Ciudad
del Vaticano, 21 septiembre 2013
(VIS).-El Pontificio Consejo para las Comunicaciones Sociales, cuyo
presidente es el arzobispo Claudio Maria Celli, ha celebrado del 19
al 21 de septiembre su asamblea plenaria que esta vez ha tenido como
tema “La red y la Iglesia”. Esta mañana, los participantes en el
encuentro, han sido recibidos en audiencia por el Papa que, en el
discurso que les ha dirigido ha planteado tres cuestiones: La
importancia de la comunicación para la Iglesia, el papel que ésta
debe desempeñar con los propios medios de comunicación y la
necesidad de fijarse como objetivo en este ámbito, en la red, el
encuentro con Cristo.
Refiriéndose
al primer punto Francisco ha recordado que este año se cumplen 50
años de la aprobación del Decreto conciliar Inter mirifica,
subrayando que el aniversario no podía reducirse sólo una
conmemoración porque en Inter mirifica se hace patente “el interés
de la Iglesia por la comunicación y por sus instrumentos,
importantes también en una dimensión evangelizadora. En los últimos
decenios los medios de comunicación se han desarrollado mucho, pero
esta solicitud continúa, asumiendo nuevas sensibilidades y nuevas
formas. El panorama comunicativo se ha convertido poco a poco para
muchos en un “ambiente vital”, una red donde las personas se
comunican, amplían el horizonte de sus contactos y de sus
relaciones”.
“En
cualquier situación, más allá de la puramente tecnológica - ha
dicho hablando del papel de la Iglesia y sus medios -creo que el
objetivo ha de ser lograr inserirse en el diálogo con los hombres y
mujeres de hoy, para comprender sus expectativas, sus dudas, sus
esperanzas. Son hombres y mujeres a veces un poco desilusionados con
un cristianismo que les parece estéril, que tiene dificultades
precisamente para comunicar incisivamente el sentido profundo que da
la fe. En efecto, precisamente hoy, en la era de la globalización,
estamos asistiendo a un aumento de la desorientación....Es
importante, por eso, saber dialogar, entrando también, aunque no sin
discernimiento, en los ambientes creados por las nuevas tecnologías,
en las redes sociales, para hacer visible una presencia ...que
escucha, dialoga, anima. No tengan miedo de ser esa presencia,
llevando consigo su identidad cristiana cuando se hacen ciudadanos de
estos ambientes. ¡Una Iglesia que acompaña en el camino, sabe
ponerse en camino con todos!”.
Francisco
ha reafirmado que en este contexto comunicativo la cuestión no es
principalmente tecnológica, sino de significado: “¿Somos capaces,
también en este campo... de llevar al encuentro con Cristo? ¿Somos
capaces de comunicar el rostro de una Iglesia que es “casa” de
todos?”, se ha preguntado, explicando que “también en el
contexto de la comunicación es necesario que la Iglesia consiga
llevar calor, que enardezca los corazones.... Tenemos un tesoro
precioso que transmitir, un tesoro que da luz y esperanza... El gran
continente digital no es simplemente tecnología, sino que está
formado por hombres y mujeres que llevan consigo lo que tienen
dentro, sus experiencias, sus sufrimientos, sus anhelos, la búsqueda
de la verdad, de la belleza, de la bondad. Es necesario saber indicar
y llevar a Cristo, compartiendo estas alegrías y esperanzas, como
María que llevó a Cristo al corazón del hombre; es necesario saber
entrar en la niebla de la indiferencia sin perderse; es necesario
bajar también a la noche más oscura sin verse dominados por la
oscuridad y perderse; escuchar las ilusiones de muchos, sin dejarse
seducir; acoger las desilusiones, sin caer en la amargura; palpar la
desintegración ajena, sin dejarse disolver o descomponer en la
propia identidad.
“Es
importante la atención y la presencia de la Iglesia en el mundo de
la comunicación, para dialogar con el hombre de hoy y llevarlo al
encuentro con Cristo, siendo conscientes ... que el problema de fondo
no es la adquisición de sofisticadas tecnologías. Que nos quede
siempre claro - ha concluido- que creemos en un Dios apasionado por
el hombre, que quiere manifestarse mediante nuestros medios, aunque
siempre son pobres, porque es Él quien obra, transforma, salva la
vida del hombre. Pidamos al Señor que enardezca nuestro corazón y
nos sostenga en la misión fascinante de llevarle al mundo”.
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