Ciudad
del Vaticano, 6 de junio de 2015 (VIS).-La última etapa del viaje
apostólico del Papa a Sarajevo fue el encuentro con los jóvenes en
el Centro diocesano juvenil San Juan Pablo II, en la periferia de la
ciudad. El centro, en funciones de 2006, está abierto a personas de
diversas etnias y religiones y en él se desarrollan actividades
deportivas, de socialización y voluntariado, además de la formación
pastoral y religiosas dedicada a los católicos. Recibieron a
Francisco el rector del Centro y algunos niños que lo acompañaron
al gimnasio, donde le esperaban alrededor de 800 personas, para
descubrir la placa que dedica esa institución a san Juan Pablo II.
Después
del saludo del obispo auxiliar de Banja Luka, monseñor Marko Semren,
el Santo Padre entabló una conversación con los presentes, dejando
de lado y dado por leído, el texto
que había preparado y que reproducimos al final.
Uno de los jóvenes quería saber por
qué el Papa no veía desde hacía tanto tiempo la televisión y
Francisco respondió: ''Sí, desde mediados de los años 90, sentí
una noche que eso no me hacía bien, me alienaba, me llevaba... y
decidí no mirarla...Cuando quería ver una buena película, iba al
centro de televisión del arzobispado y la veía allí. Pero sólo la
película... La televisión en cambio me alienaba y me sacaba fuera
de mí: no me ayudaba. Por supuesto, yo soy de la edad de piedra,
¡soy antiguo! Y nosotros ahora –entiendo que los tiempos han
cambiado– vivimos en la época de la imagen. Y esto es muy
importante. Y en la época de la imagen hay que hacer lo que se hacía
en la época de los libros: elegir lo que me hace bien. De esto se
derivan dos cosas. Primero: la responsabilidad que tienen los centros
de televisión en hacer programas que ayuden, que sean buenos para
los valores, que construyan la sociedad, que nos lleven hacia
delante, que no nos tiren abajo. Y luego hacer programas que ayuden a
que los valores, los verdaderos valores, sean cada vez más fuertes y
nos preparen para la vida. Esta es la responsabilidad de los centros
de televisión. Segundo: saber elegir los programas, y esta es una
responsabilidad nuestra. Si veo que un programa no es bueno para mí,
me echa por tierra los valores, me hace ser vulgar, incluso con cosas
sucias, tengo que cambiar de canal. Como se hacía en mi época de la
piedra: cuando un libro era bueno, lo leías; cuando un libro te
hacía daño, lo tirabas. Y luego hay un tercer punto: el punto de la
fantasía mala, la fantasía que mata el alma. Si tú, que eres
joven, vives conectado al ordenador y te conviertes en un esclavo del
ordenador, pierdes la libertad. Y si tú buscas en el ordenador
programas sucios, pierdes la dignidad.Ver la televisión, usar el
ordenador, pero para cosas buenas, cosas grandes, cosas que nos hagan
crecer. ¡Esto es bueno!''.
La segunda pregunta fue si el Papa
sentía la alegría y el amor de los jóvenes de Bosnia y Herzegovina
por su persona ''Si te digo la verdad -contestó Francisco- cuando
me encuentro con los jóvenes siento la alegría y el amor que
tienen. No sólo por mí, sino por los ideales, por la vida. ¡Quieren
crecer! Pero vosotros tenéis una particularidad: vosotros sois
–creo– la primera generación después de la guerra. Vosotros
sois las flores de una primavera...que quieren ir adelante y no
volver a la destrucción, a las cosas que nos hacen enemigos unos de
otros. Yo encuentro en vosotros ese querer y ese entusiasmo. Y esto
es nuevo para mí. Veo que no queréis la destrucción: no queréis
ser enemigos unos de otros. Queréis caminar juntos. ¡Y esto es
maravilloso! ...No somos "ellos y yo", somos "nosotros".
Queremos ser "nosotros", para no destruir la patria, para
no destruir el país. Tú eres musulmán, tú judío, tú ortodoxo,
tú católico... pero somos "nosotros". ¡Esto es construir
la paz! Y esto pertenece a vuestra generación, y es vuestra alegría.
Tenéis una gran vocación: no construir nunca muros, sólo puentes.
Y esta es la alegría que encuentro en vosotros''.
''¿Cuál es su mensaje por la paz
para todos nosotros los jóvenes?'', fue la última pregunta.
