CIUDAD DEL VATICANO, 27 MAR 2004 (VIS).-El Papa recibió esta mañana a los participantes en el curso sobre el foro interno promovido anualmente por el Tribunal de la Penitenciaría Apostólica, encabezados por el nuevo penitenciario mayor, el cardenal James Francis Stafford.
Tras recordar que hace treinta años entraba en vigor en Italia el nuevo "Rito de la Penitencia", tan "rico de sugerencias bíblicas, teológicas y litúrgicas", el Santo Padre dijo que con él "la Iglesia ha puesto en nuestras manos una ayuda oportuna para vivir el Sacramento del perdón a la luz de Cristo resucitado".
Juan Pablo II dijo que "el fruto de este sacramento no es sólo la remisión de los pecados, necesaria para quien ha pecado. También obra una auténtica 'resurrección espiritual', devuelve la dignidad y los bienes de la vida de los hijos de Dios, siendo el más precioso, la amistad con Dios'. Sería ilusorio querer tender a la santidad, según la vocación que cada uno ha recibido de Dios, sin acercarse con frecuencia y fervor a este sacramento de la conversión y de la santificación", que "junto con la Eucaristía acompaña el camino del cristiano hacia la perfección".
La Penitencia, "por su naturaleza -explicó-, conlleva una purificación, tanto en los actos del penitente que abre su conciencia porque advierte una gran necesidad de ser perdonado y regenerado, como en la efusión de la gracia sacramental que purifica y renueva".
El Papa señaló que también es "un sacramento de iluminación. (…) Quien se confiesa con frecuencia y lo hace con el deseo de progresar, está seguro de recibir en el sacramento, con el perdón de Dios y la gracia del Espíritu, una luz preciosa para su camino de perfección".
"Finalmente -añadió-, el Sacramento de la Penitencia realiza un 'encuentro unificador con Cristo'. Progresivamente, de confesión en confesión, el fiel experimenta una comunión cada vez más profunda con el Señor misericordioso hasta la plena identificación con El, que se alcanza en aquella perfecta 'vida en Cristo' en la que consiste la verdadera santidad".
El Santo Padre subrayó que este sacramento "es un don también para nosotros sacerdotes, que a pesar de estar llamados a ejercitar el ministerio sacramental, tenemos que recibir el perdón por nuestras faltas. La alegría de perdonar y de ser perdonados son inseparables".
"Todos los confesores -terminó- tienen la gran responsabilidad de ejercer este ministerio con bondad, sabiduría y valentía. Su tarea es hacer amable y deseable este encuentro que purifica y renueva en el camino hacia la perfección cristiana y en la peregrinación hacia la Patria".
AC/PENITENCIA/STAFFORD VIS 20040329 (430)
Tras recordar que hace treinta años entraba en vigor en Italia el nuevo "Rito de la Penitencia", tan "rico de sugerencias bíblicas, teológicas y litúrgicas", el Santo Padre dijo que con él "la Iglesia ha puesto en nuestras manos una ayuda oportuna para vivir el Sacramento del perdón a la luz de Cristo resucitado".
Juan Pablo II dijo que "el fruto de este sacramento no es sólo la remisión de los pecados, necesaria para quien ha pecado. También obra una auténtica 'resurrección espiritual', devuelve la dignidad y los bienes de la vida de los hijos de Dios, siendo el más precioso, la amistad con Dios'. Sería ilusorio querer tender a la santidad, según la vocación que cada uno ha recibido de Dios, sin acercarse con frecuencia y fervor a este sacramento de la conversión y de la santificación", que "junto con la Eucaristía acompaña el camino del cristiano hacia la perfección".
La Penitencia, "por su naturaleza -explicó-, conlleva una purificación, tanto en los actos del penitente que abre su conciencia porque advierte una gran necesidad de ser perdonado y regenerado, como en la efusión de la gracia sacramental que purifica y renueva".
El Papa señaló que también es "un sacramento de iluminación. (…) Quien se confiesa con frecuencia y lo hace con el deseo de progresar, está seguro de recibir en el sacramento, con el perdón de Dios y la gracia del Espíritu, una luz preciosa para su camino de perfección".
"Finalmente -añadió-, el Sacramento de la Penitencia realiza un 'encuentro unificador con Cristo'. Progresivamente, de confesión en confesión, el fiel experimenta una comunión cada vez más profunda con el Señor misericordioso hasta la plena identificación con El, que se alcanza en aquella perfecta 'vida en Cristo' en la que consiste la verdadera santidad".
El Santo Padre subrayó que este sacramento "es un don también para nosotros sacerdotes, que a pesar de estar llamados a ejercitar el ministerio sacramental, tenemos que recibir el perdón por nuestras faltas. La alegría de perdonar y de ser perdonados son inseparables".
"Todos los confesores -terminó- tienen la gran responsabilidad de ejercer este ministerio con bondad, sabiduría y valentía. Su tarea es hacer amable y deseable este encuentro que purifica y renueva en el camino hacia la perfección cristiana y en la peregrinación hacia la Patria".
AC/PENITENCIA/STAFFORD VIS 20040329 (430)
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