CIUDAD DEL VATICANO, 17 FEB 2004 (VIS).-Veinte representantes de la Universidad de Opole (Polonia) que celebran en Roma el décimo aniversario de su fundación fueron recibidos esta mañana por Juan Pablo II, a quien otorgaron el doctorado "honoris causa" de ese ateneo. El Papa recordó que hace diez años dio su aprobación para que se instituyera la Facultad de Teología y se insertara en la estructura de la universidad estatal, "siendo consciente -dijo- de que el nacimiento de este ateneo era muy importante para la tierra de Opole".
"Doy gracias a Dios -prosiguió- por el hecho de que la Universidad coopera con la Iglesia en la obra de integración de la sociedad de Opole. (…) Si nos referimos a esa integración, no podemos concebirla como una anulación de las diferencias o de la unificación de la forma de pensar, del olvido de la historia, caracteriza a menudo por acontecimientos que crean divisiones, sino como una búsqueda perseverante de los valores que son comunes a todos los seres humanos, que tienen raíces diversas, una historia diferente y, por eso, una visión propia del mundo y de las referencias a la sociedad en que viven".
"Hoy -afirmó el Santo Padre- se habla tanto de las raíces cristianas de Europa. Si uno de sus signos son las catedrales, las obras de arte, la música y la literatura, de alguna forma hablan en silencio. Las Universidades, en cambio, pueden hablar en voz alta. (…) Sí, esta voz puede ser desoída por aquellos que están ensordecidos por la ideología del laicismo de nuestro continente, pero este hecho no exime a los hombres y mujeres de ciencia (…) del deber de dar testimonio (…) de la ciencia y la sabiduría crecidas en el fértil terreno del cristianismo".
AC/…/OPOLE VIS 20040217 (300)
"Doy gracias a Dios -prosiguió- por el hecho de que la Universidad coopera con la Iglesia en la obra de integración de la sociedad de Opole. (…) Si nos referimos a esa integración, no podemos concebirla como una anulación de las diferencias o de la unificación de la forma de pensar, del olvido de la historia, caracteriza a menudo por acontecimientos que crean divisiones, sino como una búsqueda perseverante de los valores que son comunes a todos los seres humanos, que tienen raíces diversas, una historia diferente y, por eso, una visión propia del mundo y de las referencias a la sociedad en que viven".
"Hoy -afirmó el Santo Padre- se habla tanto de las raíces cristianas de Europa. Si uno de sus signos son las catedrales, las obras de arte, la música y la literatura, de alguna forma hablan en silencio. Las Universidades, en cambio, pueden hablar en voz alta. (…) Sí, esta voz puede ser desoída por aquellos que están ensordecidos por la ideología del laicismo de nuestro continente, pero este hecho no exime a los hombres y mujeres de ciencia (…) del deber de dar testimonio (…) de la ciencia y la sabiduría crecidas en el fértil terreno del cristianismo".
AC/…/OPOLE VIS 20040217 (300)
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