CIUDAD DEL VATICANO, 2 FEB 2002 (VIS) - El cardenal Eduardo Martínez Somalo, prefecto de la Congregación para los Institutos de Vida Consagrada y las Sociedades de Vida Apostólica, presidió esta tarde en la basílica de San Pedro la celebración eucarística en la fiesta de la Presentación del Señor, VI Jornada de la Vida Consagrada.
El Papa participó en la misa y pronunció la homilía. "Hoy, -afirmó al inicio- al conmemorar lo que sucedió aquel día en Jerusalén, estamos invitados a entrar también nosotros en el Templo, para meditar en el misterio de Cristo, unigénito del Padre, que con su Encarnación y su Pascua se ha convertido en primogénito de la humanidad redimida".
"En la fiesta de hoy -continuó- celebramos el misterio de la consagración: consagración de Cristo, consagración de María, consagración de todos aquellos que siguen a Jesús por amor del Reino".
Juan Pablo II recordó a las personas consagradas que la fiesta de hoy estaba dedicada especialmente a ellas, que representan "con singular elocuencia la novedad escatológica de la vida cristiana. Estáis llamados a ser luz de verdad y de justicia; testigos de solidaridad y de paz".
El Santo Padre dio las gracias de modo especial a las numerosas comunidades contemplativas que con su oración, "cooperan a la victoria de Cristo sobre el odio, sobre la venganza y sobre las estructuras de pecado. Además de con la oración, muchos de vosotros construís la paz con el testimonio de la fraternidad y de la comunión".
"En muchos frentes no faltan tampoco religiosos y religiosas que ofrecen su compromiso activo por la justicia, trabajando entre los marginados, interviniendo en las raíces de los conflictos y contribuyendo así a edificar una paz sustancial y estable. Donde la Iglesia se compromete en la defensa y promoción del hombre y del bien común, allí -concluyó- estáis también vosotros, queridos consagrados y consagradas".
HML;CONSAGRACION;...;MARTINEZ SOMALO;VIS;20020204;320;
El Papa participó en la misa y pronunció la homilía. "Hoy, -afirmó al inicio- al conmemorar lo que sucedió aquel día en Jerusalén, estamos invitados a entrar también nosotros en el Templo, para meditar en el misterio de Cristo, unigénito del Padre, que con su Encarnación y su Pascua se ha convertido en primogénito de la humanidad redimida".
"En la fiesta de hoy -continuó- celebramos el misterio de la consagración: consagración de Cristo, consagración de María, consagración de todos aquellos que siguen a Jesús por amor del Reino".
Juan Pablo II recordó a las personas consagradas que la fiesta de hoy estaba dedicada especialmente a ellas, que representan "con singular elocuencia la novedad escatológica de la vida cristiana. Estáis llamados a ser luz de verdad y de justicia; testigos de solidaridad y de paz".
El Santo Padre dio las gracias de modo especial a las numerosas comunidades contemplativas que con su oración, "cooperan a la victoria de Cristo sobre el odio, sobre la venganza y sobre las estructuras de pecado. Además de con la oración, muchos de vosotros construís la paz con el testimonio de la fraternidad y de la comunión".
"En muchos frentes no faltan tampoco religiosos y religiosas que ofrecen su compromiso activo por la justicia, trabajando entre los marginados, interviniendo en las raíces de los conflictos y contribuyendo así a edificar una paz sustancial y estable. Donde la Iglesia se compromete en la defensa y promoción del hombre y del bien común, allí -concluyó- estáis también vosotros, queridos consagrados y consagradas".
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