SANTA SEDE, ESTADO MIEMBRO DE ORGANIZACIÓN INTERNACIONAL PARA MIGRACIONES

VIS 20111206 ()CIUDAD DEL VATICANO, 6 DIC 2011 (VIS).-La Santa Sede entró ayer a formar parte de la Organización Internacional para las Migraciones (OIM), como Estado miembro. La petición vaticana fue aceptada por este organismo internacional, con sede en Ginebra (Suiza), durante la sesión plenaria.

  La OIM, instituida en 1951, basa su actuación en el principio de que la migración en condiciones humanas y de forma ordenada beneficia a los migrantes y a la sociedad. Cuenta con más de 130 Estados miembros y casi un centenar de Observadores entre Estados y organizaciones internacionales y no gubernamentales de alcance mundial.

  El arzobispo Silvano María Tomasi, Observador permanente de la Santa Sede ante la Oficina de la ONU de Ginebra, señaló ayer, en unas declaraciones efectuadas a Radio Vaticana, que “en este momento vemos en el mundo un crecimiento continuo del número de migrantes, refugiados y personas en movimiento por diversas razones; es importante participar en los esfuerzos de la comunidad internacional para aportar algo específico de la Santa Sede: una voz ética que interprete estas nuevas situaciones”, en las que “no debe prevalecer tanto la política como la necesidad de satisfacer las exigencias humanas de las personas que se encuentran en camino por las distintas regiones del mundo”.

  Mons. Tomasi recordó que tradicionalmente la Iglesia participa en primera línea en el servicio a los migrantes, a través de la vasta red de organizaciones católicas; por ello, “la colaboración con las estructuras existentes en la comunidad internacional es un paso lógico y operativo para hacer aún más eficaz el servicio”. Las estructuras de la Iglesia “sirven verdaderamente con generosidad a todas las personas, independientemente de su fe religiosa, de su color, de su situación legal. Es la persona humana, su dignidad, lo que cuenta; y a menudo corre riesgos en las situaciones de marginalidad que se crean en el movimiento de un país a otro buscando trabajo o una nueva forma de supervivencia”. La aportación ética de la Iglesia se centrará en “la defensa de la persona humana y su dignidad”.
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