Ciudad
del Vaticano, 28 julio 2013 (VIS).- A última hora de la tarde de
ayer, sábado, el Papa se desplazó a Copacabana para celebrar una
vigilia de oración con los jóvenes. La Liturgia de la Palabra
comenzó con varios testimonios y varias preguntas que los jóvenes
hicieron al Santo Padre.
Al
finalizar el Papa dirigió un discurso a los casi dos millones de
jóvenes que participaban en el encuentro en el que recordó cómo el
Señor pidió a San Francisco "dar su contribución a la vida de
la Iglesia...ponerse al servicio de la Iglesia, amándola y
trabajando para que en ella se reflejara cada vez más el rostro de
Cristo. También hoy -dijo el Papa- el Señor sigue necesitando a los
jóvenes para su Iglesia. Queridos jóvenes, el Señor los necesita.
También hoy llama a cada uno de ustedes a seguirlo en su Iglesia y a
ser misioneros".
Debido
al mal tiempo, la vigilia, que estaba prevista celebrarse en el
"Campus Fidei" de Guaratiba, tuvo que ser trasladada a
Copacabana. A pesar de ello, Francisco les animó a aprender algo de
esa situación. "¿No estaría el Señor queriendo decirnos que
el verdadero campo de la fe, el verdadero Campus Fidei, no es un
lugar geográfico sino que somos nosotros? -dijo-. De esta forma el
Papa intrudujo en su discurso tres imágenes de "campo",
para ayudar, como dijo, "a entender mejor lo que significa ser
un discípulo-misionero".
En
primer lugar, el campo como lugar donde se siembra. Aquí el Papa
recordó la parábola del sembrador y las simientes que cayeron al
borde del camino, entre piedras o en medio de espinas, y no llegaron
a desarrollarse y las otras que cayeron en tierra buena y dieron
fruto. "Jesús mismo explicó el significado de la parábola: La
simiente es la Palabra de Dios sembrada en nuestro corazón. Hoy,
todos los días, -dijo el Papa-, pero hoy de manera especial, Jesús
siembra. Cuando aceptamos la Palabra de Dios, entonces somos el Campo
de la Fe. Por favor, dejen que Cristo y su Palabra entren en su vida,
dejen entrar la simiente de la Palabra de Dios... dejen que crezca.
Dios hace todo pero ustedes déjenlo hacer".
"Creo
que con honestidad podemos hacernos la pregunta: ¿Qué clase de
terreno somos? -preguntó Francisco-. Quizás a veces somos como el
camino: escuchamos al Señor, pero no cambia nada en nuestra vida,
porque nos dejamos atontar por tantos reclamos superficiales que
escuchamos...O somos como el terreno pedregoso: acogemos a Jesús con
entusiasmo, pero somos inconstantes ante las dificultades, no tenemos
el valor de ir a contracorriente... O somos como el terreno espinoso:
las cosas, las pasiones negativas sofocan en nosotros las palabras
del Señor. ¿Tengo en mi corazón la costumbre de jugar a dos
puntas, y quedar bien con Dios y quedar bien con el diablo? ¿Querer
recibir la semilla de Jesús y a la vez regar las espinas... que
nacen en mi corazón?".
El
Papa confesó estar seguro de que "hoy la simiente puede caer en
buena tierra... No padre, yo no soy buena tierra... estoy lleno de
piedras, de espinas. Sí, puede que eso esté allá arriba, pero haz
un pedacito, haz un cachito de buena tierra y deja que caiga allí, y
vas a ver cómo germina. Yo sé que ustedes quieren ser buena tierra,
cristianos en serio, no cristianos a medio tiempo... que parecen
cristianos y en el fondo no hacen nada. No cristianos de fachada...
sino cristianos auténticos. Sé que ustedes no quieren vivir en la
ilusión de una libertad chirle (insustancial) que se deja arrastrar
por la moda y las conveniencias del momento. Sé que ustedes apuntan
a lo alto, a decisiones definitivas que den pleno sentido... En
silencio dejemos entrar la semilla de Jesús. Acuérdense de este
momento. Cada uno sabe el nombre de la semilla que entró. Déjenla
crecer y Dios la va a cuidar".
