Ciudad
del Vaticano, 17 de febrero 2015 (VIS).-''Bienaventurados los limpios
de corazón, porque ellos verán a Dios'', es el título del mensaje
del Santo Padre para la XXX Jornada Mundial de la Juventud que se
celebra todos los años el Domingo de Ramos. Este año el Papa
prosigue la reflexión sobre las Bienaventuranzas y después de haber
abordado en los mensajes anteriores su ''significado
revolucionario'' y el ''fuerte llamamiento de Jesús a lanzarnos
decididamente a la aventura de la búsqueda de la felicidad'', esta
vez trata del deseo de felicidad, partiendo de los primeros capítúlos
del Libro de Génesis que ''nos presentan la espléndida
bienaventuranza a la que estamos llamados y que consiste en la
comunión perfecta con Dios, con los otros, con la naturaleza, con
nosotros mismos''.
Francisco
divide el mensaje en cuatro partes. Después de hablar del deseo de
felicidad, analiza la sexta bienaventuranza párrafo a párrafo,
explicando en qué consiste la limpieza de corazón. Si el corazón
se consideraba en la Biblia el centro de los sentimientos y de las
intenciones de la persona, su ''limpieza'' consistía
fundamentalmente en la ausencia de elementos contaminantes, como el
odio, la codicia, la envidia... De ahí que junto con el cuidado de
la creaciòn para que no se contamine, el Papa invite a una
''ecología humana'' que ayude a respirar ''el aire puro que proviene
de las cosas bellas, del amor verdadero, de la santidad''. Francisco
insta también a los jóvenes a no permitir que la capacidad de amar
y ser amado sea instrumentalizada o menoscabada y a no banalizar el
amor.
En
la tercera parte : ''Porque ellos verán a Dios''... recuerda que
Jesús ''espera siempre con los brazos abiertos'' y llama a todos
''en cualquier situación o lugar donde se encuentren''. ''El
encuentro con Dios en la oración, mediante la lectura de la Biblia y
en la vida fraterna – escribe el Papa a este propósito- les
ayudará a conocer mejor al Señor y a ustedes mismos...y les abrirá
los ojos para reconocer su presencia en la historia personal de cada
uno de ustedes, descubriendo así el proyecto de amor que tiene para
sus vidas''.
''Atrevánse
a ser felices'', concluye Francisco, recordando que con la Jornada
Mundial de la Juventud de este año comienza la última etapa del
camino de preparación de la próxima gran cita mundial de los
jóvenes en Cracovia, en 2016 y que se cumplen 30 años desde que
san Juan Pablo II instituyó en la Iglesia las Jornadas Mundiales de
la Juventud. Una ''peregrinación juvenil a través de los
continentes, bajo la guía del Sucesor de Pedro, que ha sido
verdaderamente una iniciativa providencial y profética''.
Ofrecemos
a continuación el texto completo del Mensaje:
Queridos
jóvenes:
Seguimos
avanzando en nuestra peregrinación espiritual a Cracovia, donde
tendrá lugar la próxima edición internacional de la Jornada
Mundial de la Juventud, en julio de 2016. Como guía en nuestro
camino, hemos elegido el texto evangélico de las Bienaventuranzas.
El año pasado reflexionamos sobre la bienaventuranza de los pobres
de espíritu, situándola en el contexto más amplio del ''sermón de
la montaña''. Descubrimos el significado revolucionario de las
Bienaventuranzas y el fuerte llamamiento de Jesús a lanzarnos
decididamente a la aventura de la búsqueda de la felicidad. Este año
reflexionaremos sobre la sexta Bienaventuranza: ''Bienaventurados los
limpios de corazón, porque ellos verán a Dios'' .
1.
El deseo de felicidad
La
palabra bienaventurados (felices), aparece nueve veces en esta
primera gran predicación de Jesús ). Es como un estribillo que nos
recuerda la llamada del Señor a recorrer con Él un camino que, a
pesar de todas las dificultades, conduce a la verdadera felicidad.
