CIUDAD DEL VATICANO, 11 DIC 2002 (VIS) - Juan Pablo II presidió ayer por la tarde en la basílica de San Pedro la tradicional misa para los universitarios de los ateneos romanos. Celebró la Eucaristía el cardenal Camillo Ruini, vicario del Papa para la diócesis de Roma y presidente de la Conferencia Episcopal Italiana.
La homilía, pronunciada por el Santo Padre, se centró en el Libro de la Consolación de Isaías que profetiza, dijo Juan Pablo II, "el nacimiento de Cristo, anuncio de consuelo para toda la humanidad" cuando "'se revelar la gloria del Señor y todo hombre la verá '".
El Papa se refirió, en este contexto, a la "gloria de Dios y la gloria de los seres humanos", recordando que desde los tiempos de Nabucodonosor, "nada resiste a Dios; (...) solo El con su omnipotencia (...) guía las suertes del ser humano y de la historia". Después, reflexionando sobre la época actual dijo: "¡Qué frágiles se han demostrado las potencias que pretendían imponer su dominio! También la ciencia, la técnica y la cultura cuando muestran pretensiones de omnipotencia se revelan en el fondo como la hierba que se seca pronto, como una flor que se marchita y muere".
Las palabras del profeta, prosiguió el Pontífice, "no mortifican la libertad humana", al contrario favorecen "la promoción auténtica del ser humano". En este sentido, "la pastoral universitaria que la Iglesia (...) promueve en los centros de estudio y de investigación científica ofrece una gran ayuda".
Recordando su experiencia universitaria, el Santo Padre dijo que había aprendido a través del "contacto cotidiano con los alumnos y profesores que es necesaria una formación integral que prepare a los jóvenes a la vida; una enseñanza que les eduque para asumir de forma responsable su papel en la familia y en la sociedad, con una competencia no solo profesional sino también humana y espiritual. Esos años que han marcado mi existencia, me han proporcionado enseñanzas provechosas que he intentado reflejar en el ensayo de ética cristiana 'Amor y responsabilidad' y en la obra dramática sobre el matrimonio 'El taller del orfebre'".
El Papa concluyó mencionando el Evangelio leído durante la misa, el pastor que deja el rebaño para buscar a la oveja descarriada. "La omnipotencia de Dios -dijo- (...) está imbuida de ternura. Es una potencia de amor que se inclina con predilección a los más débiles y humildes. Dios no considera a la humanidad como una masa anónima, sino que se detiene en cada individuo y se preocupa personalmente por cada uno. Cristo es el verdadero pastor que reúne al rebaño bajo su brazo".
AC;MISA UNIVERSITARIOS;...;...;VIS;20021211;430;
La homilía, pronunciada por el Santo Padre, se centró en el Libro de la Consolación de Isaías que profetiza, dijo Juan Pablo II, "el nacimiento de Cristo, anuncio de consuelo para toda la humanidad" cuando "'se revelar la gloria del Señor y todo hombre la verá '".
El Papa se refirió, en este contexto, a la "gloria de Dios y la gloria de los seres humanos", recordando que desde los tiempos de Nabucodonosor, "nada resiste a Dios; (...) solo El con su omnipotencia (...) guía las suertes del ser humano y de la historia". Después, reflexionando sobre la época actual dijo: "¡Qué frágiles se han demostrado las potencias que pretendían imponer su dominio! También la ciencia, la técnica y la cultura cuando muestran pretensiones de omnipotencia se revelan en el fondo como la hierba que se seca pronto, como una flor que se marchita y muere".
Las palabras del profeta, prosiguió el Pontífice, "no mortifican la libertad humana", al contrario favorecen "la promoción auténtica del ser humano". En este sentido, "la pastoral universitaria que la Iglesia (...) promueve en los centros de estudio y de investigación científica ofrece una gran ayuda".
Recordando su experiencia universitaria, el Santo Padre dijo que había aprendido a través del "contacto cotidiano con los alumnos y profesores que es necesaria una formación integral que prepare a los jóvenes a la vida; una enseñanza que les eduque para asumir de forma responsable su papel en la familia y en la sociedad, con una competencia no solo profesional sino también humana y espiritual. Esos años que han marcado mi existencia, me han proporcionado enseñanzas provechosas que he intentado reflejar en el ensayo de ética cristiana 'Amor y responsabilidad' y en la obra dramática sobre el matrimonio 'El taller del orfebre'".
El Papa concluyó mencionando el Evangelio leído durante la misa, el pastor que deja el rebaño para buscar a la oveja descarriada. "La omnipotencia de Dios -dijo- (...) está imbuida de ternura. Es una potencia de amor que se inclina con predilección a los más débiles y humildes. Dios no considera a la humanidad como una masa anónima, sino que se detiene en cada individuo y se preocupa personalmente por cada uno. Cristo es el verdadero pastor que reúne al rebaño bajo su brazo".
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