CIUDAD DEL VATICANO, 26 NOV 2002 (VIS) - El Santo Padre recibió esta mañana a los prelados de la Región Sur III-IV de la Conferencia Nacional de los Obispos de Brasil que acaban de terminar su visita "ad limina".
En su discurso, el Papa recordó que "en el ejercicio del triple oficio de santificar, enseñar y gobernar, los obispos ayudan a los fieles a ser auténticos testigos de Jesús resucitado. No siempre resulta fácil orientarlos en la búsqueda de respuestas adecuadas, según las enseñanzas de Jesucristo, a los desafíos del contexto económico y social".
Tras poner de relieve que aunque si los planes de desarrollo del siglo XX favorecieron el crecimiento económico del país, dijo que sin embargo "no fueron capaces de eliminar la pobreza y la miseria, ni reducir las desigualdades de la riqueza y de la renta, que siguen acentu ndose. Tal vez la propia historia económica brasileña sea una buena demostración de la ineficacia de los sistemas económicos destinados a resolverá por sí solos los problemas del desarrollo humano, cuando no van acompañados y corregidos por un fuerte compromiso ético y por el esfuerzo constante del servicio a la dignidad humana".
"La simple planificación de medidas a largo plazo para corregir los desequilibrios existentes jamás puede prescindir del compromiso de solidaridad institucional y personal de todos los brasileños. En este sentido, los católicos, que constituyen la mayoría de la población brasileña, pueden aportar una contribución fundamental".
Juan Pablo II señaló que "una visión de la economía y de los problemas sociales partiendo de la doctrina social de la Iglesia lleva a considerar las cosas siempre desde el punto de vista de la dignidad del ser humano, que trasciende los simples juegos de factores económicos. Por otro lado, ayuda a comprender que para alcanzar la justicia social hace falta mucho más que la simple aplicación de esquemas ideológicos originados por la lucha de clases como, por ejemplo, la invasión de tierras -ya reprobada en mi viaje pastoral en 1991- y de edificios públicos o privados, o por no citar otros, la adopción de medidas técnicas extremas, que pueden tener consecuencias mucho más graves que la injusticia que pretendían resolver, como en el caso de un incumplimiento unilateral de los compromisos internacionales".
El Santo Padre se refirió a la importancia de fomentar la participación de los laicos "para que en la medida de lo posible reine en Brasil una justicia y una solidaridad auténticas, que sean fruto de una vida cristiana coherente. En una democracia verdadera siempre debe haber un espacio legal para que los grupos, en vez de recurrir a la violencia, puedan hacer valer procesos de justa presión para acelerar el establecimiento de la tan anhelada igualdad y justicia para todos".
"Hay que trabajar incansablemente -concluyó- por la formación de los políticos, de todos los brasileños que tengan algún poder decisorio, grande o pequeño, y en general, de todos los miembros de la sociedad, de modo que asuman plenamente las propias responsabilidades y sepan ofrecer un rostro humano y solidario a la economía. Es necesario infundir en las clases políticas y empresariales un auténtico espíritu de veracidad y de honradez".
AL;...;...;BRASIL;VIS;20021126;530;
En su discurso, el Papa recordó que "en el ejercicio del triple oficio de santificar, enseñar y gobernar, los obispos ayudan a los fieles a ser auténticos testigos de Jesús resucitado. No siempre resulta fácil orientarlos en la búsqueda de respuestas adecuadas, según las enseñanzas de Jesucristo, a los desafíos del contexto económico y social".
Tras poner de relieve que aunque si los planes de desarrollo del siglo XX favorecieron el crecimiento económico del país, dijo que sin embargo "no fueron capaces de eliminar la pobreza y la miseria, ni reducir las desigualdades de la riqueza y de la renta, que siguen acentu ndose. Tal vez la propia historia económica brasileña sea una buena demostración de la ineficacia de los sistemas económicos destinados a resolverá por sí solos los problemas del desarrollo humano, cuando no van acompañados y corregidos por un fuerte compromiso ético y por el esfuerzo constante del servicio a la dignidad humana".
"La simple planificación de medidas a largo plazo para corregir los desequilibrios existentes jamás puede prescindir del compromiso de solidaridad institucional y personal de todos los brasileños. En este sentido, los católicos, que constituyen la mayoría de la población brasileña, pueden aportar una contribución fundamental".
Juan Pablo II señaló que "una visión de la economía y de los problemas sociales partiendo de la doctrina social de la Iglesia lleva a considerar las cosas siempre desde el punto de vista de la dignidad del ser humano, que trasciende los simples juegos de factores económicos. Por otro lado, ayuda a comprender que para alcanzar la justicia social hace falta mucho más que la simple aplicación de esquemas ideológicos originados por la lucha de clases como, por ejemplo, la invasión de tierras -ya reprobada en mi viaje pastoral en 1991- y de edificios públicos o privados, o por no citar otros, la adopción de medidas técnicas extremas, que pueden tener consecuencias mucho más graves que la injusticia que pretendían resolver, como en el caso de un incumplimiento unilateral de los compromisos internacionales".
El Santo Padre se refirió a la importancia de fomentar la participación de los laicos "para que en la medida de lo posible reine en Brasil una justicia y una solidaridad auténticas, que sean fruto de una vida cristiana coherente. En una democracia verdadera siempre debe haber un espacio legal para que los grupos, en vez de recurrir a la violencia, puedan hacer valer procesos de justa presión para acelerar el establecimiento de la tan anhelada igualdad y justicia para todos".
"Hay que trabajar incansablemente -concluyó- por la formación de los políticos, de todos los brasileños que tengan algún poder decisorio, grande o pequeño, y en general, de todos los miembros de la sociedad, de modo que asuman plenamente las propias responsabilidades y sepan ofrecer un rostro humano y solidario a la economía. Es necesario infundir en las clases políticas y empresariales un auténtico espíritu de veracidad y de honradez".
AL;...;...;BRASIL;VIS;20021126;530;
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