Queridos
jóvenes, todas las personas de todos los tiempos y de cualquier edad
buscan la felicidad. Dios ha puesto en el corazón del hombre y de la
mujer un profundo anhelo de felicidad, de plenitud. ¿No notáis que
vuestros corazones están inquietos y en continua búsqueda de un
bien que pueda saciar su sed de infinito?
Los
primeros capítulos del libro del Génesis nos presentan la
espléndida bienaventuranza a la que estamos llamados y que consiste
en la comunión perfecta con Dios, con los otros, con la naturaleza,
con nosotros mismos. El libre acceso a Dios, a su presencia e
intimidad, formaba parte de su proyecto sobre la humanidad desde los
orígenes y hacía que la luz divina permease de verdad y
trasparencia todas las relaciones humanas. En este estado de pureza
original, no había ''máscaras'', subterfugios, ni motivos para
esconderse unos de otros. Todo era limpio y claro.
Cuando
el hombre y la mujer ceden a la tentación y rompen la relación de
comunión y confianza con Dios, el pecado entra en la historia humana
.Las consecuencias se hacen notar enseguida en las relaciones consigo
mismos, de los unos con los otros, con la naturaleza. Y son
dramáticas. La pureza de los orígenes queda como contaminada. Desde
ese momento, el acceso directo a la presencia de Dios ya no es
posible. Aparece la tendencia a esconderse, el hombre y la mujer
tienen que cubrir su desnudez. Sin la luz que proviene de la visión
del Señor, ven la realidad que los rodea de manera distorsionada,
miope. La ''brújula'' interior que los guiaba en la búsqueda de la
felicidad pierde su punto de orientación y la tentación del poder,
del tener y el deseo del placer a toda costa los lleva al abismo de
la tristeza y de la angustia.
En
los Salmos encontramos el grito de la humanidad que, desde lo hondo
de su alma, clama a Dios: ''¿Quién nos hará ver la dicha si la luz
de tu rostro ha huido de nosotros?'' . El Padre, en su bondad
infinita, responde a esta súplica enviando a su Hijo. En Jesús,
Dios asume un rostro humano. Con su encarnación, vida, muerte y
resurrección, nos redime del pecado y nos descubre nuevos
horizontes, impensables hasta entonces.
Y
así, en Cristo, queridos jóvenes, encontrarán el pleno
cumplimiento de sus sueños de bondad y felicidad. Sólo Él puede
satisfacer sus expectativas, muchas veces frustradas por las falsas
promesas mundanas. Como dijo san Juan Pablo II: ''Es Él la belleza
que tanto les atrae; es Él quien les provoca con esa sed de
radicalidad que no les permite dejarse llevar del conformismo; es Él
quien les empuja a dejar las máscaras que falsean la vida; es Él
quien les lee en el corazón las decisiones más auténticas que
otros querrían sofocar. Es Jesús el que suscita en ustedes el deseo
de hacer de su vida algo grande'' .
2.
Bienaventurados los limpios de corazón…
Ahora
intentemos profundizar en por qué esta bienaventuranza pasa a través
de la pureza del corazón. Antes que nada, hay que comprender el
significado bíblico de la palabra corazón. Para la cultura semita
el corazón es el centro de los sentimientos, de los pensamientos y
de las intenciones de la persona humana. Si la Biblia nos enseña que
Dios no mira las apariencias, sino al corazón, también podríamos
decir que es desde nuestro corazón desde donde podemos ver a Dios.
Esto es así porque nuestro corazón concentra al ser humano en su
totalidad y unidad de cuerpo y alma, su capacidad de amar y ser
amado.
