Ciudad
del Vaticano, 1 de mayo 2013 (VIS).-La importancia del trabajo y la
contemplación de Jesús, siguiendo el ejemplo de José y María, han
sido los temas centrales de la primera catequesis del Papa del mes
de mayo que ha coincidido con la festividad de San José obrero.
Ante
más de 70.000 personas reunidas en la Plaza de San Pedro para
asistir a la audiencia general, el Papa ha explicado que Jesús
“entra en nuestra historia, viene en medio de nosotros, naciendo de
María por obra de Dios, pero con la presencia de san José, el padre
legal que lo custodia y le enseña también su trabajo... el oficio
de carpintero, en el taller de Nazaret, compartiendo con él el
empeño, la fatiga, la satisfacción y también las dificultades de
cada día. Esto nos recuerda la dignidad y la importancia del
trabajo. El Libro del Génesis narra que Dios creó al hombre y a la
mujer confiándoles la tarea de llenar la tierra y de dominarla, que
no significa explotarla, sino cultivarla y custodiarla, cuidarla con
la propia obra”.
El
trabajo “forma parte del plan de amor de Dios: nosotros estamos
llamados a cultivar y custodiar todos los bienes creados y de este
modo participamos en la obra de creación .El trabajo es un elemento
fundamental para la dignidad de una persona... nos hace semejantes a
Dios, que ha trabajado y trabaja, actúa siempre; da la capacidad de
mantenerse a sí mismos, a la propia familia, de contribuir al
crecimiento de la propia Nación. Y aquí - ha añadido el pontífice-
pienso en las dificultades que, en varios países, encuentra hoy el
mundo del trabajo y de la empresa; pienso en cuantos, y no sólo
jóvenes, están desempleados, muchas veces debido a una concepción
economicista de la sociedad, que busca el provecho egoísta, más
allá de los parámetros de la justicia social”.
“Quiero
invitar a todos a la solidaridad y exhortar a los responsables de la
cosa pública a que lleven a cabo todos los esfuerzos posibles
para dar nuevo impulso al empleo. Esto significa preocuparse por la
dignidad de la persona; pero sobre todo quisiera decir que no hay que
perder la esperanza. También san José tuvo momentos difíciles,
pero nunca perdió la confianza y supo superarlos, convencido de que
Dios no nos abandona”.
Después
de esa exhortación el Obispo de Roma se ha referido a otra situación
de trabajo preocupante, el llamado “trabajo esclavo” el trabajo
que esclaviza. Cuántas personas, en todo el mundo, son víctimas de
este tipo de esclavitud, en la que es la persona la que sirve al
trabajo, mientras debe ser el trabajo el que brinde un servicio a las
personas para que tengan dignidad. Pido a los hermanos y hermanas en
la fe y a todos los hombres y mujeres de buena voluntad una opción
decidida contra la trata de personas, dentro de la cual figura el
‘trabajo esclavo’”.
El
Papa ha abordado después el segundo argumento de su catequesis, la
centralidad del Jesús recordando que “en el silencio del quehacer
cotidiano, san José, junto con María, tienen un sólo centro común
de atención: Jesús”, y que la actitud de ambos es la narrada por
San Lucas en su Evangelio cuando habla de que la Virgen “conservaba
estas cosas y las meditaba en su corazón”.”Para escuchar al
Señor -ha dicho- es necesario aprender a contemplarlo, a percibir su
presencia constante en nuestra vida; es necesario detenerse a
dialogar con Él, darle espacio con la oración... ¡Acordémonos más
del Señor en nuestras jornadas!”.
“En
este mes de mayo, quisiera recordar la importancia y la belleza de la
oración del santo Rosario” - ha proseguido Francisco- señalando
que “contemplar los misterios de Jesús, es ...reflexionar sobre
los momentos centrales de su vida, para que ... Él sea el centro de
nuestros pensamientos, de nuestras atenciones y de nuestras acciones.
¡Sería hermoso si, sobre todo en este mes de mayo, se rezase juntos
en familia, con los amigos, en parroquia, el santo Rosario o alguna
oración a Jesús y a la Virgen María! La oración juntos es un
momento precioso para hacer aún más sólida la vida familiar, la
amistad! ¡Aprendamos a rezar cada vez más en familia y como
familia!
“Pidamos
a san José y a la Virgen María -ha concluido el Santo Padre- que
nos enseñen a ser fieles a nuestros compromisos cotidianos, a vivir
nuestra fe en las acciones de cada día y a dar más espacio al Señor
en nuestra vida, a detenernos para contemplar su rostro.”
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