''Todo el mundo habla de la paz -dijo
el Santo Padre- algunas personas poderosas hablan y dicen cosas
bonitas sobre la paz, pero por debajo venden armas. De vosotros
espero honestidad, honestidad entre lo que pensáis, lo que sentís y
lo que hacéis: las tres cosas juntas. Lo contrario se llama
hipocresía. Hace años vi una película sobre esta ciudad, no
recuerdo el título, pero la versión alemana –la que vi– se
llamaba "Die Brücke" ("El Puente"). No sé cómo
se llama en vuestro idioma... Y allí ví cómo el puente siempre
une. Cuando el puente no se usa para que uno vaya hacia el otro, sino
que es un puente prohibido, se convierte en la ruina de una ciudad,
la ruina de una existencia. Por eso, de vosotros, de esta primera
generación de la posguerra, espero honestidad y no hipocresía.
Unión, construir puentes, pero dejar que se pueda ir de una parte a
la otra. Esta es la fraternidad''.
Despidiéndose de los presentes y
mientras volaban las palomas liberadas en signo de la paz, el Papa
exclamó: ''Mir Vama!'': éste es el encargo que os dejo. Construir
la paz, todos juntos.Estas palomas son un signo de paz, la paz que
nos traerá la alegría. Y la paz se hace entre todos, entre todos:
musulmanes, judíos, ortodoxos, católicos y otras religiones. Todos
somos hermanos. Todos adoramos al único Dios. Nunca, nunca
separación entre nosotros. Fraternidad y unión. Ahora me despido y
os pido, por favor, que recéis por mí. Que el Señor os bendiga''
Terminado el encuentro, el Papa se
desplazó desde en automóvil al aeropuerto de Sarajevo donde fue
despedido por el miembro croata de la Presidencia Tripartita, Dragan
Covic y a las 20.00 emprendió el regreso a Roma donde llegó una
hora y media más tarde.
Discurso preparado por el Papa
Francisco
''Al
encontrarme aquí, en este Centro dedicado a san Juan Pablo II, no
puedo olvidar lo mucho que hizo por los jóvenes, encontrándose con
ellos y animándoles en todas las partes del mundo. Encomiendo a su
intercesión a cada uno de vosotros, así como todas las iniciativas
que la Iglesia católica ha emprendido en vuestra tierra para
testimoniar su cercanía y su confianza en los jóvenes. Todos
nosotros caminamos juntos.Conozco las dudas y esperanzas que
lleváis en el corazón. En particular, comparto la esperanza de que
se asegure a las nuevas generaciones la posibilidad real de un futuro
digno en el país, evitando así el triste fenómeno del éxodo. A
este respecto, las instituciones están llamadas a poner en marcha
oportunas y audaces estrategias para animar a los jóvenes y
favorecerlos en sus legítimas aspiraciones; de este modo, serán
capaces de contribuir activamente a la construcción y al crecimiento
del país. Por su parte, la Iglesia puede dar su contribución con
adecuados proyectos pastorales centrados en la conciencia cívica y
moral de la juventud, ayudándola así a ser protagonista de la vida
social. Este compromiso de la Iglesia ya está en marcha,
especialmente a través de la valiosa labor de las escuelas
católicas, justamente abiertas no sólo a los estudiantes católicos,
sino también a los de otras confesiones cristianas y de otras
religiones. Sin embargo, la Iglesia debe sentirse llamada a lanzarse
cada vez más a partir del Evangelio y el impulso del Espíritu
Santo, que transforma las personas, la sociedad y la Iglesia misma''.
''También
vosotros, jóvenes, tenéis que desempeñar un papel decisivo a la
hora de afrontar los desafíos de nuestro tiempo, que son ciertamente
retos materiales, pero que, antes aún, se refieren a la visión del
hombre. En efecto, junto con los problemas económicos, la dificultad
de encontrar trabajo y la consiguiente incertidumbre por el futuro,
se percibe la crisis de los valores morales y la pérdida del sentido
de la vida. Ante esta crítica situación, algunos pueden caer en la
tentación de la fuga, de la evasión, encerrándose en una actitud
de aislamiento egoísta, refugiándose en el alcohol, en las drogas,
en las ideologías que predican el odio y la violencia. Son
realidades que conozco bien porque, lamentablemente, también están
presentes en la ciudad de Buenos Aires, de donde yo vengo. Por eso os
animo a que no os dejéis abatir por las dificultades, sino que
hagáis valer sin miedo la fuerza que viene de vuestro ser personas y
cristianos, de ser semillas de una sociedad más justa, fraterna,
acogedora y pacífica. Vosotros, jóvenes, junto con Cristo, sois la
fuerza de la Iglesia y de la sociedad. Si os dejáis plasmar por él,
si entabláis un diálogo con él en la oración, con la lectura y la
meditación del Evangelio, os convertiréis en profetas y testigos de
la esperanza''.
