CIUDAD DEL VATICANO, 18 ABR 2010 (VIS).-Benedicto XVI celebró la Santa Misa a las 10,00 en la Plaza de los Graneros, en Floriana, la plaza más grande de la isla, donde tienen lugar las celebraciones civiles y religiosas importantes y que puede acoger a 10.000 personas.
En la homilía, el Santo Padre alentó a los fieles a confiar en Dios y seguir sus enseñanzas para recoger fruto abundante.
"No todo lo que el mundo de hoy propone es digno de ser acogido por el pueblo maltés. Muchas voces -dijo- tratan de convencernos para que dejemos de lado nuestra fe en Dios y en su Iglesia, y elijamos por nosotros mismos los valores y las creencias con que vivir. Nos dicen que no tenemos necesidad de Dios o de la Iglesia. Si sentimos la tentación de darles crédito, hemos de recordar el episodio que nos narra el Evangelio de hoy" de la pesca milagrosa. "Cuando Jesús se puso a su lado, lograron una multitud de peces".
Comentando la primera lectura de la Misa de hoy, que narra el naufragio de Pablo en la costa de Malta y "la calurosa acogida que le dispensaron sus gentes", el Papa recordó que la tripulación tuvo que tirar por la borda el cargamento, y el apóstol "les exhortó a poner su confianza sólo en Dios, mientras la nave era zarandeada por las olas. También nosotros -dijo- debemos poner nuestra confianza sólo en Dios".
"Sentimos la tentación de pensar que la tecnología avanzada actual puede responder a todos nuestros deseos y nos salva de todos los peligros que nos acechan. Pero no es así. En cada momento de nuestra vida dependemos completamente de Dios, en quien vivimos, nos movemos y existimos. Sólo él nos puede proteger del mal, sólo él puede guiarnos a través de las tormentas de la vida, sólo él puede llevarnos a un puerto seguro, como lo hizo con Pablo y sus compañeros, a la deriva de las costas de Malta".
Tras hacer hincapié en que "nuestra relación con el Señor es lo que nos da la clave de nuestra felicidad y de la realización humana", el Papa dijo que Dios "nos llama a una relación de amor. (...) Nuestro amor por el Señor es lo que debe plasmar todos los aspectos de nuestra predicación y enseñanza, de la celebración de los sacramentos y de nuestra atención al Pueblo de Dios. Nuestro amor al Señor nos impulsa a amar a quienes él ama, y a aceptar de buen grado la tarea de comunicar su amor a quienes servimos".
"En cada ámbito de nuestra vida -continuó-, necesitamos la ayuda de la gracia de Dios. Con él, podemos hacer todo; sin él no podemos hacer nada".
Benedicto XVI alentó a los fieles a "conservar la fe y los valores transmitidos por vuestro padre, el apóstol san Pablo. Seguid desvelando la riqueza y la profundidad del don recibido de Pablo y tratad de transmitirlo no sólo a vuestros hijos, sino también a todos los que encontréis. Todo visitante de Malta debería sentirse impresionado por la devoción de su gente, por la fe vibrante que se manifiesta en sus celebraciones en los días de fiesta, por la belleza de sus iglesias y santuarios. Pero ese don debe ser compartido con los demás, ha de ser comunicado".
Refiriéndose posteriormente al primer santo canonizado de Malta, don Ġorġ Preca, el pontífice destacó su "incansable labor de catequesis, inspirando en jóvenes y mayores el amor por la doctrina cristiana y una profunda devoción por la Palabra de Dios encarnada. Es un ejemplo que os exhorto a seguir".
Al final de la homilía, el Papa dijo unas palabras a los presbíteros presentes, en este Año sacerdotal. "Don Ġorġ fue un sacerdote de extraordinaria humildad, bondad, mansedumbre y generosidad, profundamente dedicado a la oración y lleno de pasión por comunicar las verdades del Evangelio. Que os sirva de modelo e inspiración".
"Recordad también la pregunta que el Resucitado hizo tres veces a Pedro: "¿Me amas?". Esta es la pregunta que dirige a cada uno de vosotros. ¿Lo amáis? ¿Queréis servirle con la entrega de toda vuestra vida? ¿Deseáis guiar a los otros para que lo conozcan y lo amen? Como Pedro, tened el valor de responder: "Sí, Señor, tú sabes que te amo"; y acoged con gratitud la hermosa tarea que él os ha asignado. La misión confiada al sacerdote es verdaderamente un servicio a la alegría, a la alegría de Dios que quiere entrar en el mundo".
Acabada la misa y antes de rezar el Regina Coeli, el Santo Padre recordó "la especial devoción del pueblo maltés a la Madre de Dios, expresada con gran fervor a la Virgen de Ta' Pinu", cuya imagen "han traído aquí desde Gozo para esta ocasión. Me complace también ofrecerle una rosa de oro, como signo de nuestro filial afecto común por la Madre de Dios".
"Os pido, en particular -terminó-, que la invoquéis con el título de Reina de la Familia, un título que añadió a la letanía lauretana mi amado predecesor, el Papa Juan Pablo II, que visitó en más de una ocasión estas tierras. Al ofreceros este recuerdo tangible de mi visita, os doy las gracias por todo lo que he recibido de vosotros, sobre todo por el fervor de vuestra devoción y el apoyo de vuestras oraciones por mi ministerio de Sucesor de Pedro".
