Ciudad
del Vaticano, 7 enero 2013 (VIS).- Esta mañana, en la Sala Regia del
Palacio Apostólico Vaticano, Benedicto XVI pronunció su discurso
anual a los miembros del Cuerpo Diplomático acreditado ante la Santa
Sede. El Papa fue saludado en primer lugar por el decano del Cuerpo,
el embajador Alejandro Valladares Lanza, de Honduras y recibió las
felicitaciones de todos los embajadores a través del vice-decano el
embajador Jean-Claude Michel del Principado de Mónaco.
Actualmente
la Santa Sede tiene relaciones diplomáticas plenas con 179 países,
a los que hay que añadir la Unión Europea y la Soberana Orden
Militar de Malta y una misión con carácter especial: la Oficina de
la Organización para la Liberación de Palestina.
Por
lo que se refiere a las Organizaciones Internacionales, la Santa
Sede está presente en la ONU en calidad de "Estado observador"
y es además miembro de 7 Organizaciones o Agencias del Sistema ONU,
observador en otras 8 y miembro u observador en 5 Organizaciones
regionales.
Siguen
amplios extractos del discurso del Santo Padre:
"Compete
ante todo a las autoridades civiles y políticas la grave
responsabilidad de trabajar por la paz. Ellas son las primeras que
tienen la obligación de resolver los numerosos conflictos que siguen
ensangrentando a la humanidad, empezando por esta Región
privilegiada en el designio de Dios que es Oriente Medio. Pienso ante
todo en Siria, desgarrada por incesantes masacres y teatro de
espantosos sufrimientos entre la población civil. Renuevo mi
llamamiento para que se depongan las armas y prevalezca cuanto antes
un diálogo constructivo que ponga fin a un conflicto que, de
continuar, no conocerá vencedores sino sólo vencidos, dejando atrás
solo ruinas. Permitidme, Señoras y Señores Embajadores, que os pida
que sigáis sensibilizando a vuestras Autoridades, para que se
faciliten urgentemente las ayudas indispensables para afrontar la
grave situación humanitaria. Miro además con especial atención a
Tierra Santa. Después del reconocimiento de Palestina como Estado
Observador no Miembro de las Naciones Unidas, renuevo el deseo de que
israelitas y palestinos, con el apoyo de la Comunidad internacional,
se comprometan en una convivencia pacífica dentro del marco de dos
estados soberanos, en el que se preserven y garanticen el respeto de
la justicia y las aspiraciones legítimas de los dos pueblos.
Jerusalén, que seas lo que tu nombre significa. Ciudad de la paz y
no de la división; profecía del Reino de Dios y no mensaje de
inestabilidad y oposición."
"Dirigiendo
mi atención a la querida población iraquí, deseo que pueda
recorrer el camino de la reconciliación, para llegar a la
estabilidad deseada. En Líbano, donde en el pasado mes de septiembre
he encontrado sus diversas realidades constitutivas, que todos
cultiven la pluralidad de tradiciones religiosas como una verdadera
riqueza para el país, así como para toda la región, y que los
cristianos den un testimonio eficaz para la construcción de un
futuro de paz con todos los hombres de buena voluntad."
"La
colaboración de todos los miembros de la sociedad es también
prioritaria en África del Norte y, a cada uno de ellos se le ha de
garantizar la plena ciudadanía, la libertad de profesar públicamente
su religión y la posibilidad de contribuir al bien común. Aseguro
mi cercaría y oración a todos los egipcios, en este período en que
se implementan nuevas instituciones."
"Dirigiendo
la mirada a África subsahariana, aliento los esfuerzos para
construir la paz, sobre todo allí donde permanece abierta la plaga
de la guerra, con graves consecuencias humanitarias. Pienso
particularmente en la región del Cuerno de África, como también en
la del este de la República democrática del Congo, donde las
violencias se han reavivado, obligando a numerosas personas a
abandonar sus casas, sus familias y sus ambientes. Al mismo tiempo,
no puedo dejar de mencionar otras amenazas que se perfilan en el
horizonte. A intervalos regulares, Nigeria es el teatro de atentados
terroristas que provocan víctimas, sobre todo entre los fieles
cristianos reunidos en oración, como si el odio quisiera transformar
los templos de oración y de paz en centros de miedo y división. He
sentido una gran tristeza al saber que, precisamente en los días en
que celebrábamos la Navidad, unos cristianos fueron asesinados de
modo bárbaro. Malí está también desgarrada por la violencia y
marcada por una profunda crisis institucional y social, que exige una
atención eficaz por parte de la Comunidad internacional. Espero que
las negociaciones anunciadas para los próximos días en la República
Centroafricana devuelvan la estabilidad y eviten que la población
reviva los horrores de la guerra civil."
"La
construcción de la paz pasa siempre por la protección del hombre y
de sus derechos fundamentales. Esta tarea, incluso cuando se lleva a
cabo con diversa modalidad e intensidad, interpela a todos los países
y debe estar constantemente inspirada por la dignidad trascendente de
la persona humana y por los principios inscritos en su naturaleza.
Entre estos figura en primer lugar el respeto de la vida humana, en
todas sus fases. A este propósito, me alegra que una Resolución de
la Asamblea parlamentaria del Consejo de Europa, en enero del año
pasado, haya solicitado la prohibición de la eutanasia, entendida
como la muerte voluntaria, por acto o por omisión, de un ser humano
en estado de dependencia. Al mismo tiempo, compruebo con tristeza
como en diversos países de tradición cristiana se pretenden
introducir o ampliar legislaciones que despenalizan o liberalizan el
aborto. El aborto directo, es decir, querido como fin o como medio,
es gravemente contrario a la ley moral. Cuando afirma esto, la
Iglesia no deja de tener comprensión y benevolencia, también hacia
la madre. Se trata, más bien, de velar para que la ley no llegue a
alterar injustamente el equilibrio entre el derecho a la vida de la
madre y el del niño no nacido, que pertenece a ambos por igual. En
este ámbito, es una fuente de preocupación el reciente fallo de la
Corte interamericana de derechos del hombre, relativo a la
fecundación in vitro, que redefine arbitrariamente el momento de la
concepción y debilita la defensa de la vida prenatal."
