Ciudad
del Vaticano, 7 octubre 2014
(VIS).-Esta mañana durante la tercera congregación general ha
proseguido la discusión. Los temas previstos, de acuerdo con el
orden del Instrumentum Laboris, han sido : "Evangelio de la
familia y ley natural" (Parte I, cap. 3) y "La familia y
la vocación de la persona en Cristo" (Parte I, cap 4. ).
En
la apertura de la Congregación se ha anunciado que el Consistorio
ordinario, convocado por el Santo Padre para el lunes, 20 de octubre
estará dedicado a la situación en el Oriente Medio, a la luz de
los resultados de la reunión de algunos Representantes Pontificios
y de los Superiores de los Dicasterios competentes celebrada en el
Vaticano del 2 al 4 de octubre. El tema del Consistorio será
presentado por el cardenal Pietro Parolin, Secretario de Estado. En
el encuentro también participarán seis patriarcas orientales y el
patriarca latino de Jerusalén, S.B. Fouad Twal.
El
debate general ha continuado siguiendo los argumentos previstos. Se
ha afirmado que era necesaria una mayor preparación para el
matrimonio, para que éste no fuera sólo válido, sino también
fructífero. La propuesta es la de no preocuparse solamente por los
remedios para el fracaso de la unión conyugal, sino también por
las condiciones que la hacen válida y fructífera. Lo que hay que
transmitir es una visión del matrimonio no sólo como punto de
llegada, sino como un camino hacia una meta más alta, un camino de
crecimiento personal y de pareja, una fuerza y fuente de energía.
La elección del matrimonio es una vocación verdadera y propia y
como tal requiere fidelidad y coherencia para ser realmente un
lugar de crecimiento y de salvaguardia de lo humano.
Para
ello, hay que acompañar constantemente a los cónyuges en su
itinerario de vida, a través de una pastoral familiar intensa y
vigorosa. El camino de preparación para el sacramento del matrimonio
debe ser, por lo tanto, largo, personalizado y también severo, sin
miedo a que eventualmente disminuya el número de bodas celebradas en
la Iglesia. De lo contrario, se corre el riesgo de obstruir los
tribunales de justicia con los procesos matrimoniales.
Otro
punto destacado en el Aula ha sido la influencia de los medios de
comunicación, a veces intrusivos, cuando presentan ideologías
contrarias a la doctrina de la Iglesia sobre el matrimonio y la
familia. En esta perspectiva, se ha reiterado que además de
proteger a los católicos, también hay que prepararlos mejor. La
Iglesia debe ofrecer su enseñanza de forma más incisiva,
presentando la doctrina no como una lista de prohibiciones, sino
haciéndose más cercana a los fieles, como hacía Jesús. De esta
manera, actuando con empatía y ternura, será posible reducir la
brecha entre la doctrina y la práctica, entre las enseñanzas de la
Iglesia y la vida familiar. Porque lo que necesitamos no es una
elección entre la doctrina y la misericordia, sino la puesta en
marcha de una pastoral iluminada, para animar sobre todo a las
familias en dificultades, que a menudo tienen la sensación de que no
pertenecen a la Iglesia.
Se
ha reanudado el debate sobre el tema de las parejas con problemas,
los divorciados que se han vuelto a casar. A ellos, se ha dicho,
la Iglesia no debe presentar un juicio, sino una verdad, con una
mirada comprensiva, porque la gente sigue la verdad y sigue a la
Iglesia si ésta dice la verdad. La "medicina" de la
misericordia da acogida, atención y apoyo. Sobre todo porque - se ha
destacado- las familias que sufren no buscan soluciones pastorales
rápidas, no quieren ser una mera cifra estadística, sino que
sienten la necesidad de ser aconsejadas y de sentirse aceptadas y
amadas. Se debe dar más espacio a la lógica sacramental que a la
jurídica.
En
cuanto al acercamiento a la Eucaristía de los divorciados que se
han vuelto a casar, se ha reiterado que ese sacramento no es el
sacramento de los perfectos, sino de aquellos que están en camino.
Al
igual que ayer por la tarde la discusión se ha centrado también en
la necesidad de renovar el lenguaje de la proclamación del Evangelio
y de la transmisión de la doctrina. La Iglesia debe abrirse más al
diálogo y escuchar con más frecuencia (y no sólo en casos
excepcionales) las experiencias de las parejas casadas, porque sus
luchas y sus fracasos no pueden ser ignorados; al contrario, pueden
ser el fundamento de una teología real, verdadera. Y siempre a
propósito del lenguaje, ha habido alguna que otra perplejidad
acerca de la sugerencia – incluida en el Instrumentum Laboris - de
profundizar en el concepto, de inspiración bíblica, de "orden
de la creación" como posibilidad de releer de una manera más
significativa la "ley natural". No es suficiente cambiar el
vocabulario, se ha dicho, si luego no se consigue crear un puente de
diálogo efectivo con los fieles. En este sentido, se ha afirmado
que la vasta y difusamente sentida necesidad de cambio debe
entenderse como conversión pastoral para que el anuncio del
Evangelio sea más eficaz.
A
continuación se han presentado tres dimensiones específicas de la
familia: la vocación a la vida; la misionera, entendida como
testimonio de Cristo a través de la unidad familiar; y la aceptación
del otro, ya que la familia es la primera escuela de alteridad, el
lugar donde se pueden aprender la paciencia y la lentitud, en
contraste con el ajetreo y el bullicio del mundo moderno. También se
ha puesto de relieve otra dimensión ulterior del núcleo familiar :
la santidad, porque la familia educa a la santidad, es un icono de la
Trinidad, Iglesia doméstica al servicio de la evangelización,
futuro de la humanidad.
Otros
puntos mencionados durante la Tercera Congregación General han sido
la importancia de la catequesis para las familias, especialmente para
los niños, y de la oración entre las paredes domésticas que da
lugar a una verdadera y propia generación de la fe, transmitiéndola
de padres a hijos. Por último, se ha subrayado la necesidad de un
formación más profunda de los sacerdotes y catequistas.
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