CIUDAD DEL VATICANO, 10 DIC 2011 (VIS).-Benedicto XVI recibió el sábado a los representantes de la Confederación de las Cooperativas Italianas y de la Federación Italiana de los Bancos de Crédito Cooperativo, a quienes acompañaba su asistente eclesiástico, monseñor Adriano Vincenzi.
En su discurso el Papa resaltó la importancia de la cooperación católica en Italia surgida a raíz de la encíclica de León XIII Rerum Novarum, de la que este año se celebra el 120 aniversario de la promulgación. Ese documento favoreció “ la presencia fecunda de los católicos en la sociedad italiana mediante la promoción de entidades cooperativas, el desarrollo de empresas sociales y tantas otras obras de interés público, caracterizadas por formas de participación y autogestión. El fin de esa actividad ha sido siempre el sostén material de la población y la atención constante a las familias, inspirándose en el Magisterio de la Iglesia”.
El fulcro de la experiencia cooperativa, agregó, estriba “en la tarea de aunar la dimensión individual y la comunitaria. Esa experiencia es una expresión concreta de la complementariedad y subsidiaridad que la doctrina social de la Iglesia promueve desde siempre entre la persona y el Estado: es el equilibrio entre la tutela de los derechos del individuo y la promoción del bien común, en el esfuerzo de desarrollar una economía local que responda cada vez mejor a las exigencias de la colectividad. Del mismo modo, en el ámbito ético, se caracteriza por una aguda sensibilidad solidaria, respetando la justa autonomía de cada persona”.
“En una época de grandes cambios y de persistente precariedad económica, de dificultad en el mundo del trabajo, la Iglesia siente el deber de anunciar con redoblado vigor el mensaje de Cristo, con la fuerza de humanización y la carga de esperanza para el futuro que conlleva. Y vosotros debéis ser conscientes de que las cooperativas católicas juegan un papel importante en este sector”.
Benedicto XVI invitó a los miembros de las cooperativas a aportar su contribución específica para que “la economía y el mercado no estén nunca separados de la solidaridad”, para “promover la cultura de la vida y de la familia y favorecer la formación de nuevas familias que cuenten con un trabajo digno y respetuoso de la creación que Dios nos ha confiado”. También les exhortó a “valorizar al ser humano en su totalidad, más allá de cualquier diferencia de raza, lengua o credo religioso”.
Por último, subrayó que la característica de las cooperativas católicas es “la inspiración cristiana que debe orientarlas siempre” porque “para el cristiano amar al prójimo no es pura filantropía, sino expresión del amor de Dios (...) No olvidéis nunca la importancia de alimentar esta dimensión espiritual en vuestra tarea de responder a los urgentes retos sociales para seguir obrando según la lógica de la economía y la gratuidad, de la responsabilidad, para promover un consumo responsable y sobrio”.
AC/ VIS 20111212 (490)
En su discurso el Papa resaltó la importancia de la cooperación católica en Italia surgida a raíz de la encíclica de León XIII Rerum Novarum, de la que este año se celebra el 120 aniversario de la promulgación. Ese documento favoreció “ la presencia fecunda de los católicos en la sociedad italiana mediante la promoción de entidades cooperativas, el desarrollo de empresas sociales y tantas otras obras de interés público, caracterizadas por formas de participación y autogestión. El fin de esa actividad ha sido siempre el sostén material de la población y la atención constante a las familias, inspirándose en el Magisterio de la Iglesia”.
El fulcro de la experiencia cooperativa, agregó, estriba “en la tarea de aunar la dimensión individual y la comunitaria. Esa experiencia es una expresión concreta de la complementariedad y subsidiaridad que la doctrina social de la Iglesia promueve desde siempre entre la persona y el Estado: es el equilibrio entre la tutela de los derechos del individuo y la promoción del bien común, en el esfuerzo de desarrollar una economía local que responda cada vez mejor a las exigencias de la colectividad. Del mismo modo, en el ámbito ético, se caracteriza por una aguda sensibilidad solidaria, respetando la justa autonomía de cada persona”.
“En una época de grandes cambios y de persistente precariedad económica, de dificultad en el mundo del trabajo, la Iglesia siente el deber de anunciar con redoblado vigor el mensaje de Cristo, con la fuerza de humanización y la carga de esperanza para el futuro que conlleva. Y vosotros debéis ser conscientes de que las cooperativas católicas juegan un papel importante en este sector”.
Benedicto XVI invitó a los miembros de las cooperativas a aportar su contribución específica para que “la economía y el mercado no estén nunca separados de la solidaridad”, para “promover la cultura de la vida y de la familia y favorecer la formación de nuevas familias que cuenten con un trabajo digno y respetuoso de la creación que Dios nos ha confiado”. También les exhortó a “valorizar al ser humano en su totalidad, más allá de cualquier diferencia de raza, lengua o credo religioso”.
Por último, subrayó que la característica de las cooperativas católicas es “la inspiración cristiana que debe orientarlas siempre” porque “para el cristiano amar al prójimo no es pura filantropía, sino expresión del amor de Dios (...) No olvidéis nunca la importancia de alimentar esta dimensión espiritual en vuestra tarea de responder a los urgentes retos sociales para seguir obrando según la lógica de la economía y la gratuidad, de la responsabilidad, para promover un consumo responsable y sobrio”.
AC/ VIS 20111212 (490)
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