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jueves, 18 de diciembre de 2003

A OBISPOS FRANCESES: LA RENOVACION DE LA VIDA ESPIRITUAL


CIUDAD DEL VATICANO, 18 DIC 2003 (VIS).-El Santo Padre recibió esta mañana a los obispos y administradores diocesanos de la provincia eclesiástica de Marsella, así como al arzobispo de Mónaco, que acaban de concluir su visita "ad limina". El Papa centró su discurso en "la renovación de la vida espiritual de los pastores, los fieles y la entera comunidad", y afirmó que "de ella brotará un nuevo impulso pastoral y misionero".

"En esta perspectiva, las personas consagradas tienen un papel fundamental. La vida consagrada, en todas sus formas, antiguas y nuevas, es un don de Dios a la Iglesia. (…) Quiero repetir con fuerza y convicción la necesidad de la vida consagrada para la Iglesia y el mundo. En efecto, una diócesis sin comunidades de vida consagrada 'estaría privada de muchos dones espirituales, de lugares reservados a la búsqueda de Dios, de actividades apostólicas y de métodos pastorales específicos'".

Después se refirió a la crisis de las comunidades de vida consagrada, de la que daban cuenta en sus informes los obispos franceses, y afirmó que ésta "se caracteriza sobre todo en las congregaciones apostólicas por la disminución progresiva y constante del número de miembros de los diversos institutos presentes y por el escaso número de novicios". También habló del "envejecimiento de los miembros, con las consecuencias inevitables para la vida de los institutos, para su testimonio, su gobierno y sobre las decisiones ligadas a su misión y al destino de sus recursos. (…) Ahora más que nunca (…) los responsables de los institutos de vida consagrada deben prestar atención a la formación permanente de sus miembros, en particular en el ámbito teológico y espiritual".

El Santo Padre agregó que observaba con agrado que "las congregaciones se preocupan por proponer sus carismas a los laicos de todas las edades y condiciones y de asociarlos a su misión".

Elogió también la tarea efectuada por las personas consagradas "en Francia y en los países más pobres del mundo, sobre todo en Africa, (…) en el campo de la solidaridad con los excluidos, los niños analfabetos, los jóvenes de la calle, los que viven en condiciones de precariedad y pobreza, los enfermos de Sida, los emigrantes y desplazados" e invitó a los responsables de las congregaciones a "no dejar de lado o abandonar demasiado pronto esos lugares esenciales donde se transmiten los valores humanos y el Evangelio".

Juan Pablo II subrayó en numerosas ocasiones a lo largo de su discurso la necesidad de prestar atención a los jóvenes, especialmente en sus años de formación, y en particular a los que sienten la vocación de la vida religiosa. Los jóvenes, dijo, "necesitan testigos audaces que les llamen a vivir el Evangelio y a ponerse con generosidad al servicio de sus hermanos".

El Santo Padre recalcó la necesidad de un diálogo fructífero entre los institutos y las congregaciones a nivel nacional y diocesano, y agregó que entre todas las actividades de estas comunidades quería subrayar "el papel eminente que desempeñan en la investigación intelectual en vuestro país. Los religiosos franceses han sido siempre faros en este sector".

"En vuestras diócesis -prosiguió- la vida consagrada tiene muchas facetas y abarca a comunidades antiguas y nuevas. (…) Las nuevas comunidades son una fortuna para la Iglesia. Ayudadas por sus obispos, (…) necesitan madurar todavía, enraizarse y a veces organizarse según las reglas canónicas". El Papa agregó que "muchas veces las comunidades antiguas pueden aprender mucho del entusiasmo y del ardor de las nuevas (…), que tienen una valentía que a veces falta en las instituciones más antiguas".

Juan Pablo II observó que muchos de los obispos habían subrayado "el importante papel de las comunidades de vida contemplativa en sus diócesis, (…) que contribuyen a la fecundidad apostólica de las parroquias, movimientos y servicios y son para un gran número de jóvenes y adultos puntos de referencia y lugares en los que pueden encontrar bases sólidas para construir y afianzar su vida humana y espiritual". Elogió en particular "el papel precioso que juegan los monasterios" para los sacerdotes, religiosos y laicos que se retiran en ellos para meditar.
AL/VIDA CONSAGRADA/FRANCIA VIS 20031218 (700)

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