Ciudad
del Vaticano, 13 de mayo de 2012 (VIS).-El Santo Padre llegó a las
18,00 al helipuerto de Sansepolcro, que celebra este año el milenio de
su fundación. Desgraciadamente, debido al mal tiempo, sobre todo a la
niebla, el Papa no pudo visitar, como estaba previsto, el santuario de
La Verna y anticipó así su llegada a Sansepolcro, que lo recibió con más
de trescientos estandartes que adornaban la plaza de Torre di Berta,
donde se encontró con la ciudadanía.
Antes
del encuentro, Benedicto XVI visitó la catedral de San Juan Evangelista
y se detuvo en la capilla de la Santa Faz para adorar el Santísimo
Sacramento y venerar la estatua de madera del Cristo con la túnica.
En
el discurso dirigido a la población, el Papa recordó que hacía mil años
que los santos peregrinos Arcano y Egidio, “ante las grandes
transformaciones de sus tiempos se lanzaron en busca de la verdad y el
sentido de la vida, dirigiéndose hacia Tierra Santa. Al volver, trajeron
consigo no sólo las piedras recogidas en el monte Sión, sino también la
idea que habían concebido en la Tierra de Jesús: construir en el Alto
Valle del Tíber la 'civitas hominis' a imagen de Jerusalén que, en su
mismo nombre, evoca justicia y paz”. Arcano y Egidio “idearon un modelo
de ciudad articulado y cargado de esperanza para el futuro, donde los
discípulos de Cristo estaban llamados a ser el motor de la sociedad en
la promoción de la paz, a través de la práctica de la justicia”. La idea
de los santos peregrinos se convirtió en realidad, “ con la
perseverancia de un camino que, gracias al apoyo del carisma benedictino
y más tarde de los monjes camaldulenses, continuó durante generaciones.
Fue necesario un compromiso decidido para fundar una comunidad
monástica y, después, en torno a la iglesia de la abadía, una ciudad”.
Esa
iglesia, resaltó el pontífice es “el punto de referencia, desde el que
todos pueden orientarse en el camino, pero sobre todo en la vida: es una
invitación a mirar hacia arriba, a elevarse sobre la vida cotidiana
(...) en una tensión constante hacia los valores espirituales y la
comunión con Dios, que no priva de lo cotidiano, sino que orienta y hace
vivir de forma más intensa. Esta perspectiva es válida también hoy,
para recuperar el gusto de la búsqueda de lo 'verdadero' ,para percibir
la vida como un camino que acerca a lo 'verdadero' y lo 'justo'
“En
nuestra época es necesario que el servicio de la Iglesia al mundo se
exprese mediante fieles laicos iluminados, capaces de actuar dentro de
la ciudad del hombre, con la voluntad de servir más allá del interés
privado; más allá de puntos de vista parciales y particulares. El bien
común es más importante que el bien de cada uno y los cristianos están
también llamados a contribuir al nacimiento de una nueva ética pública
(...) Los cristianos, sobre todo los jóvenes, están llamados a
contraponer a la desconfianza por el compromiso político y social, la
dedicación y el amor por la responsabilidad, movidos por la caridad
evangélica, que requiere no encerrarse en sí mismos, sino hacerse cargo
de los demás. Invito a los jóvenes a pensar en grandes cosas : !tened
valor para atreveros! Estad listos para dar un nuevo sabor a la sociedad
civil, con la sal de la honradez y el altruismo desinteresado”.
Uno
de los retos a los que se enfrenta el antiguo burgo de Sansepolcro es
“armonizar el redescubrimiento de su identidad milenaria con la acogida y
la incorporación de culturas y sensibilidades distintas”, observó el
Papa. “San Pablo nos enseña que la Iglesia, y toda la sociedad son como
un cuerpo humano, donde cada parte es diversa de las demás, pero todas
contribuyen al bien del organismo”.
Benedicto
XVI recordó, en fin que la basílica era “la sede de la reencontrada
armonía entre los momentos de culto y de la vida cívica; el punto de
referencia para la pacificación de los ánimos. Así como vuestros padres
fueron capaces de construir este espléndido templo de piedra, para que
fuera signo y llamada a la comunión de vida, vosotros tenéis que hacer
visible y creíble el significado del edificio sagrado, viviendo en paz
en la comunidad eclesial y civil (...) Mirando a vuestro rico patrimonio
espiritual, !sed una Iglesia viva, al servicio del Evangelio! Una
Iglesia acogedora y generosa, que con su testimonio haga presente el
amor de Dios por cada ser humano, especialmente los que sufren y los
necesitados”.
Después del discurso, el Papa saludó a las autoridades y emprendió el regreso a Roma.
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