Ciudad del Vaticano, 3 noviembre 2013
(VIS).- A mediodía, el
Santo Padre se asomó a la ventana del estudio del Palacio Apostólico
Vaticano para rezar el Ángelus con los fieles reunidos en la Plaza
de San Pedro. Francisco dedicó su meditación dominical al evangelio
de san Lucas que narra la conversión de Zaqueo. “No
hay ninguna profesión o condición social, no hay pecado o delito de
cualquier tipo que pueda borrar de la memoria y del corazón de Dios
a uno sólo de sus hijos. "Dios recuerda," siempre, no se
olvida de ninguno de los que ha creado, Él es Padre, espera siempre
vigilante y cariñoso ver revivir en el corazón de su hijo el
deseo de volver a casa. Y cuando reconoce ese deseo, aunque sólo se
mencione, y muchas veces sea casi inconscientemente, enseguida está
a su lado, y con su perdón le hace más ligero el camino de la
conversión y del regreso”.
“Si
tienes un peso en tu conciencia, -dijo a los presentes- si te
avergüenzas de muchas cosas que has cometido, detente un momento, no
te asustes. Piensa que alguien te está esperando porque nunca se ha
olvidado de ti; y este alguien es tu Padre, ¡es Dios que te espera!
Sube, como hizo Zaqueo, -animó el Papa- trepa al árbol del deseo
de ser perdonado; te aseguro que no te decepcionará. ¡Jesús es
misericordioso y nunca se cansa de perdonar! Recuérdalo bien, así
que es Jesús... En lo más profundo de nuestro corazón, escuchemos
su voz que nos dice: hoy tengo que alojarme en tu casa, en tu
corazón, en tu vida. Acojámoslo con alegría porque Él puede
cambiarnos, puede transformar nuestro corazón de piedra en un
corazón de carne, puede liberarnos del egoísmo y hacer de nuestra
vida un don de amor”.
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