CIUDAD DEL VATICANO, 27 FEB 2002 (VIS) - En la audiencia general de hoy, celebrada en el Aula Pablo VI, el Santo Padre habló sobre el Cántico de Ezequías, "Angustia de un moribundo, alegría de un sanado".
El Papa explicó que las dos grandes estrofas del Cántico (Is 38, 10-14.17-20) "describen los dos momentos típicos de las oraciones de acción de gracias: por un lado, se evoca la pesadilla del sufrimiento del que el Señor ha liberado a su fiel, y por otro, se canta con alegría la gratitud por la vida y la salvación reconquistada".
El rey Ezequías, aquejado de una enfermedad mortal, elevó a Dios su lamento y el Señor escuchó su oración y prolongó su vida. "Entonces, del corazón del rey brotó un c ntico de acción de gracias".
"El Cántico de Ezequías -continuó Juan Pablo II- leído a la luz de la Pascua, adquiere una nueva tonalidad. (...) Sobre todo con la muerte y la resurrección del Hijo de Dios, Jesucristo hace germinar en nuestra caducidad mortal una semilla de eternidad".
El Papa señaló que este Cántico "nos invita a reflexionar sobre nuestra fragilidad de criaturas. (...) En el día de la enfermedad y del sufrimiento, es justo elevar a Dios el propio lamento, como nos enseña Ezequías".
"El Señor no permanece indiferente a las lágrimas del que sufre y si a veces sus caminos no siempre coinciden con nuestras esperanzas, responde, consuela y salva. Es lo que Ezequías confiesa al final -terminó-, invitando a todos a esperar, a rezar, a tener confianza, con la seguridad de que Dios no abandona a sus criaturas".
AG;CANTICO EZEQUIAS;...;...;VIS;20020227;280;
El Papa explicó que las dos grandes estrofas del Cántico (Is 38, 10-14.17-20) "describen los dos momentos típicos de las oraciones de acción de gracias: por un lado, se evoca la pesadilla del sufrimiento del que el Señor ha liberado a su fiel, y por otro, se canta con alegría la gratitud por la vida y la salvación reconquistada".
El rey Ezequías, aquejado de una enfermedad mortal, elevó a Dios su lamento y el Señor escuchó su oración y prolongó su vida. "Entonces, del corazón del rey brotó un c ntico de acción de gracias".
"El Cántico de Ezequías -continuó Juan Pablo II- leído a la luz de la Pascua, adquiere una nueva tonalidad. (...) Sobre todo con la muerte y la resurrección del Hijo de Dios, Jesucristo hace germinar en nuestra caducidad mortal una semilla de eternidad".
El Papa señaló que este Cántico "nos invita a reflexionar sobre nuestra fragilidad de criaturas. (...) En el día de la enfermedad y del sufrimiento, es justo elevar a Dios el propio lamento, como nos enseña Ezequías".
"El Señor no permanece indiferente a las lágrimas del que sufre y si a veces sus caminos no siempre coinciden con nuestras esperanzas, responde, consuela y salva. Es lo que Ezequías confiesa al final -terminó-, invitando a todos a esperar, a rezar, a tener confianza, con la seguridad de que Dios no abandona a sus criaturas".
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