Ciudad
del Vaticano, 25 julio 2012
(VIS).-“Turismo y sostenibilidad energética: propulsores del
desarrollo sostenible” es el tema del Mensaje del Pontificio
Consejo para la Pastoral de los Emigrantes e Itinerantes con ocasión
de la Jornada Mundial del Turismo 2012 que se celebra el 27 de
septiembre.
En
el documento firmado por el cardenal Antonio Maria Vegliò y por el
arzobispo Joseph Kalathiparambil, respectivamente presidente y
secretario de ese dicasterio, se recuerda que la Santa Sede se ha
adherido, desde su primera ediciónm a esa iniciativa promovida por
la por la Organización Mundial del Turismo (OMT) “valorándola
como una oportunidad para dialogar con el mundo civil, ofreciendo su
aportación concreta, basada en el Evangelio, y considerándola
también como una ocasión para sensibilizar a toda la Iglesia sobre
la importancia que este sector tiene a nivel económico, social y,
singularmente, en el contexto de la nueva evangelización”.
“También
en esta edición de la Jornada mundial asumimos como propio el tema
que la OMT propone, “Turismo y sostenibilidad energética:
propulsores del desarrollo sostenible”, y que está en consonancia
con el presente “Año internacional de la energía sostenible para
todos”, promulgado por las Naciones Unidas con el objetivo de poner
de relieve “la necesidad de mejorar el acceso a recursos y
servicios energéticos para el desarrollo sostenible que sean
fiables, de costo razonable, económicamente viables, socialmente
aceptables y ecológicamente racionales”.
“El
turismo -constata el mensaje- ha crecido a un ritmo importante en las
últimas décadas. Según las estimaciones de la Organización
Mundial del Turismo, se prevé que durante el presente año se
alcance el hito de los mil millones de llegadas de turistas
internacionales, que ascenderán a dos mil millones en el año 2030.
A éstos hay que añadir los números aún más elevados que supone
el turismo local. Este crecimiento, que tiene ciertamente unos
efectos positivos, puede suponer un serio impacto medioambiental,
debido entre otros factores al consumo desmesurado de recursos
energéticos, al aumento de agentes contaminantes y a la generación
de residuos”.
“El
concepto de “desarrollo sostenible” está ya arraigado en nuestra
sociedad, y el sector del turismo no puede ni debe quedarse al
margen. Cuando hablamos de “turismo sostenible” no nos estamos
refiriendo a una modalidad más entre otras, como podría ser el
turismo cultural, el de playa o el de aventuras. Toda forma y
expresión del turismo ha de llegar a ser necesariamente sostenible,
y no puede ser de otro modo. Y en ese camino, se han de tener
debidamente en cuenta los problemas energéticos. Es un presupuesto
errado el pensar que “existe una cantidad ilimitada de energía y
de recursos utilizables, que su regeneración inmediata es posible y
que los efectos negativos de las manipulaciones de la naturaleza
pueden ser fácilmente absorbidos”.
También
en este ámbito el Pontificio Consejo para la Pastoral de los
Emigrantes e Itinerantes “quiere ofrecer su aportación, desde la
convicción de que “la Iglesia tiene una responsabilidad respecto a
la creación y la debe hacer valer en público”. No nos
corresponde proponer soluciones técnicas concretas, pero sí hacer
ver que el desarrollo no puede reducirse a simples parámetros
técnicos, políticos o económicos. Deseamos acompañar este
desarrollo con unas adecuadas orientaciones éticas, que subrayen el
hecho de que todo crecimiento debe estar siempre al servicio del ser
humano y del bien común”.
“No
podemos separar el tema de la ecología ambiental de la preocupación
por una ecología humana adecuada, entendida como el interés por el
desarrollo integral del ser humano. Así mismo, no podemos desligar
nuestra visión del hombre y de la naturaleza del vínculo que les
une con su Creador. Dios ha encomendado al ser humano la buena
gestión de la creación. Es importante, en primer lugar, un gran
esfuerzo educativo con el fin de promover “un cambio efectivo de
mentalidad que nos lleve a adoptar nuevos estilos de vida”. Esta
conversión de la mente y del corazón “debe permitir llegar
rápidamente a un arte de vivir juntos que respete la alianza entre
el hombre y la naturaleza”.
“Es
justo reconocer que nuestros usos diarios están cambiando, y que
existe una mayor sensibilidad ecológica. Pero también es cierto que
con facilidad se corre el peligro de olvidar estos planteamientos
durante el periodo vacacional, buscando ciertas comodidades a las que
consideramos que tenemos derecho, sin reflexionar siempre sobre sus
consecuencias”.
“Es
necesario cultivar la ética de la responsabilidad y de la prudencia,
preguntándonos por el impacto y las consecuencias de nuestras
acciones. Al respecto, el Santo Padre afirma que “el modo en que el
hombre trata el ambiente influye en la manera en que se trata a sí
mismo, y viceversa. Esto exige que la sociedad actual revise
seriamente su estilo de vida que, en muchas partes del mundo, tiende
al hedonismo y al consumismo, despreocupándose de los daños que de
ello se derivan”. En este punto, será importante animar tanto a
los empresarios como a los turistas a que tengan en cuenta las
repercusiones de sus decisiones y actitudes. Así mismo, es crucial
“favorecer comportamientos caracterizados por la sobriedad,
disminuyendo el propio consumo de energía y mejorando las
condiciones de su uso”.
“Estas
ideas de fondo deben traducirse necesariamente en acciones concretas.
Por ello, y con el objetivo de alcanzar destinos turísticos
sostenibles, deben promoverse y apoyarse todas las iniciativas que
sean energéticamente eficientes y con el menor impacto ambiental
posible, conducentes a usar energías renovables, promover el ahorro
de recursos y evitar la contaminación. Al respecto, es fundamental
que tanto las estructuras turísticas eclesiales como las propuestas
vacacionales que la Iglesia promueve destaquen, entre otras cosas,
por ser respetuosas con el medio ambiente. Todos los sectores
implicados (empresas, comunidades locales, gobiernos y turistas) han
de ser conscientes de la responsabilidad que les corresponde en
vistas a alcanzar formas sostenibles de turismo. Es necesaria la
colaboración entre todas las partes interesadas”.
“La
Doctrina Social de la Iglesia nos recuerda que “la tutela del medio
ambiente constituye un desafío para la entera humanidad: se trata
del deber, común y universal, de respetar un bien colectivo”. Un
bien, del cual, el ser humano no es dueño sino “administrador” (
al que Dios se lo ha confiado para que lo gestione adecuadamente”.
El
Papa Benedicto XVI afirma que “la nueva evangelización, a la que
todos estamos convocados, nos exige tener presente y aprovechar las
numerosas ocasiones que el fenómeno del turismo nos ofrece para
presentar a Cristo como respuesta suprema a los interrogantes del
hombre de hoy”. Invitamos, pues, a todos a promover y disfrutar el
turismo de un modo respetuoso y responsable, de modo que le
permitamos desarrollar todas sus potencialidades, con la certeza de
que la contemplación de la belleza de la naturaleza y de los pueblos
puede llevarnos al encuentro con Dios”, concluye el mensaje.
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