En
segundo lugar, el campo como lugar de entrenamiento."Jesús nos
pide que le sigamos toda la vida.. que juguemos en su equipo. A la
mayoría de ustedes les gusta el deporte... Pues bien, ¿qué hace un
jugador cuando se le llama para formar parte de un equipo? Tiene que
entrenarse... Así es nuestra vida de discípulos del Señor... Jesús
nos ofrece algo más grande que la Copa del Mundo; ¡algo más grande
que la Copa del Mundo! Jesús nos ofrece la posibilidad de una vida
fecunda y feliz, y también un futuro con él que no tendrá fin,
allá en la vida eterna -aseguró el Santo Padre-. Pero nos pide que
paguemos la entrada. Y la entrada es que nos entrenemos para "estar
en forma"... dando testimonio de nuestra fe. A través del
diálogo con él: la oración".
Francisco
dirigió varias preguntas a los jóvenes y les pidió que se
respondieran en silencio, dentro de sus corazones. "¿Yo rezo?
-dijo-. ¿Dejo que el Espíritu Santo hable en mi corazón? ¿Yo le
pregunto a Jesús: Qué quieres que haga?... Esto es entrenarse.
Pregúntenle a Jesús, hablen con Jesús. Y si cometen un error en la
vida... si hacen algo que está mal, no tengan miedo... siempre
hablen con Jesús, en las buenas y en las malas... Eso es la oración.
Y con eso se van entrenando en el diálogo con Jesús en este
discipulado misionero. Y también a través de los sacramentos, que
hacen crecer en nosotros su presencia. A través del amor fraterno...
a todos, sin excluir y sin marginar. Estos son los entrenamientos
para seguir a Jesús: la oración, los sacramentos y la ayuda a los
demás, el servicio a los demás".
Por
último, el campo como obra en construcción. "Cuando nuestro
corazón es una tierra buena que recibe la Palabra de Dios, cuando
"se suda la camiseta", tratando de vivir como cristianos,
experimentamos algo grande: nunca estamos solos, formamos parte de
una familia de hermanos que recorren el mismo camino: somos parte de
la Iglesia... Somos parte de la iglesia, más aún, nos convertimos
en constructores de la Iglesia y protagonistas de la historia.
Chicos y chicas, por favor: no se metan en la cola de la historia.
Sean protagonistas... Pateen adelante, construyan un mundo mejor".
Francisco
recordó que "en la Iglesia de Jesús, las piedras vivas somos
nosotros, y Jesús nos pide que edifiquemos su Iglesia; cada uno de
nosotros es una piedra viva, es un pedacito de la construcción. Cada
pedacito vivo tiene que cuidar la unidad y la seguridad de la
Iglesia. Y no construir una pequeña capilla donde sólo cabe un
grupito de personas. Jesús nos pide que su Iglesia sea tan grande
que pueda alojar a toda la humanidad, que sea la casa de todos".
"Por
favor, -les pidió- no dejen que otros sean los protagonistas del
cambio. Ustedes son los que tienen el futuro... Sigan superando la
apatía y ofreciendo una respuesta cristiana a las inquietudes
sociales y políticas que se van planteando en diversas partes del
mundo. Les pido que sean constructores del futuro, que se metan en el
trabajo por un mundo mejor. Queridos jóvenes, por favor, no
“balconeen” la vida, métanse en ella, Jesús no se quedó en el
balcón, se metió... ¿Por dónde empezamos?... Una vez, le
preguntaron a la Madre Teresa qué era lo que había que cambiar en
la Iglesia, para empezar... Por ti y por mí, contestó ella... Yo
también hoy le robo la palabra a la madre Teresa, y te digo: Por vos
y por mí".
"Queridos
amigos -continuó-, no se olviden: ustedes son el campo de la fe.
Ustedes son los atletas de Cristo. Ustedes son los constructores de
una Iglesia más hermosa y de un mundo mejor. Levantemos nuestros
ojos hacia la Virgen. Ella nos ayuda a seguir a Jesús, nos da
ejemplo con su sí a Dios: Aquí está la esclava del Señor, que se
cumpla en mí lo que has dicho . Se lo digamos también nosotros a
Dios -finalizó-, junto con María: Hágase en mí según tu palabra.
Que así sea".
Al
finalizar el discurso del Papa Francisco, varios diáconos llevaron
en procesión al Santísimo Sacramento. Tras una adoración
Eucarística y la oración de los jóvenes en diferentes lenguas, la
celebración llegó a su fin con el Salve Regina.
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