Ciudad
del Vaticano, 2 mayo 2013
(VIS).-El 13 de abril se hizo pública la noticia de que el Papa
Francisco había constituido un grupo de ocho cardenales para
aconsejarlo en ell gobierno de la Iglesia universal y para estudiar
un proyecto de revisión de la Constitución Apostólica Pastor Bonus
sobre la Curia Romana. La decisión despertó gran interés y, al
mismo tiempo, no pocas especulaciones. El arzobispo Angelo Becciu,
Substituto de la Secretaría de Estado concedió ayer, 1 de mayo, una
entrevista sobre este tema al diario “L'Osservatore Romano” de
la que ofrecemos amplios extractos.
P.
Se han escuchado muchas voces sobre la reforma de la Curia:
equilibrio de poderes, moderadores, coordinadores, “superministerios
de economía”, revoluciones...
R.-Efectivamente,
es un poco extraño: el Papa aún no se ha reunido con el grupo de
consejeros que ha elegido y ya llueven consejos. Después de hablar
con el Santo Padre, puedo decir que en este momento es absolutamente
prematuro hacer ninguna suposición sobre la futura estructura de la
Curia. El Papa Francisco está escuchando a todos, pero en primer
lugar, querrá escuchar a aquellos que ha elegido como consejeros.
Sucesivamente se establecerá un proyecto de reforma de la “Pastor
Bonus”, que , obviamente, tendrá que seguir su propio proceso.
P.-
Mucho se ha hablado también del IOR, (Instituto para las Obras de
Religión) y algunos han llegado a hablar de su supresión...
R.-
El Papa se ha sorprendido de que se le atribuyan frases que nunca
ha pronunciado y que tergiversan su pensamiento. La única mención
de ello ha sido durante una breve homilía en Santa Marta,
improvisada, en que recordó con fuerza que la esencia de la
Iglesia consiste en una historia de amor entre Dios y los hombres, y
cómo las diferentes estructuras humanas, incluida el IOR, son menos
importantes. La referencia era una especie de “guiño”, motivado
por la presencia en la misa de algunos empleados del Instituto, en el
contexto de una seria exhortación a no perder nunca de vista la
naturaleza esencial de la Iglesia”.
P.
¿Se prevé entonces que no haya una reestructuración inminente de
la forma actual de los dicasterios?
R.-No
puedo prever una agenda. De todas formas, el Papa ha pedido a todos
los responsables de los dicasterios que continuemos con nuestro
servicio, pero sin proceder, de momento, a la confirmación de los
cargos. Lo mismo se aplica a los miembros de las Congregaciones y
Consejos Pontificios: el ciclo normal de confirmaciones o
nombramientos, que se producen al final de los mandatos de cinco
años, está suspendido por el momento , y todos continúan en sus
funciones "hasta nuevo aviso" (donec Aliter provideatur).
Esto indica la voluntad del Santo Padre de tomarse el tiempo
necesario para la reflexión - y la oración, no hay que olvidarlo
- para tener un panorama detallado de la situación.
P.
A propósito de los consejeros, algunos han llegado a sostener que
una decisión de ese tipo podría cuestionar la primacía del Papa
..
R.-
Se trata de un órgano consultivo, no de toma de decisiones y
realmente no veo cómo la decisión del Papa Francisco pueda poner en
duda el primado. Lo que es cierto es que se trata de un gesto de gran
importancia, que quiere dar una señal clara sobre la modalidad en
que el Santo Padre quiere ejercer su ministerio. No hay que olvidar
cual es la primera tarea asignada al grupo de los ocho cardenales:
ayudar al Papa en el gobierno de la Iglesia universal. No quisiera
que la curiosidad por la configuración y las estructuras de la
Curia Romana eclipsasen el sentido profundo del gesto del Papa.
P.-
Pero el término "consejero" ¿no es demasiado indefinido?
R.-
Por el contrario, el aconsejar es una acción importante que, en la
Iglesia se define teológicamente, y se expresa en muchos niveles.
Pensemos por ejemplo, en los organismos que participan en las
diócesis y en las parroquias o en los consejos de los superiores,
provinciales y generales, en los Institutos de vida consagrada. La
función de aconsejar debe interpretarse desde una perspectiva
teológica: desde una óptica mundana podríamos decir que un
consejo sin poder de decisión es irrelevante; pero eso significaría
equiparar la Iglesia a una empresa. En cambio, desde el punto de
vista teológico, el consejero tiene una función de absoluta
importancia: ayudar al superior en su tarea de discernimiento, es
decir, en entender lo que el Espíritu pide a la Iglesia en un
momento histórico determinado. Sin esta referencia, por otra parte,
no se entendería nada sobre el verdadero significado de gobierno en
la Iglesia”.
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