''Estáis
llamados a esta misión: salvar la esperanza a la que os empuja
vuestra propia realidad de personas abiertas a la vida; la esperanza
que tenéis de superar la situación actual, para preparar en el
futuro un clima social y humano más digno del actual; la esperanza
de vivir en un mundo más fraterno, más justo y pacífico, más
sincero, más a medida del hombre. Os deseo que toméis conciencia
cada vez más de que sois hijos de esta tierra, que os ha visto nacer
y que pide ser amada y ayudada a reedificarse, a crecer espiritual y
socialmente, gracias a la contribución indispensable de vuestras
ideas y actividades. Para vencer todo rastro de pesimismo se necesita
el valor de gastarse la vida con alegría y dedicación en la
construcción de una sociedad acogedora, respetuosa de toda la
diversidad, orientada a la civilización del amor. Tenéis muy cerca
un gran testimonio de este estilo de vida: el beato Ivan Merz. San
Juan Pablo II lo ha proclamado beato en Banja Luka. Que sea siempre
vuestro protector y vuestro ejemplo''.
''La
fe cristiana nos enseña que estamos llamados a un destino eterno, a
ser hijos de Dios y hermanos en Cristo , a ser creadores de
fraternidad por amor a Cristo. Me alegro por el compromiso en el
diálogo ecuménico e interreligioso emprendido por vosotros, jóvenes
católicos y ortodoxos, con la implicación de los jóvenes
musulmanes. En esta importante actividad desempeña un papel
importante este ''Centro Juvenil san Juan Pablo II, con iniciativas
de conocimiento mutuo y de solidaridad, para fomentar la convivencia
pacífica entre las diferentes pertenencias étnicas y religiosas. Os
animo a continuar con confianza esta obra, comprometiéndoos en
proyectos comunes con gestos concretos de cercanía y ayuda a los más
pobres y necesitados''.
''Queridos
jóvenes, vuestra presencia festiva, vuestra sed de verdad y de altos
ideales son signos de esperanza. La juventud no es pasividad, sino
esfuerzo tenaz por alcanzar metas importantes, aunque cueste; no es
un cerrar los ojos ante las dificultades, sino rechazar las
componendas y la mediocridad; no es evasión o fuga, sino el
compromiso de solidaridad con todos, especialmente con los más
débiles. La Iglesia cuenta y quiere contar con vosotros, que sois
generosos y capaces de los mejores impulsos y de los sacrificios más
nobles. Por eso, vuestros Pastores, y yo con ellos, os pedimos que no
os aisléis, sino que estéis siempre unidos entre vosotros, para
disfrutar de la belleza de la fraternidad y ser más eficaces en
vuestra actividad.
''Que
por vuestro modo de amaros y comprometeros todo el mundo pueda ver
que sois cristianos, los jóvenes cristianos de Bosnia y Herzegovina.
Sin miedo; sin huir de la realidad; abiertos a Cristo y a los
hermanos. Sois parte viva del gran pueblo que es la Iglesia: el
Pueblo universal, en el que todas las naciones y culturas pueden
recibir la bendición de Dios y encontrar el camino de la paz. En
este Pueblo, cada uno de vosotros está llamado a seguir a Cristo y a
dar la vida por Dios y por los hermanos en la vía que el Señor le
indicará, más aún, que ya os indica. Ya hoy, ahora, el Señor os
llama: ¿queréis responder? No tengáis miedo. No estamos solos.
Estamos siempre con el Padre celestial, con Jesús, nuestro Hermano y
Señor, con el Espíritu Santo; y tenemos como madre a la Iglesia y a
María. Que la Santísima Virgen María os proteja y os dé siempre
la alegría y el valor de dar testimonio del Evangelio''.
No hay comentarios:
Publicar un comentario