Ciudad
del Vaticano, 14 septiembre 2013
(VIS).-El sacerdote argentino José Gabriel Brochero (1840-1914),”el
cura Brochero” uno de los personajes más populares de esa nación
es beatificado hoy en Córdoba. Brochero, que destacó por la
asistencia a los enfermos y moribundos durante la epidemia de cólera
que azotó Córdoba en 1867, fue nombrado en 1869 vicario del
departamento de San Alberto, hoy Valle Traslasierra y allí,
recorriendo con su mula las aldeas, se hizo cargo de las necesidades
de sus habitantes, construyó iglesias, capillas y escuelas y,
ayudado por los paisanos abrió caminos y pasajes entre las montañas.
En su vejez quedó sordo y ciego a consecuencia de la lepra contraída
porque vivía en estrecho contacto con los que padecían esa
enfermedad.
Con
motivo de la beatificación, el Santo Padre ha enviado una carta al
arzobispo de Santa Fe y presidente de la Conferencia Episcopal
Argentina, monseñor José María Arancedo, de la que reproducimos
amplios extractos:
“Que
finalmente el Cura Brochero esté entre los beatos es una alegría y
una bendición muy grande para los argentinos y devotos de este
pastor con olor a oveja, que se hizo pobre entre los pobres, que
luchó siempre por estar bien cerca de Dios y de la gente, que hizo y
continúa haciendo tanto bien como caricia de Dios a nuestro pueblo
sufrido. Me hace bien imaginar hoy a Brochero párroco en su mula
Malacara recorriendo los largos caminos áridos y desolados de los
200 kilómetros cuadrados de su parroquia, buscando casa por casa a
los bisabuelos y tatarabuelos de ustedes, para preguntarles si
necesitaban algo y para invitarlos a hacer los ejercicios
espirituales de san Ignacio de Loyola. Conoció todos los rincones de
su parroquia. No se quedó en la sacristía a peinar ovejas”.
“El
Cura Brochero era una visita del mismo Jesús a cada familia. Él
llevaba la imagen de la Virgen, el libro de oraciones con la Palabra
de Dios, las cosas para celebrar la Misa diaria. Lo invitaban con
mate, charlaban y Brochero les hablaba de un modo que todos lo
entendían porque le salía del corazón, de la fe y el amor que él
tenía a Jesús”.
“En
una beatificación es muy importante su actualidad pastoral. El Cura
Brochero tiene la actualidad del Evangelio, es un pionero en salir a
las periferias geográficas y existenciales para llevar a todos el
amor, la misericordia de Dios. No se quedó en el despacho
parroquial, se desgastó sobre la mula y acabó enfermando de lepra,
a fuerza de salir a buscar a la gente, como un sacerdote callejero de
la fe. Esto es lo que Jesús quiere hoy, discípulos misioneros,
¡callejeros de la fe!. Brochero era un hombre normal, frágil, como
cualquiera de nosotros, pero conoció el amor de Jesús...supo
salir... del egoísmo mezquino que todos tenemos, venciéndose a sí
mismo, superando con la ayuda de Dios esas fuerzas interiores de las
que el demonio se vale para encadenarnos a la comodidad... Escuchó
el llamado de Dios y eligió el sacrificio de trabajar por su Reino,
por el bien común que la enorme dignidad de cada persona se merece
como hijo de Dios, y fue fiel hasta el final: continuaba rezando y
celebrando la misa incluso ciego y leproso”.
“Dejemos
que el Cura Brochero entre hoy, con mula y todo, en la casa de
nuestro corazón y nos invite a la oración, al encuentro con Jesús,
que nos libera de ataduras para salir a la calle a buscar al hermano,
a tocar la carne de Cristo en el que sufre y necesita el amor de
Dios”.
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