En
cuanto a la definición de limpio, la palabra griega utilizada por el
evangelista Mateo es katharos, que significa fundamentalmente puro,
libre de sustancias contaminantes. En el Evangelio, vemos que Jesús
rechaza una determinada concepción de pureza ritual ligada a la
exterioridad, que prohíbe el contacto con cosas y personas (entre
ellas, los leprosos y los extranjeros) consideradas impuras. A los
fariseos que, como otros muchos judíos de entonces, no comían sin
haber hecho las abluciones y observaban muchas tradiciones sobre la
limpieza de los objetos, Jesús les dijo categóricamente: ''Nada que
entre de fuera puede hacer al hombre impuro; lo que sale de dentro es
lo que hace impuro al hombre. Porque de dentro, del corazón del
hombre, salen los malos propósitos, las fornicaciones, robos,
homicidios, adulterios, codicias, injusticias, fraudes, desenfreno,
envidia, difamación, orgullo, frivolidad'' .
Por
tanto, ¿en qué consiste la felicidad que sale de un corazón puro?
Por la lista que hace Jesús de los males que vuelven al hombre
impuro, vemos que se trata sobre todo de algo que tiene que ver con
el campo de nuestras relaciones. Cada uno tiene que aprender a
descubrir lo que puede ''contaminar'' su corazón, formarse una
conciencia recta y sensible, capaz de ''discernir lo que es la
voluntad de Dios, lo bueno, lo que agrada, lo perfecto''. Si hemos de
estar atentos y cuidar adecuadamente la creación, para que el aire,
el agua, los alimentos no estén contaminados, mucho más tenemos que
cuidar la pureza de lo más precioso que tenemos: nuestros corazones
y nuestras relaciones. Esta ''ecología humana'' nos ayudará a
respirar el aire puro que proviene de las cosas bellas, del amor
verdadero, de la santidad.
Una
vez les pregunté: ¿Dónde está su tesoro? ¿en qué descansa su
corazón?. Sí, nuestros corazones pueden apegarse a tesoros
verdaderos o falsos, en los que pueden encontrar auténtico reposo o
adormecerse, haciéndose perezosos e insensibles. El bien más
precioso que podemos tener en la vida es nuestra relación con Dios.
¿Lo creen así de verdad? ¿Son conscientes del valor inestimable
que tienen a los ojos de Dios? ¿Saben que Él los valora y los ama
incondicionalmente? Cuando esta convicción desaparece, el ser humano
se convierte en un enigma incomprensible, porque precisamente lo que
da sentido a nuestra vida es sabernos amados incondicionalmente por
Dios. ¿Recuerdan el diálogo de Jesús con el joven rico ? El
evangelista Marcos dice que Jesús lo miró con cariño , y después
lo invitó a seguirle para encontrar el verdadero tesoro. Les deseo,
queridos jóvenes, que esta mirada de Cristo, llena de amor, les
acompañe durante toda su vida.
Durante
la juventud, emerge la gran riqueza afectiva que hay en sus
corazones, el deseo profundo de un amor verdadero, maravilloso,
grande. ¡Cuánta energía hay en esta capacidad de amar y ser amado!
No permitan que este valor tan precioso sea falseado, destruido o
menoscabado. Esto sucede cuando nuestras relaciones están marcadas
por la instrumentalización del prójimo para los propios fines
egoístas, en ocasiones como mero objeto de placer. El corazón queda
herido y triste tras esas experiencias negativas. Se lo ruego: no
tengan miedo al amor verdadero, aquel que nos enseña Jesús y que
San Pablo describe así: ''El amor es paciente, afable; no tiene
envidia; no presume ni se engríe; no es mal educado ni egoísta; no
se irrita; no lleva cuentas del mal; no se alegra de la injusticia,
sino que goza con la verdad. Disculpa sin límites, cree sin límites,
espera sin límites, aguanta sin límites. El amor no pasa nunca'' .