"La
Unión Europea necesita también de Representantes clarividentes y
cualificados que tomen las difíciles decisiones que se necesitan
para enderezar su economía y poner las bases sólidas de su
desarrollo. Es posible que algunos países podrían ir más rápido
solos, pero todos, juntos, irán ciertamente más lejos. Si el índice
diferencial entre los tipos financieros constituye una preocupación,
las crecientes diferencias entre un pequeño número, cada vez más
rico, y un gran número, irremediablemente más pobre, debería
despertar preocupación. Se trata, en una palabra, de no resignarse
al "Spread de bienestar social", mientras se combate el
financiero."
"Invertir
en la educación en los países en vías de desarrollo de África,
Asía y América Latina, significa ayudarles a vencer la pobreza y
las enfermedades, así como a establecer sistemas de derechos
equitativos y respetuosos de la dignidad humana. Es cierto que, para
establecer la justicia, no basta con buenos modelos económicos,
aunque sean necesarios. La justicia solamente se realiza si hay
personas justas. Construir la paz significa, por consiguiente, educar
a los individuos a combatir la corrupción, la criminalidad, la
producción y el tráfico de drogas, así como a evitar divisiones y
tensiones, que amenazan con debilitar la sociedad, obstaculizando el
desarrollo y la convivencia pacífica."
"Continuando
nuestra conversación, quisiera añadir que la paz social esta
amenazada también por ciertos atentados contra la libertad
religiosa: en ocasiones se trata de la marginación de la religión
en la vida social; en otros casos, de intolerancia o incluso de
violencia contra personas, símbolos de identidad e instituciones
religiosas. Se llega también al extremo de impedir a los creyentes,
especialmente a los cristianos, contribuir al bien común a través
de sus instituciones educativas y asistenciales. Para salvaguardar
efectivamente el ejercicio de la libertad religiosa es esencial
además respetar el derecho a la objeción de conciencia. Esta
«frontera» de la libertad toca principios de gran importancia, de
carácter ético y religioso, enraizados en la dignidad misma de la
persona humana. Son como «los muros de carga» de toda sociedad que
desea ser verdaderamente libre y democrática. Por consiguiente,
prohibir, en nombre de la libertad y el pluralismo, la objeción de
conciencia individual e institucional, abriría por el contrario las
puertas a la intolerancia y a la nivelación forzada."
"Por
otra parte, en un mundo de fronteras cada vez más abiertas,
construir la paz a través del diálogo no es una opción sino una
necesidad. En esta perspectiva, la Declaración conjunta entre el
Presidente de la Conferencia episcopal polaca y el Patriarca de
Moscú, firmada en el pasado mes de agosto, es un signo fuerte
ofrecido por los creyentes para favorecer las relaciones entre el
Pueblo ruso y el polaco. Deseo igualmente mencionar el acuerdo de paz
concluido recientemente en Filipinas y subrayar la importancia del
diálogo entre las religiones para una convivencia pacífica en la
región de Mindanao."
Benedicto
XVI terminó afirmando que la paz es "una palabra vacía de
sentido" sin la caridad, y la caridad "es el corazón de la
acción diplomática de la Santa Sede y, ante todo, de la solicitud
del Sucesor de Pedro y de toda la Iglesia católica. La caridad no
sustituye a la justicia negada, ni por otra parte, la justicia suple
a la caridad rechazada. La Iglesia vive cotidianamente la caridad en
sus obras de asistencia, como los hospitales y dispensarios, en sus
obras educativas, como los orfanatos, escuelas, colegios,
universidades, así como a través de la asistencia a las poblaciones
en dificultad, especialmente durante y después de los conflictos. En
nombre de la caridad, la Iglesia quiere también estar cerca de todos
los que sufren a causa de las catástrofes naturales. Pienso en las
víctimas de las inundaciones en el sur de Asia y del huracán que se
abatió sobre la costa oriental de los Estados Unidos de América.
Pienso también a los que han sufrido un fuerte temblor de tierra,
que devastó algunas regiones de Italia septentrional. Como sabéis,
he querido acercarme personalmente a estos lugares, donde he
constatado el deseo ardiente con el que se quiere reconstruir lo que
se ha destruido. Deseo que, en este momento de su historia, este
espíritu de tenacidad y de compromiso compartido anime a toda la
amada nación italiana."
"Al
concluir nuestro encuentro, deseo recordar que el siervo de Dios,
Papa Pablo VI, al final del Concilio Vaticano II, que comenzó hace
cincuenta años, dirigió algunos mensajes que son todavía actuales,
uno de los cuales destinado a todos los gobernantes. Les exhortaba en
estos términos: «A vosotros corresponde ser sobre la tierra los
promotores del orden y de la paz entre los hombres. Pero no lo
olvidéis: es Dios (…) el gran artesano del orden y la paz sobre la
tierra». Hoy, hago mías estas consideraciones al formularos,
Señoras y Señores Embajadores y Miembros distinguidos del Cuerpo
Diplomático, a vuestros familiares y colaboradores, mis más
fervientes votos para el año nuevo. Gracias."
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