CIUDAD DEL VATICANO, 3 ABR 2005 (VIS).-Finalizada la Misa por el descanso eterno del Papa Juan Pablo II, el arzobispo Leonardo Sandri, sustituto para la secretaría de Estado, rezó el Regina Coeli y leyó el texto que había preparado el Santo Padre con motivo de la solemnidad de la Divina Misericordia.
En el texto, Juan Pablo II recordaba que hoy se celebra el Domingo de la Divina Misericordia y se refería al pasaje del Evangelio cuando el Resucitado se aparece a los apóstoles "y les mostró las manos y el costado", es decir "los signos de la dolorosa pasión grabados de forma indeleble en su cuerpo incluso después de la resurrección. Esas llagas gloriosas que, ocho días después, hizo tocar al incrédulo Tomás, revelan la misericordia de Dios, 'que tanto amó al mundo que le entregó a su Hijo Unigénito'".
"A la humanidad, que a veces parece extraviada y dominada por el poder del mal, del egoísmo y del miedo -continúa el texto-, el Señor resucitado ofrece como don su amor que perdona, reconcilia y vuelve a abrir el ánimo a la esperanza. Es amor que convierte los corazones y da la paz. ¡Cuánta necesidad tiene el mundo de comprender y acoger la Divina Misericordia!".
"Señor, que con tu muerte y resurrección revelas el amor del Padre, nosotros creemos en ti y con confianza te repetimos hoy: Jesús, confío en Ti, ten misericordia de nosotros y del mundo entero".
"La solemnidad litúrgica de la Anunciación, que celebraremos mañana -concluye-, nos lleva a contemplar con los ojos de María, el inmenso misterio de este amor misericordioso que brota del Corazón de Cristo".
ANG/DIVINA MISERICORDIA/SANDRI VIS 20050403 (270)
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