INICIAR EL AÑO INVOCANDO EL DON PRECIOSO DE LA PAZ

CIUDAD DEL VATICANO, 1 ENE 2003 (VIS) - Juan Pablo II presidió a las 10,00 en la basílica de San Pedro la celebración eucarística en la solemnidad de Santa María, Madre de Dios y con ocasión de la XXXVI Jornada Mundial de la Paz, que este año tiene como tema "'Pacem in terris': una tarea permanente". La misa fue celebrada por el cardenal Angelo Sodano, secretario de Estado.

En la homilía, el Papa dijo que "ante los eventos que trastornan el planeta, está claro que sólo Dios puede tocar el ánimo humano en lo más profundo; sólo su paz puede otorgar nuevamente esperanza a la humanidad. Es necesario que dirija su rostro hacia nosotros, que nos bendiga, nos proteja y nos haga don de su paz. Por eso, es muy oportuno iniciar el nuevo año invocando de El este precioso don. Lo hacemos por intercesión de María, Madre del 'Príncipe de la Paz'".

Hablando de la tierra donde nació Jesús, el Santo Padre exclamó: "¡Belén! ¡Tierra Santa! La dramática y perdurable tensión en la que se encuentra esta región de Oriente Medio, hace más urgente la búsqueda de una solución positiva al conflicto fratricida e insensato, que desde hace demasiado tiempo la está ensangrentando. Es necesaria la cooperación de todos aquellos que creen en Dios, conscientes de que la auténtica religiosidad, lejos de enfrentar a los individuos y a los pueblos, los empuja más bien a construir juntos un mundo de paz".

"Frente a los actuales conflictos y a las amenazadoras tensiones del momento -concluyó-, invito una vez más a rezar para que se encuentren 'medios pacíficos' de composición inspirados por una 'voluntad de acuerdo leal y constructiva', en armonía con los principios del derecho internacional".

Al mediodía, el Papa se asomó a la ventana de su estudio para rezar el Angelus con los miles de personas congregadas en la Plaza de San Pedro, entre ellos los participantes en la marcha por la paz promovida por la Comunidad de San Egidio.

Tras hacer hincapié en que "sólo del Señor el mundo puede esperar la salvación", Juan Pablo II dijo: "Sostenidos por esta verdad, los creyentes no pierden la esperanza, incluso cuando se multiplican los obstáculos y los atentados contra la paz".

El Santo Padre recordó que "hace cuarenta años, en un contexto de graves amenazas para la seguridad mundial, el beato Juan XXIII publicó, con gran valentía, la encíclica 'Pacem in terris'", a la que, añadió, "he querido hacer referencia en el Mensaje para la Jornada Mundial de la Paz. Al igual que entonces, también ahora se exige a cada uno que aporte su propia contribución para promoverá y realizar la paz, mediante decisiones generosas de comprensión recíproca, de reconciliación, de perdón y de atención activa a quien tiene necesidad. Son necesarios -subrayó- 'gestos de paz' concretos en las familias, en los lugares de trabajo, en las comunidades, en el conjunto de la vida civil, en los escenarios sociales nacionales e internacionales. Sobre todo es necesario no dejar nunca de rezar por la paz".

"¿Cómo no expresar una vez más -concluyó- el deseo de que, por parte de los responsables, se haga todo lo posible para encontrar soluciones pacíficas a las numerosas tensiones actuales en el mundo, en particular en Oriente Medio, evitando ulteriores sufrimientos a aquellas poblaciones ya tan probadas? ¡Que prevalezcan la solidaridad humana y el derecho!".

Antes de despedirse, el Papa felicitó el Año Nuevo en francés, inglés, alemán, español, portugués y polaco.

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