Ciudad
del Vaticano, 3 de junio 2013 (VIS).-En la solemnidad del Corpus
Christi el Santo Padre presidió ayer tarde las cinco en la
basílica de San Pedro la adoración eucarística, en el marco del
Año de la Fe, a la que estaban invitadas a unirse espiritualmente
todas las diócesis del mundo.
Se
ha tratado de un acontecimiento histórico ya que por primera vez en
la historia de la Iglesia las catedrales de todo el mundo se han
sincronizado con la hora de Roma y durante 60 minutos han estado en
comunión con el Papa en adoración eucarística, bajo el lema “Un
solo Señor, una sola fe”. Pero no solamente las catedrales se han
sintonizado con la hora de la diócesis del Papa; también lo han
hecho las parroquias, las congregaciones religiosas, sobre todo
los monasterios de clausura y diversas asociaciones
El
coro de la Capilla Sixtina ha acompañado el camino del Papa
Francisco a lo largo de la nave central de San Pedro donde se ha
rezado por las intenciones del Santo Padre: “Por la Iglesia,
extendida en todo el mundo y recogida hoy en señal de unidad en la
adoración de la Santísima Eucaristía. Que el Señor la haga cada
vez más obediente a la escucha de su Palabra para presentarse ante
el mundo siempre “más hermosa, sin mancha, ni arruga, sino santa e
inmaculada”. Que a través de su fiel anuncio, la Palabra que salva
resuene aún como portadora de misericordia y haga que el amor se
redoble para dar un sentido pleno al dolor y al sufrimiento,
devolviendo alegría y serenidad”.
“Por
aquellos que en los diversos lugares del mundo viven el sufrimiento
de nuevas esclavitudes y son víctimas de la guerra, de la trata de
personas, del narcotráfico y del trabajo “esclavo”; por los
niños y las mujeres que padecen todas las formas de la violencia.
¡Que su grito silencioso de ayuda encuentre a la Iglesia vigilante
para que, teniendo la mirada puesta en Cristo crucificado no se
olvide de tantos hermanos y hermanas dejados a merced de la
violencia! Por todos aquellos que, además, se encuentran en la
precariedad económica, sobre todo los desempleados, los ancianos,
los inmigrantes, los que carecen de hogar, los presos y cuantos
experimentan la marginación. ¡Que la oración de la Iglesia y su
cercanía activa les de consuelo y ayuda en la esperanza y fuerza y
audacia en la defensa de la dignidad de la persona!”
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