Ciudad
del Vaticano, 13 de junio de 2015 (Vis).-El Papa recibió esta mañana
en la Sala Clementina a doscientos miembros del Consejo Superior de
la Magistratura Italiana (CSM), que acaba de renovar su composición.
En el discurso que les dirigió, Francisco habló de la complejidad
de la legislación en nuestros días y de la variedad de casos a los
que debe dar respuesta teniendo en cuenta también el fenómeno de la
globalización que a veces puede ser vehículo de concepciones e
incluso de normas ajenas a las raíces de un determinado tejido
social.
''En
este contexto de profunda sacudida de las raíces culturales -señaló-
es importante que las autoridades públicas, y entre ellas las
judiciales, utilicen el espacio concedido para proporcionar
estabilidad y robustecer los cimientos de la convivencia civil
mediante la recuperación de los valores fundamentales... a los que
el cristianismo ha prestado los cimientos más adecuados y
verdaderos: el amor de Dios, que es inseparable del amor al
prójimo''.
Partiendo
de esas bases, prosiguió el Pontífice, se pueden contrarrestar
eficazmente fenómenos como ''la expansión de la delincuencia, en
sus expresiones económicas y financieras, y el flagelo de la
corrupción, que también han afectado a las democracias más
desarrolladas''. Por eso ''es necesario intervenir no sólo en el
momento de la represión, sino también en la educación, sobre todo
de las nuevas generaciones, presentando una antropología y un
modelo de vida que responda a las aspiraciones más elevadas y
profundas del ánimo humano''.
''A
esa tarea contribuyen, y creo que en la línea del frente, -subrayó
el Papa- todos los que ejercen una función judicial. Aunque los
jueces están llamados a intervenir en caso de una violación de la
norma, también es cierto que la reafirmación de la norma no es sólo
un acto que atañe al individuo, sino que supera siempre el caso
individual interesando a la entera comunidad. En este sentido, todo
pronunciamiento judicial supera el límite del solo proceso, para
convertirse en la ocasión en que toda la comunidad (''el pueblo'',
en cuyo nombre se pronuncian las sentencias) asume esa regla,
reafirma su valor y por lo tanto, lo que es todavía más importante
aún, se identifica en ella''.
''En
nuestros tiempos, y con razón, se acentúa en particular el tema de
los derechos humanos, que son el núcleo duro del reconocimiento de
la dignidad esencial del hombre. Hay que hacerlo sin abusar de esa
categoría, como por ejemplo cuando se quiere que abarque prácticas
y comportamientos que, en lugar de promover y garantizar la dignidad
humana, en realidad la amenazan o incluso la violan. La justicia no
se hace en abstracto, sino siempre teniendo en cuenta a la persona
en su valor real como ser creado a imagen de Dios y llamados a
realizar, aquí en la tierra, su semejanza''.
El
Papa finalizó recordando la figura del jurista Vittorio Bachelet,
vicepresidente del CSM , asesinado por las Brigadas Rojas en 1980 e
invitando a los magistrados a seguir su ejemplo ''de hombre, de
cristiano y de jurista en su compromiso al servicio de la justicia y
el bien común''.
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