Al
mismo tiempo que les invito a descubrir la belleza de la vocación
humana al amor, les pido que se rebelen contra esa tendencia tan
extendida de banalizar el amor, sobre todo cuando se intenta
reducirlo solamente al aspecto sexual, privándolo así de sus
características esenciales de belleza, comunión, fidelidad y
responsabilidad. Queridos jóvenes, ''en la cultura de lo
provisional, de lo relativo, muchos predican que lo importante es
''disfrutar'' el momento, que no vale la pena comprometerse para toda
la vida, hacer opciones definitivas, ''para siempre'', porque no se
sabe lo que pasará mañana. Yo, en cambio, les pido que sean
revolucionarios, les pido que vayan contracorriente; sí, en esto les
pido que se rebelen contra esta cultura de lo provisional, que, en el
fondo, cree que ustedes no son capaces de asumir responsabilidades,
cree que ustedes no son capaces de amar verdaderamente. Yo tengo
confianza en ustedes, jóvenes, y pido por ustedes. Atrévanse a ''ir
contracorriente''. Y atrévanse también a ser felices'' .
Ustedes,
jóvenes, son expertos exploradores. Si se deciden a descubrir el
rico magisterio de la Iglesia en este campo, verán que el
cristianismo no consiste en una serie de prohibiciones que apagan sus
ansias de felicidad, sino en un proyecto de vida capaz de atraer
nuestros corazones.
3.
... porque verán a Dios
En
el corazón de todo hombre y mujer, resuena continuamente la
invitación del Señor: ''Busquen mi rostro'' ). Al mismo tiempo,
tenemos que confrontarnos siempre con nuestra pobre condición de
pecadores. Es lo que leemos, por ejemplo, en el Libro de los Salmos:
''¿Quién puede subir al monte del Señor? ¿Quién puede estar en
el recinto sacro? El hombre de manos inocentes y puro corazón''.
Pero no tengamos miedo ni nos desanimemos: en la Biblia y en la
historia de cada uno de nosotros vemos que Dios siempre da el primer
paso. Él es quien nos purifica para que seamos dignos de estar en su
presencia.
El
profeta Isaías, cuando recibió la llamada del Señor para que
hablase en su nombre, se asustó: ''¡Ay de mí, estoy perdido, pues
soy un hombre de labios impuros!'' . Pero el Señor lo purificó por
medio de un ángel que le tocó la boca y le dijo: ''Ha desaparecido
tu culpa, está perdonado tu pecado'' . En el Nuevo Testamento,
cuando Jesús llamó a sus primeros discípulos en el lago de
Genesaret y realizó el prodigio de la pesca milagrosa, Simón Pedro
se echó a sus pies diciendo: ''Apártate de mí, Señor, que soy un
pecador'' . La respuesta no se hizo esperar: ''No temas; desde ahora
serás pescador de hombres'' . Y cuando uno de los discípulos de
Jesús le preguntó: ''Señor, muéstranos al Padre y nos basta'', el
Maestro respondió: ''Quien me ha visto a mí, ha visto al Padre'' .
La
invitación del Señor a encontrarse con Él se dirige a cada uno de
ustedes, en cualquier lugar o situación en que se encuentre. Basta
''tomar la decisión de dejarse encontrar por Él, de intentarlo cada
día sin descanso. No hay razón para que alguien piense que esta
invitación no es para él '' . Todos somos pecadores, necesitados de
ser purificados por el Señor. Pero basta dar un pequeño paso hacia
Jesús para descubrir que Él nos espera siempre con los brazos
abiertos, sobre todo en el Sacramento de la Reconciliación, ocasión
privilegiada para encontrar la misericordia divina que purifica y
recrea nuestros corazones.
Sí,
queridos jóvenes, el Señor quiere encontrarse con nosotros, quiere
dejarnos ''ver'' su rostro. Me preguntarán: ''Pero, ¿cómo?''.
También Santa Teresa de Ávila, que nació hace ahora precisamente
500 años en España, desde pequeña decía a sus padres: ''Quiero
ver a Dios''. Después descubrió el camino de la oración, que
describió como ''tratar de amistad, estando muchas veces tratando a
solas con quien sabemos nos ama'' . Por eso, les pregunto: ¿rezan?
