CIUDAD DEL VATICANO, 5 ENE 2003 (VIS) - Juan Pablo II recordó en el Angelus de hoy a los fieles y peregrinos reunidos en la Plaza de San Pedro que la liturgia de este segundo domingo de Adviento nos propone en el prólogo del Evangelio de San Juan "el misterio sublime de la Encarnación del Verbo eterno, venido a habitar entre nosotros".
"Estas palabras -dijo- aunque resuenan en el corazón de la Iglesia desde hace más de dos mil años, conservan toda su novedad y actualidad. (...) El Niño nacido en Belén es verdaderamente el coet neo de toda persona que nace sobre la faz de la tierra. Por lo tanto es también contemporáneo nuestro. Los dones del Señor nunca se acaban. Este es el anuncio gozoso de la Navidad: la luz divina (...) brilla también para nosotros".
"Lo dram tico es que a Cristo, luz del mundo, -prosiguió el Papa- muchos no lo conocen y otros no lo acogen; al contrario lo rechazan. En nuestra sociedad, desgraciadamente, está muy difundida una cultura embebida de egoísmo y cerrada al conocimiento y al amor de Dios. Es una cultura que, rechazando de hecho el punto de referencia firme de la trascendencia divina, engendra desamparo e insatisfacción, indiferencia y soledad, odio y violencia. ¡Que urgente es entonces, dar testimonio con alegría del único mensaje de salvación, antiguo y siempre nuevo, del Evangelio de la vida y de la luz, de la esperanza y del amor!".
ANG;...;...;...;VIS;20030107;230;
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