Ciudad
del Vaticano, 7 de junio 2015 (VIS).- Hoy a mediodía -solemnidad
del Santísimo Cuerpo y Sangre de Cristo, o, según la más conocida
expresión latina, del Corpus Domini-, el Papa se asomó a la ventana
de su estudio para rezar el Angelus con los fieles reunidos en la
Plaza de San Pedro.
Francisco
comentó el evangelio de la liturgia dominical que narra la
institución de la Eucaristía durante la Última Cena, cuando
Jesús, pronunciando las palabras ''Tomad y comed, este es mi
cuerpo'', asigna al pan una función ''que ya no es solamente la del
simple alimento físico, sino la de hacer presente a su persona en
medio de la comunidad de los creyentes''.
La
Última Cena es ''el punto de llegada de toda la vida de Cristo. No
es sólo una anticipo de su sacrificio que se cumplirá sobre la
cruz, sino también la síntesis de una existencia ofrecida por la
salvación de la humanidad entera''. Por eso ''cuando nosotros
comemos ese Pan, venimos asociados a la vida de Jesús, entramos en
comunión con Él, nos comprometemos a realizar la comunión entre
nosotros, a transformar nuestra vida en don, sobre todo para los más
pobres''.
''La
fiesta de hoy evoca este mensaje solidario y nos llama a acoger la
invitación a la conversión y al servicio, al amor y al perdón.
Nos estimula a convertirnos, con nuestra vida, en imitadores de lo
que celebramos en la liturgia. El Cristo, que nos nutre bajo las
especies consagradas del pan y del vino, es el mismo que nos sale al
encuentro en los eventos cotidianos... Está en todo ser humano,
también en el más pequeño e indefenso.La Eucaristía, fuente de
amor para la vida de la Iglesia, es escuela de caridad y de
solidaridad. Quien se nutre del Pan de Cristo no puede permanecer
indiferente ante los que carecen del pan cotidiano. Y hoy - lo
sabemos- es un problema cada vez más grave'', concluyó Francisco.
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