¿saben que pueden hablar con Jesús, con el Padre, con el Espíritu
Santo, como se habla con un amigo? Y no un amigo cualquiera, sino el
mejor amigo, el amigo de más confianza. Prueben a hacerlo, con
sencillez. Descubrirán lo que un campesino de Ars decía a su santo
Cura: Cuando estoy rezando ante el Sagrario, ''yo le miro y Él me
mira'' .
También
les invito a encontrarse con el Señor leyendo frecuentemente la
Sagrada Escritura. Si no están acostumbrados todavía, comiencen por
los Evangelios. Lean cada día un pasaje. Dejen que la Palabra de
Dios hable a sus corazones, que sea luz para sus pasos . Descubran
que se puede ''ver'' a Dios también en el rostro de los hermanos,
especialmente de los más olvidados: los pobres, los hambrientos, los
sedientos, los extranjeros, los encarcelados . ¿Han tenido alguna
experiencia? Queridos jóvenes, para entrar en la lógica del Reino
de Dios es necesario reconocerse pobre con los pobres. Un corazón
puro es necesariamente también un corazón despojado, que sabe
abajarse y compartir la vida con los más necesitados.
El
encuentro con Dios en la oración, mediante la lectura de la Biblia y
en la vida fraterna les ayudará a conocer mejor al Señor y a
ustedes mismos. Como les sucedió a los discípulos de Emaús, la voz
de Jesús hará arder su corazón y les abrirá los ojos para
reconocer su presencia en la historia personal de cada uno de
ustedes, descubriendo así el proyecto de amor que tiene para sus
vidas.
Algunos
de ustedes sienten o sentirán la llamada del Señor al matrimonio, a
formar una familia. Hoy muchos piensan que esta vocación está
''pasada de moda'', pero no es verdad. Precisamente por eso, toda la
Comunidad eclesial está viviendo un período especial de reflexión
sobre la vocación y la misión de la familia en la Iglesia y en el
mundo contemporáneo. Además, les invito a considerar la llamada a
la vida consagrada y al sacerdocio. Qué maravilla ver jóvenes que
abrazan la vocación de entregarse plenamente a Cristo y al servicio
de su Iglesia. Háganse la pregunta con corazón limpio y no tengan
miedo a lo que Dios les pida. A partir de su ''sí'' a la llamada del
Señor se convertirán en nuevas semillas de esperanza en la Iglesia
y en la sociedad. No lo olviden: La voluntad de Dios es nuestra
felicidad.
4.
En camino a Cracovia
''Bienaventurados
los limpios de corazón, porque ellos verán a Dios''. Queridos
jóvenes, como ven, esta Bienaventuranza toca muy de cerca su vida y
es una garantía de su felicidad. Por eso, se lo repito una vez más:
atrévanse a ser felices.
Con
la Jornada Mundial de la Juventud de este año comienza la última
etapa del camino de preparación de la próxima gran cita mundial de
los jóvenes en Cracovia, en 2016. Se cumplen ahora 30 años desde
que san Juan Pablo II instituyó en la Iglesia las Jornadas Mundiales
de la Juventud. Esta peregrinación juvenil a través de los
continentes, bajo la guía del Sucesor de Pedro, ha sido
verdaderamente una iniciativa providencial y profética. Demos
gracias al Señor por los abundantes frutos que ha dado en la vida de
muchos jóvenes en todo el mundo. Cuántos descubrimientos
importantes, sobre todo el de Cristo Camino, Verdad y Vida, y de la
Iglesia como una familia grande y acogedora. Cuántos cambios de
vida, cuántas decisiones vocacionales han tenido lugar en estos
encuentros. Que el santo Pontífice, Patrono de la JMJ, interceda por
nuestra peregrinación a su querida Cracovia. Y que la mirada
maternal de la Bienaventurada Virgen María, la llena de gracia, toda
belleza y toda pureza, nos acompañe en este camino''.
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