Benedicto XVI se trasladó después de la misa a la nunciatura apostólica en Rabat, para almorzar con los obispos de Malta y con el séquito papal.
PV-MALTA/ VIS 20100418 (920)
En la homilía, el Santo Padre alentó a los fieles a confiar en Dios y seguir sus enseñanzas para recoger fruto abundante.
"No todo lo que el mundo de hoy propone es digno de ser acogido por el pueblo maltés. Muchas voces -dijo- tratan de convencernos para que dejemos de lado nuestra fe en Dios y en su Iglesia, y elijamos por nosotros mismos los valores y las creencias con que vivir. Nos dicen que no tenemos necesidad de Dios o de la Iglesia. Si sentimos la tentación de darles crédito, hemos de recordar el episodio que nos narra el Evangelio de hoy" de la pesca milagrosa. "Cuando Jesús se puso a su lado, lograron una multitud de peces".
Comentando la primera lectura de la Misa de hoy, que narra el naufragio de Pablo en la costa de Malta y "la calurosa acogida que le dispensaron sus gentes", el Papa recordó que la tripulación tuvo que tirar por la borda el cargamento, y el apóstol "les exhortó a poner su confianza sólo en Dios, mientras la nave era zarandeada por las olas. También nosotros -dijo- debemos poner nuestra confianza sólo en Dios".
"Sentimos la tentación de pensar que la tecnología avanzada actual puede responder a todos nuestros deseos y nos salva de todos los peligros que nos acechan. Pero no es así. En cada momento de nuestra vida dependemos completamente de Dios, en quien vivimos, nos movemos y existimos. Sólo él nos puede proteger del mal, sólo él puede guiarnos a través de las tormentas de la vida, sólo él puede llevarnos a un puerto seguro, como lo hizo con Pablo y sus compañeros, a la deriva de las costas de Malta".
Tras hacer hincapié en que "nuestra relación con el Señor es lo que nos da la clave de nuestra felicidad y de la realización humana", el Papa dijo que Dios "nos llama a una relación de amor. (...) Nuestro amor por el Señor es lo que debe plasmar todos los aspectos de nuestra predicación y enseñanza, de la celebración de los sacramentos y de nuestra atención al Pueblo de Dios. Nuestro amor al Señor nos impulsa a amar a quienes él ama, y a aceptar de buen grado la tarea de comunicar su amor a quienes servimos".
"En cada ámbito de nuestra vida -continuó-, necesitamos la ayuda de la gracia de Dios. Con él, podemos hacer todo; sin él no podemos hacer nada".
Benedicto XVI alentó a los fieles a "conservar la fe y los valores transmitidos por vuestro padre, el apóstol san Pablo. Seguid desvelando la riqueza y la profundidad del don recibido de Pablo y tratad de transmitirlo no sólo a vuestros hijos, sino también a todos los que encontréis. Todo visitante de Malta debería sentirse impresionado por la devoción de su gente, por la fe vibrante que se manifiesta en sus celebraciones en los días de fiesta, por la belleza de sus iglesias y santuarios. Pero ese don debe ser compartido con los demás, ha de ser comunicado".
Refiriéndose posteriormente al primer santo canonizado de Malta, don Ġorġ Preca, el pontífice destacó su "incansable labor de catequesis, inspirando en jóvenes y mayores el amor por la doctrina cristiana y una profunda devoción por la Palabra de Dios encarnada. Es un ejemplo que os exhorto a seguir".
Al final de la homilía, el Papa dijo unas palabras a los presbíteros presentes, en este Año sacerdotal. "Don Ġorġ fue un sacerdote de extraordinaria humildad, bondad, mansedumbre y generosidad, profundamente dedicado a la oración y lleno de pasión por comunicar las verdades del Evangelio. Que os sirva de modelo e inspiración".
"Recordad también la pregunta que el Resucitado hizo tres veces a Pedro: "¿Me amas?". Esta es la pregunta que dirige a cada uno de vosotros. ¿Lo amáis? ¿Queréis servirle con la entrega de toda vuestra vida? ¿Deseáis guiar a los otros para que lo conozcan y lo amen? Como Pedro, tened el valor de responder: "Sí, Señor, tú sabes que te amo"; y acoged con gratitud la hermosa tarea que él os ha asignado. La misión confiada al sacerdote es verdaderamente un servicio a la alegría, a la alegría de Dios que quiere entrar en el mundo".
Acabada la misa y antes de rezar el Regina Coeli, el Santo Padre recordó "la especial devoción del pueblo maltés a la Madre de Dios, expresada con gran fervor a la Virgen de Ta' Pinu", cuya imagen "han traído aquí desde Gozo para esta ocasión. Me complace también ofrecerle una rosa de oro, como signo de nuestro filial afecto común por la Madre de Dios".
"Os pido, en particular -terminó-, que la invoquéis con el título de Reina de la Familia, un título que añadió a la letanía lauretana mi amado predecesor, el Papa Juan Pablo II, que visitó en más de una ocasión estas tierras. Al ofreceros este recuerdo tangible de mi visita, os doy las gracias por todo lo que he recibido de vosotros, sobre todo por el fervor de vuestra devoción y el apoyo de vuestras oraciones por mi ministerio de Sucesor de Pedro".
Benedicto XVI se trasladó después de la misa a la nunciatura apostólica en Rabat, para almorzar con los obispos de Malta y con el séquito papal.
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