Ciudad
del Vaticano, 22 de septiembre 2013 (VIS).- El
Santo Padre a las 10 de la mañana y tras saludar a los
representantes políticos que le esperaban, entró en el santuario de
Nuestra Señora de Bonaria y encontró a un grupo de enfermos. Acto
seguido se dirigió a la plaza contigua del santuario donde presidió
la celebración de la Santa Misa junto al arzobispo de Cagliari,
monseñor Arrigo Miglio. En su homilía, el Papa aludió nuevamente a
la falta de trabajo, la precariedad y la incertidumbre del futuro que
sufren los habitantes de la isla sarda. "Se necesita la
colaboración leal de todos -dijo- con el esfuerzo de los
responsables de las instituciones y también de la Iglesia, para
asegurar a las personas y a las familias los derechos fundamentales y
hacer crecer una sociedad más fraterna y solidaria. Asegurar el
derecho al trabajo, el derecho a llevar el pan a casa, pan ganado con
el trabajo".
Francisco garantizó
a los presentes su cercanía y les animó a "perseverar con el
testimonio en los valores humanos y cristianos tan profundamente
arraigados en la fe y la historia de este territorio y de la
población. ¡Mantened siempre encendida la luz de la esperanza!".
Asimismo reiteró cómo María nos enseña a tener confianza en Dios,
en su misericordia y cómo el encontrar su mirada es reflejo de la
mirada del Padre que la hizo Madre de Dios y la mirada del Hijo desde
la Cruz, que la convirtió en nuestra Madre. "Con esa mirada,
María nos mira hoy. Necesitamos su mirada de ternura -dijo el Papa-,
su mirada materna que nos conoce mejor que nadie, su mirada llena de
compasión y de cuidados".
Francisco instó a
los sardos a que, a pesar de las dificultades, no olvidaran que no
están solos, que son un pueblo y que en el camino no tuvieran miedo
de mirarse los unos a los otros de manera fraternal como enseña
María. "Ella nos invita a ser verdaderos hermanos -continuó-.
No permitamos que nada ni nadie se interponga entre nosotros y la
mirada de la Virgen... ¡que no nos roben su mirada!".
Al finalizar la
celebración eucarística el Santo Padre rezó el Ángelus junto a
los fieles y peregrinos presentes a los que encomendó a la Virgen de
Bonaria. Recordando todos los santuarios marianos presentes en
Cerdeña y el profundo vínculo que expresan los sardos en su
devoción y en la cultura hacia María, Francisco les pidió ser
siempre "hijos de María y de la Iglesia y demostrarlo con
vuestra vida y siguiendo el ejemplo de los santos". Junto a
estas palabras el Pontífice recordó la proclamación como beato del
fraile capuchino Tommaso Acerbis da Olera, que tuvo lugar el sábado
en Bérgamo.
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