CIUDAD DEL VATICANO, 6 MAY 2004 (VIS).-Veinte obispos de las provincias eclesiásticas de Detroit y Cincinnati en Estados Unidos, que se encuentran en Roma en visita "ad limina", fueron recibidos esta mañana por Juan Pablo II que, en su discurso, prosiguió la reflexión comenzada con un primer grupo de prelados sobre "la relación entre el 'munus sanctificandi' y la espiritualidad de comunión y misión".
"Al igual que la santidad, la unidad de la Iglesia es un don infalible de Dios y una admonición constante a una comunión cada vez más perfecta en la fe, la esperanza y el amor", dijo. "La Iglesia vive y lleva a cabo su misión salvífica como 'un cuerpo' guiado por el Espíritu Santo en el camino hacia la verdad".
El Santo Padre observó que "esta estrecha relación entre la santidad de la Iglesia y su unidad es la base para la espiritualidad de comunión y misión que, estoy convencido, debemos promover en el alba de este nuevo milenio. (…) El obispo, como imagen de Cristo el Buen Pastor, presente entre su santo pueblo, tiene el deber primario de fomentar y alentar esa espiritualidad".
"Esta espiritualidad de comunión, de la que los obispos están llamados a ser personalmente ejemplos, llevará naturalmente a 'un estilo pastoral cada vez más abierto a la colaboración con todos'. Os exige, en primer lugar, una relación aún mas estrecha con vuestros sacerdotes que, mediante el orden sacerdotal, comparten con vosotros el único sacerdocio de Cristo y la única misión apostólica confiada a su Iglesia. Mediante las Sagradas Ordenes, a los obispos como a los sacerdotes se les ha confiado un sacerdocio ministerial que difiere del sacerdocio común de todos los bautizados 'en esencia y no sólo en grado'".
El Papa invitó a los obispos a relacionarse con sus sacerdotes como "un padre y un hermano que los ama, escucha, recibe, corrige, ayuda, busca su colaboración y, en la media de lo posible, se preocupa por su bienestar humano, espiritual, ministerial y financiero. (…) Quiero decir aquí unas palabras de agradecimiento y elogio por la tarea fiel y esmerada que llevan a cabo tantos sacerdotes en Estados Unidos, especialmente los que se enfrentan cada día con los retos y exigencias del ministerio parroquial".
"Una espiritualidad de comunión -afirmó Juan Pablo II- fructificará naturalmente en el desarrollo de una espiritualidad diocesana enraizada en los dones y carismas particulares otorgados por el Espíritu Santo para la construcción de cada Iglesia local".
El Papa exhortó a los prelados a visitar con frecuencia los seminarios para asegurarse de que "forman personalidades maduras y equilibradas, hombres capaces de establecer relaciones humanas y pastorales sólidas, expertos en teología, fuertes en su vida espiritual y enamorados de la Iglesia".
"La formación adecuada en la castidad y el celibato sigue siendo un componente esencial de la formación de los seminaristas -dijo el Papa al final de su discurso-, junto con la exposición de una comprensión teológica sólida y correcta de la Iglesia y el sacerdocio que incluya la identificación precisa y clara de aquellas posturas que no son compatibles con la definición autorizada de la Iglesia como se expresa en el Concilio y en los documentos de la renovación post-conciliar. Esta es una responsabilidad personal que os atañe a vosotros como pastores preocupados por el futuro de vuestras iglesias locales y que no se puede delegar. (…) Exige una formación personal constante encaminada a profundizar y armonizar los aspectos humanos, espirituales, intelectuales y pastorales de la vida sacerdotal".
AL/MISION SANTIFICADORA/EE.UU. VIS 20040506 (590)
"Al igual que la santidad, la unidad de la Iglesia es un don infalible de Dios y una admonición constante a una comunión cada vez más perfecta en la fe, la esperanza y el amor", dijo. "La Iglesia vive y lleva a cabo su misión salvífica como 'un cuerpo' guiado por el Espíritu Santo en el camino hacia la verdad".
El Santo Padre observó que "esta estrecha relación entre la santidad de la Iglesia y su unidad es la base para la espiritualidad de comunión y misión que, estoy convencido, debemos promover en el alba de este nuevo milenio. (…) El obispo, como imagen de Cristo el Buen Pastor, presente entre su santo pueblo, tiene el deber primario de fomentar y alentar esa espiritualidad".
"Esta espiritualidad de comunión, de la que los obispos están llamados a ser personalmente ejemplos, llevará naturalmente a 'un estilo pastoral cada vez más abierto a la colaboración con todos'. Os exige, en primer lugar, una relación aún mas estrecha con vuestros sacerdotes que, mediante el orden sacerdotal, comparten con vosotros el único sacerdocio de Cristo y la única misión apostólica confiada a su Iglesia. Mediante las Sagradas Ordenes, a los obispos como a los sacerdotes se les ha confiado un sacerdocio ministerial que difiere del sacerdocio común de todos los bautizados 'en esencia y no sólo en grado'".
El Papa invitó a los obispos a relacionarse con sus sacerdotes como "un padre y un hermano que los ama, escucha, recibe, corrige, ayuda, busca su colaboración y, en la media de lo posible, se preocupa por su bienestar humano, espiritual, ministerial y financiero. (…) Quiero decir aquí unas palabras de agradecimiento y elogio por la tarea fiel y esmerada que llevan a cabo tantos sacerdotes en Estados Unidos, especialmente los que se enfrentan cada día con los retos y exigencias del ministerio parroquial".
"Una espiritualidad de comunión -afirmó Juan Pablo II- fructificará naturalmente en el desarrollo de una espiritualidad diocesana enraizada en los dones y carismas particulares otorgados por el Espíritu Santo para la construcción de cada Iglesia local".
El Papa exhortó a los prelados a visitar con frecuencia los seminarios para asegurarse de que "forman personalidades maduras y equilibradas, hombres capaces de establecer relaciones humanas y pastorales sólidas, expertos en teología, fuertes en su vida espiritual y enamorados de la Iglesia".
"La formación adecuada en la castidad y el celibato sigue siendo un componente esencial de la formación de los seminaristas -dijo el Papa al final de su discurso-, junto con la exposición de una comprensión teológica sólida y correcta de la Iglesia y el sacerdocio que incluya la identificación precisa y clara de aquellas posturas que no son compatibles con la definición autorizada de la Iglesia como se expresa en el Concilio y en los documentos de la renovación post-conciliar. Esta es una responsabilidad personal que os atañe a vosotros como pastores preocupados por el futuro de vuestras iglesias locales y que no se puede delegar. (…) Exige una formación personal constante encaminada a profundizar y armonizar los aspectos humanos, espirituales, intelectuales y pastorales de la vida sacerdotal".
AL/MISION SANTIFICADORA/EE.UU. VIS 20040506 (590)
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