CIUDAD DEL VATICANO, 12 MAY 2004 (VIS).-En la audiencia general de este miércoles, celebrada en la Plaza de San Pedro, el Papa habló sobre el Salmo 29 "Agradecimiento por la liberación de la muerte".
Juan Pablo II afirmó que este salmo invita a dar gracias a Dios "que nos ha liberado del temor de la muerte. (…) Pasada la noche de la muerte despunta el alba del nuevo día. La tradición cristiana ha interpretado este salmo como un canto pascual. El salmista se dirige varias veces al Señor tanto para anunciar que lo alabará, para recordar el grito lanzado hacia El en el tiempo de la prueba y su intervención liberadora, como para invocar de nuevo su misericordia".
"Las sensaciones personales -continuó- oscilan entre el recuerdo terrible del miedo sufrido y la alegría de la liberación. (…) La muerte ha dejado paso a la perspectiva de la vida que continúa".
El Santo Padre señaló que el salmo "nos enseña que no hemos de dejarnos aprisionar por la oscuridad de la desesperación, como si todo estuviera ya perdido. Pero, tampoco hay que caer en la ilusión de salvarse por nuestras propias fuerzas. El salmista es tentado por la soberbia y la autosuficiencia: 'Yo pensaba cuando me sentía seguro: 'Jamás vacilaré'".
"Los Padres de la Iglesia nos han enseñado -añadió- que ésta es una tentación que se insinúa en el tiempo del bienestar y que los momentos de prueba son un aviso divino para conducirnos a la humildad".
El Papa concluyó afirmando que "la aspiración a la victoria se ha mantenido siempre a pesar de todo y se ha convertido al final en una esperanza de resurrección. La satisfacción por esta poderosa aspiración ha sido plenamente asegurada con la resurrección de Cristo, por la que nunca daremos gracias a Dios suficientemente".
AG/SALMO 29/… VIS 20040512 (300)
Juan Pablo II afirmó que este salmo invita a dar gracias a Dios "que nos ha liberado del temor de la muerte. (…) Pasada la noche de la muerte despunta el alba del nuevo día. La tradición cristiana ha interpretado este salmo como un canto pascual. El salmista se dirige varias veces al Señor tanto para anunciar que lo alabará, para recordar el grito lanzado hacia El en el tiempo de la prueba y su intervención liberadora, como para invocar de nuevo su misericordia".
"Las sensaciones personales -continuó- oscilan entre el recuerdo terrible del miedo sufrido y la alegría de la liberación. (…) La muerte ha dejado paso a la perspectiva de la vida que continúa".
El Santo Padre señaló que el salmo "nos enseña que no hemos de dejarnos aprisionar por la oscuridad de la desesperación, como si todo estuviera ya perdido. Pero, tampoco hay que caer en la ilusión de salvarse por nuestras propias fuerzas. El salmista es tentado por la soberbia y la autosuficiencia: 'Yo pensaba cuando me sentía seguro: 'Jamás vacilaré'".
"Los Padres de la Iglesia nos han enseñado -añadió- que ésta es una tentación que se insinúa en el tiempo del bienestar y que los momentos de prueba son un aviso divino para conducirnos a la humildad".
El Papa concluyó afirmando que "la aspiración a la victoria se ha mantenido siempre a pesar de todo y se ha convertido al final en una esperanza de resurrección. La satisfacción por esta poderosa aspiración ha sido plenamente asegurada con la resurrección de Cristo, por la que nunca daremos gracias a Dios suficientemente".
AG/SALMO 29/… VIS 20040512 (300)
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