Ciudad
del Vaticano, 19 de abril 2014 (VIS).-La solemne Vigilia de Pascua ha
comenzado esta noche a las 20,30 en la basílica de San Pedro. El
Papa Francisco ha presidido los ritos que comienzan con la bendición
del fuego, en la entrada de la basílica, y la preparación del cirio
pascual y prosiguen con la procesión hacia el altar mayor, con el
cirio ya encendido, el canto del Exsultet y la Liturgia de la
Palabra. En el curso de la ceremonia el Santo Padre ha administrado
los sacramentos de la iniciación cristiana (Bautismo, Confirmación
y Primera Comunión) a diez personas procedentes de Italia,
Bielorrusia, Senegal, Libano, Francia y Vietnam.
Publicamos
a continuación la homilía pronunciada por el Papa:
“El
Evangelio de la resurrección de Jesucristo comienza con el ir de las
mujeres hacia el sepulcro, temprano en la mañana del día después
del sábado. Se dirigen a la tumba, para honrar el cuerpo del Señor,
pero la encuentran abierta y vacía. Un ángel poderoso les dice:
''Vosotras no tengáis miedo'' y les manda llevar la noticia a los
discípulos: ''Ha resucitado de entre los muertos y va por delante de
vosotros a Galilea'' . Las mujeres se marcharon a toda prisa y,
durante el camino, Jesús les salió al encuentro y les dijo: ''No
temáis: id a comunicar a mis hermanos que vayan a Galilea; allí me
verán'' . "Non tengáis miedo'', "no temáis": es una
voz que anima a abrir el corazón para recibir este mensaje".
Después
de la muerte del Maestro, los discípulos se habían dispersado; su
fe se deshizo, todo parecía que había terminado, derrumbadas las
certezas, muertas las esperanzas. Pero entonces, aquel anuncio de las
mujeres, aunque increíble, se presentó como un rayo de luz en la
oscuridad. La noticia se difundió: Jesús ha resucitado, como había
dicho… Y también el mandato de ir a Galilea; las mujeres lo habían
oído por dos veces, primero del ángel, después de Jesús mismo:
''Que vayan a Galilea; allí me verán''. "No temáis" y
"vayan a Galilea".
Galilea
es el lugar de la primera llamada, donde todo empezó. Volver allí,
volver al lugar de la primera llamada. Jesús pasó por la orilla del
lago, mientras los pescadores estaban arreglando las redes. Los
llamó, y ellos lo dejaron todo y lo siguieron .
Volver
a Galilea quiere decir releer todo a partir de la cruz y de la
victoria; sin miedo, "no temáis". Releer todo: la
predicación, los milagros, la nueva comunidad, los entusiasmos y las
defecciones, hasta la traición; releer todo a partir del final, que
es un nuevo comienzo, de este acto supremo de amor.
También
para cada uno de nosotros hay una ''Galilea'' en el comienzo del
camino con Jesús. ''Ir a Galilea'' tiene un significado bonito,
significa para nosotros redescubrir nuestro bautismo como fuente
viva, sacar energías nuevas de la raíz de nuestra fe y de nuestra
experiencia cristiana. Volver a Galilea significa sobre todo volver
allí, a ese punto incandescente en que la gracia de Dios me tocó al
comienzo del camino. Con esta chispa puedo encender el fuego para el
hoy, para cada día, y llevar calor y luz a mis hermanos y hermanas.
Con esta chispa se enciende una alegría humilde, una alegría que no
ofende el dolor y la desesperación, una alegría buena y serena.
En
la vida del cristiano, después del bautismo, hay también otra
"Galilea", una ''Galilea'' más existencial: la experiencia
del encuentro personal con Jesucristo, que me ha llamado a seguirlo y
participar en su misión. En este sentido, volver a Galilea significa
custodiar en el corazón la memoria viva de esta llamada, cuando
Jesús pasó por mi camino, me miró con misericordia, me pidió de
seguirlo; volver a Galilea significa recuperar la memoria de aquel
momento en el que sus ojos se cruzaron con los míos, el momento en
que me hizo sentir que me amaba.
Hoy,
en esta noche, cada uno de nosotros puede preguntarse: ¿Cuál es mi
Galilea? Se trata de hacer memoria, regresar con el recuerdo. ¿Dónde
está mi Galilea? ¿La recuerdo? ¿La he olvidado? Búscala y la
encontrarás. Allí te espera el Señor. He andado por caminos y
senderos que me la han hecho olvidar. Señor, ayúdame: dime cuál es
mi Galilea; sabes, yo quiero volver allí para encontrarte y dejarme
abrazar por tu misericordia. No tengáis miedo, no temáis, volved a
Galilea.
El
evangelio es claro: es necesario volver allí, para ver a Jesús
resucitado, y convertirse en testigos de su resurrección. No es un
volver atrás, no es una nostalgia. Es volver al primer amor, para
recibir el fuego que Jesús ha encendido en el mundo, y llevarlo a
todos, a todos los extremos de la tierra. Volver a Galilea sin miedo.
''Galilea
de los gentiles'': horizonte del Resucitado, horizonte de la Iglesia;
deseo intenso de encuentro… ¡Pongámonos en camino! ''
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