CIUDAD DEL VATICANO, 14 MAR 2002 (VIS) - Esta mañana Juan Pablo II recibió las cartas credenciales del nuevo embajador de Corea ante la Santa Sede, Seo Hyun-Seop. En su discurso el Papa recordó la "espléndida hospitalidad" que le ofreció el pueblo coreano durante los dos viajes (1984 y 1989) que efectúo a ese país.
"Su tierra -prosiguió dirigiéndose al diplomático- se encuentra en una situación muy delicada de las relaciones entre Norte y Sur y esperamos que la evidencia reciente de buena voluntad y progreso (...) pueda madurar y no se vea obstaculizada por asuntos no ligados directamente al bienestar del pueblo coreano en conjunto". Juan Pablo II se refirió entonces al "cambio significativo en la península", debido a que los gobiernos de Seúl y Pyongyang apuntan a la reconciliación de la nación entera, independientemente de la forma política que pueda asumir.
Después, hablando de la situación internacional afirmó que su configuración cambiante planteaba "un gran reto a la función y a la misión de la diplomacia". "Debido a los cambios en las relaciones entre el mundo de los negocios y los gobiernos, por ejemplo, -agregó- las relaciones con el extranjero y el comercio a menudo convergen. A veces es inevitable, pero se corre el riesgo de centrarse solo en la economía y de reducir las relaciones entre las naciones y las personas a transacciones comerciales. La diplomacia necesita reafirmar su alto ideal de estar al servicio del desarrollo integral de los pueblos y del bien común de toda la familia humana".
El Papa concluyó recordando que "la Iglesia Católica está presente y activa en el foro internacional" y que en su corazón está grabada "una ética de comunión entre las personas, los pueblos y sus comunidades e instituciones". Precisamente su larga experiencia en este campo hace de la Iglesia una experta en la "tarea de diálogo y solidaridad tan necesarios en este momento crítico de la historia".
CD;CREDENCIALES;...;COREA; HYUN-SEOP;VIS;20020314;320;
"Su tierra -prosiguió dirigiéndose al diplomático- se encuentra en una situación muy delicada de las relaciones entre Norte y Sur y esperamos que la evidencia reciente de buena voluntad y progreso (...) pueda madurar y no se vea obstaculizada por asuntos no ligados directamente al bienestar del pueblo coreano en conjunto". Juan Pablo II se refirió entonces al "cambio significativo en la península", debido a que los gobiernos de Seúl y Pyongyang apuntan a la reconciliación de la nación entera, independientemente de la forma política que pueda asumir.
Después, hablando de la situación internacional afirmó que su configuración cambiante planteaba "un gran reto a la función y a la misión de la diplomacia". "Debido a los cambios en las relaciones entre el mundo de los negocios y los gobiernos, por ejemplo, -agregó- las relaciones con el extranjero y el comercio a menudo convergen. A veces es inevitable, pero se corre el riesgo de centrarse solo en la economía y de reducir las relaciones entre las naciones y las personas a transacciones comerciales. La diplomacia necesita reafirmar su alto ideal de estar al servicio del desarrollo integral de los pueblos y del bien común de toda la familia humana".
El Papa concluyó recordando que "la Iglesia Católica está presente y activa en el foro internacional" y que en su corazón está grabada "una ética de comunión entre las personas, los pueblos y sus comunidades e instituciones". Precisamente su larga experiencia en este campo hace de la Iglesia una experta en la "tarea de diálogo y solidaridad tan necesarios en este momento crítico de la historia".
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