadora que la ha caracterizado a lo largo de los siglos. En virtud de su historia y de su cultura, Italia puede aportar una contribución muy válida en particular, en Europa, ayudándola a volver a descubrir aquellas raíces cristianas que la hicieron grande en el pasado y que pueden favorecer todavía hoy la unidad profunda del continente".

El Papa señaló que entre las numerosas preocupaciones del inicio de pontificado, que "tienen que interesar también a los responsables de la administración pública", se incluyen "el problema de la tutela de la familia fundada en el matrimonio, como es reconocida por la Constitución italiana, el de la defensa de la vida humana (...) y el de la educación".

La Iglesia, subrayó, "ve en la familia un valor importantísimo que debe ser defendido de todo ataque que quiera minar la solidez y poner en discusión su misma existencia. En la vida humana, la Iglesia reconoce un bien primario, presupuesto de todos los demás bienes". Por lo que concierne a la escuela, el Santo Padre hizo hincapié en su función de ampliar la tarea formativa de la familia. "Respetando la competencia del Estado -añadió- de dictar las normas generales de la instrucción, espero que se respete concretamente el derecho de los padres a elegir libremente la educación, sin tener que soportar gravámenes ulteriores. Confío en que los legisladores italianos -terminó- den soluciones "humanas" a los problemas ahora recordados, que respeten los valores inviolables que éstos conllevan".

Terminado el discurso, el Santo Padre se despidió del presidente y a continuación regresó en automóvil descapotable al Vaticano.
BXVI-VISITA QUIRINAL/.../CIAMPI VIS 20050624 (730)

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