Ciudad
del Vaticano, 27 de julio 2013 (VIS).- El
Santo Padre se desplazó ayer viernes por la mañana al parque
"Quienta da Boa Vista", a 19 kilómetros de la residencia
Sumaré. Inicialmente, el parque era un bosque que pertenecía a la
Compañía de Jesús; en la actualidad, es un parque municipal donde
se encuentra el Bioparque de Río y el Museo Nacional, la primera
institución científica del País considerada el principal Museo de
Historia Natural y Antropológico de toda América Latina. En el
parque se instalaron numerosos confesonarios para impartir el
sacramento de la penitencia a los jóvenes de la JMJ, uno de ellos
fue elegido por el Papa para confesar personalmente a cinco jóvenes
de lengua italiana, española y portuguesa. Al terminar, Francisco,
se trasladó en coche al arzobispado de Río, situado en el Palacio
de Mitra Arquiepiscopal. Se trata de un edificio construido en 1918
como residencia oficial del primer cardenal arzobispo de Río de
Janeiro, Joaquim Arcoverde Cavalcanti de Albuquerque. Obra del
arquitecto Morales de los Rios, se caracteriza por el estilo
ecléctico de sus muchas referencias arquitectónicas de monumentos
históricos. Durante la dictadura militar, el entonces arzobispo
cardenal Eugenio Sales ofreció asilo a los opositores del régimen
en el interior del Palacio.
A las 11.30 horas el Papa tuvo un breve encuentro
con 8 jóvenes detenidos, seis chicos y dos chicas, que cumplen
condena en diferentes cárceles de menores de Río. Los jóvenes
regalaron al Santo Padre un rosario gigante hecho con poliéster. En
la cruz se leía "Candelaria nunca más" haciendo
referencia a la terrible tragedia del 22 de julio de 1993, cuando un
grupo de hombres armados asesinaron a niños y jóvenes de la calle
que se encontraban en la puerta de la iglesia de la Candelaria en
Río. En las cuentas del Rosario estaban escritos los nombres de
muchos de los chicos que murieron aquel día. Francisco rezó con los
chavales por todos aquellos fallecidos a causa de la violencia y
lanzó el mensaje: "Nunca más violencia, solo amor".
Inmediatamente
después el Pontífice se desplazó a la capilla para saludar a las
religiosas de la residencia y desde el balcón central rezó la
oración del Ángelus junto a los fieles que llenaron la plaza y las
calles adyacentes.
"Me
gustaría que mi paso por esta ciudad de Río -dijo - renovase en
todos el amor a Cristo y a la Iglesia, la alegría de estar unidos a
Él y de pertenecer a la Iglesia, y el compromiso de vivir y dar
testimonio de la fe".
Francisco
explicó los tres momentos en los que se reza la "oración
sencilla del Ángelus" que "nos recuerda un acontecimiento
luminoso que ha transformado la historia: la Encarnación, el Hijo de
Dios se ha hecho hombre en Jesús de Nazaret".
Asimismo
dedicó unas palabras a los santos Joaquín y Ana, padres de la
Virgen y comentó cómo María había crecido dentro de una casa en
la que le transmitieron el amor de Dios, en el calor de la familia.
"¡Qué precioso es el valor de la familia, como lugar
privilegiado para transmitir la fe!" dijo el Papa, que
refiriéndose al ambiente familiar recordó que en muchos países se
celebra la fiesta de los abuelos en el día de los santos Joaquín y
Ana y subrayó la importancia de esta figura familiar: "Qué
importantes son en la vida de la familia -refiriéndose a los
abuelos- para comunicar ese patrimonio de humanidad y de fe que es
esencial para toda sociedad. Y qué importante es el encuentro y el
diálogo intergeneracional, sobre todo dentro de la familia".
El
Papa mencionó el documento final de Aparecida en el que se dice que
los niños y ancianos construyen el futuro de los pueblos. "Los
niños -dijo- porque llevarán adelante la historia, los ancianos
porque transmiten la experiencia y la sabiduría de su vida. Esta
relación, este diálogo entre las generaciones, es un tesoro que
tenemos que preservar y alimentar".
Al
finalizar, el Papa se dirigió al Salón Redondo, situado en la
primera planta del Palacio, para comer con el arzobispo Tempesta y
con 12 jóvenes de diferentes nacionalidades, representantes de cada
continente. Al terminar el almuerzo, el Santo Padre se trasladó a la
Residencia Sumaré para reposar antes de que diera comienzo el
Viacrucis.
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