“Deseo expresarle, querido hermano en el episcopado, así como a todos los obispos de Bélgica, mi proximidad y mi solidaridad en este momento de tristeza por las sorprendentes y deplorables maneras con que se han realizado las investigaciones en la catedral de Malinas y en la sede donde estaba reunido el episcopado belga en sesión plenaria. Durante esta reunión debían tratarse, entre otros, aspectos relacionados con el abuso de menores por parte de miembros del clero. Yo mismo he repetido en numerosas ocasiones que estos graves hechos deben ser tratados por el ordenamiento civil y canónico, en el respeto de la recíproca especificidad y autonomía. En este sentido, deseo que la justicia siga su curso, garantizando el derecho de las personas y de las instituciones, en el respeto de las víctimas, en el reconocimiento sin prejuicios de los que se comprometen a colaborar con ella y en el rechazo de todo lo que pudiera oscurecer los nobles deberes que le son asignados.
Al garantizarle que acompaño cada día con la oración el camino de la Iglesia en Bélgica, envío de buen grado una afectuosa Bendición apostólica”.
MESS/ VIS 20100628 (250)
Hay otras amenazas legales (al mismo tiempo que se transforma la legislación positiva en una institución grotesca) contra la Iglesia y su Jerarquía, que se deberían combatir haciendo uso de su fuerza temporal legítima- también como Estado al que se reconozca plenamente (con millones de potenciales ciudadanos)- en debates legislativos internacionales y con acciones judiciales firmes. Las autoridades involucradas en esa transformación y en las ofensas contra la Iglesia, merecen que se las evidencie ante la sociedad para lograr las enmiendas y sanciones necesarias.
ResponderEliminarHoracio Castro