Ciudad
del Vaticano, 2 de diciembre 2014 (VIS).- Por primera vez en la
historia los líderes de las religiones más grandes del mundo se han
reunido esta mañana en el Vaticano con el objetivo de terminar con
la esclavitud. Hoy Día Internacional para la Abolición de la
Esclavitud, ha tenido lugar en la sede de la Academia Pontificia de
las Ciencias en la Casina Pio IV en el Vaticano la ceremonia de la
firma de la Declaración de los Líderes Religiosos contra la
esclavitud. Este acto solemne sigue al acuerdo firmado el 17 de marzo
en el Vaticano, que estableció el Global Freedom Network para
erradicar - de aquí al 2020 - las formas modernas de la esclavitud
y la trata de personas. Con el Santo Padre Francisco han firmado
eminentes representantes ortodoxos, anglicanos, Judios, musulmanes,
budistas e hindúes.
A
continuación publicamos el texto del discurso pronunciado por
Francisco que comenzó agradeciendo a todos los líderes religiosos
su compromiso en favor de los sobrevivientes de la trata de personas
y a todos los presentes por su intensa participación en un acto de
fraternidad ''especialmente para con los más sufridos de nuestros
hermanos'':
''Inspirados
por nuestras confesiones de fe hoy nos hemos reunido con motivo de
una iniciativa histórica y de una acción concreta: Declarar que
trabajaremos juntos para erradicar el terrible flagelo de la
esclavitud moderna en todas sus formas. La explotación física,
económica, sexual y psicológica de hombres, mujeres y niños y
niñas actualmente encadena a decenas de millones de personas a la
deshumanización y a la humillación''.
Cada
ser humano, hombre, mujer, niño, niña es imagen de Dios, Dios es
Amor y libertad que se dona en relaciones interpersonales, así cada
ser humano es una persona libre destinada a existir para el bien de
otros en igualdad y fraternidad. Cada una, y todas las personas, son
iguales y se les debe reconocer la misma libertad y la misma
dignidad. Cualquier relación discriminante que no respete la
convicción fundamental que el otro es como uno mismo constituye un
delito, y tantas veces un delito aberrante''.
Por
eso, declaramos en nombre de todos y de cada uno de nuestros credos
que la esclavitud moderna, en término de trata de personas, trabajo
forzado, prostitución, explotación de órganos, es un crimen de
lesa humanidad. Sus víctimas son de toda condición, pero las más
veces se hayan entre los más pobres y vulnerables de nuestros
hermanos y hermanas. En nombre de ellos y ellas que
están llamando a la acción a nuestras comunidades de fe y
sin excepción rechazan completamente toda privación sistemática de
la libertad individual con fines de explotación personal o
comercial, en nombre de ellos hacemos esta declaración''.
A
pesar de los grandes esfuerzos de muchos, la esclavitud moderna sigue
siendo un flagelo atroz que está presente a gran escala en todo el
mundo, incluso como turismo. Este
crimen de lesa humanidad se enmascara en aparentes costumbres
aceptadas pero en realidad hace sus víctimas en la prostitución, la
trata de personas, el trabajo forzado, el trabajo esclavo, la
mutilación, la venta de órganos, el mal uso de la droga, el trabajo
de niños. Se oculta tras puertas cerradas, en domicilios
particulares, en las calles, en automóviles, en fábricas, en
campos, en barcos pesqueros y en muchas otras partes. Y esto ocurre
tanto en ciudades como en aldeas, en las villas de emergencia de las
naciones más ricas y más pobres del mundo. Y lo peor, es que tal
situación, desgraciadamente, se agrava cada día más''.
Llamamos
a la acción a todas las personas de fe y a sus líderes, a los
Gobiernos y a las empresas,
a todos los hombres y mujeres de buena voluntad, para que brinden su
apoyo férreo y se sumen al movimiento contra de la esclavitud
moderna, en todas sus formas. Sostenidos por los ideales de nuestras
confesiones de fe y nuestros valores humanos compartidos, todos
podemos y debemos levantar el estandarte de los valores espirituales,
el esfuerzo mancomunado, la visión liberadora para erradicar la
esclavitud de nuestro planeta. Pido al Señor nos conceda hoy la
gracia de convertirnos nosotros mismos en el prójimo de cada
persona, sin excepción, y de brindarle ayuda activamente siempre que
se cruce en nuestro camino, se trate ya de un anciano abandonado por
todos, un trabajador injustamente esclavizado y despreciado, una
refugiada o refugiado atrapado por los lazos de la mala vida, un
joven o una joven que camine por las calles del mundo víctima del
comercio sexual, un hombre o una mujer prostituida con engaños por
gente sin temor de Dios, un niño o una niña mutilada de sus
órganos, que llaman nuestras conciencias haciendo eco de la voz del
Señor: ''Les aseguro que
cada vez que lo hicieron con uno de mis hermanos, lo hicieron
conmigo''.
Queridos
amigos, gracias por esta reunión, gracias por este compromiso
transversal que nos compromete a todos. Todos
somos reflejo de la imagen de Dios y estamos convencidos que no
podemos tolerar que la imagen del Dios vivo sea sometida a la trata
más aberrante''.
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