Ciudad
del Vaticano, 7 de julio 2013 (VIS).-Después de celebrar la santa
misa en la Jornada de los seminaristas, novicios, novicias y de
cuantos están en camino vocacional, en el contexto del Año de la
Fe, el Papa Francisco se ha asomado a mediodía a la ventana de su
estudio para rezar el Ángelus con los fieles y peregrinos reunidos
en la Plaza de San Pedro.
El
Obispo de Roma ha pedido a todos los presentes que rezasen por los
participantes en dicha Jornada “para que el amor por Cristo madure
cada vez más en su vida y se conviertan en verdaderos misioneros del
Reino de Dios” y a continuación ha pasado a comentar el evangelio
de este domingo relacionándolo con la llamada a la vocación.
“Jesús
no es un misionero aislado -ha dicho- no quiere realizar solo su
misión, sino que involucra a sus discípulos. Y hoy vemos que,
además de los doce apóstoles, llama a otros setenta y dos, y los
envía a las aldeas, de dos en dos, a anunciar que el Reino de Dios
está cerca...Jesús no quiere obrar solo, ha venido a traer al mundo
el amor de Dios y quiere difundirlo con el estilo de la comunión,
con el estilo de la fraternidad. Por eso forma inmediatamente una
comunidad de discípulos, que es una comunidad misionera y los
entrena a la misión, a ir”.
“Pero,
atención: - ha advertido- la finalidad no es socializar, pasar el
tiempo juntos, no; la finalidad es anunciar el Reino de Dios, ¡y
esto es urgente! Y también hoy lo es, no hay tiempo que perder en
chácharas, no hay que esperar el consenso de todos; hace falta ir y
anunciar. A todos se lleva la paz de Cristo, y si no la acogen, se
prosigue adelante. A los enfermos se les lleva la curación, porque
Dios quiere curar al hombre de todo mal. ¡Cuántos misioneros hacen
esto! Siembran vida, salud, consuelo en las periferias del mundo.
¡Qué hermoso ! No vivir para sí mismos... Sino vivir para ir a
hacer el bien. Hay tantos jóvenes hoy en la plaza. Pensad en esto y
preguntaos: ¿Jesús me llama a ir, a salir de mí, a hacer el bien?”
Ahora
bien, si los Doce son los apóstoles, “y por tanto representan
también a los obispos sus sucesores”, los otros setenta y dos
“pueden representar a los demás ministros ordenados, a los
presbíteros y diáconos; pero en sentido más amplio podemos pensar
en los otros ministerios en la Iglesia, en los catequistas, en los
fieles laicos que se dedican a las misiones parroquiales, en quien
trabaja con los enfermos, con las diversas formas de necesidad y de
marginación; pero siempre como misioneros del Evangelio, con la
urgencia del Reino que está cerca. Todos deben ser misioneros. Todos
pueden sentir esa llamada de Jesús e ir hacia adelante a anunciar el
Reino”.
Dice
el Evangelio que estos setenta y dos “volvieron de su misión
llenos de alegría, porque habían experimentado el poder del Nombre
de Cristo contra el mal...No debemos vanagloriarnos como si fuéramos
nosotros los protagonistas: el protagonista es uno solo, el Señor,
protagonista es la gracia del Señor.... Y nuestra alegría es sólo
ésta: ser sus discípulos, ser sus amigos” ...No tengáis miedo de
ser alegres... Esa alegría que nos da el Señor.... dejemos que Él
entre en nuestra vida y nos invite a salir fuera de nosotros, a las
periferias de la vida, a anunciar el Evangelio... ¡Alegría y
valor!”
Después
de rezar el Ángelus el Papa ha recordado que hace dos días se
publicó su primera encíclica, “Lumen Fidei”, (La luz de la fe),
comenzada por el Papa Benedicto XVI para el Año de la Fe y que
seguía a las dedicadas a la caridad y a la esperanza. “Yo he
recogido esta bella tarea y la he llevado a término - ha observado-
La ofrezco con alegría a todo el Pueblo de Dios, a todos.
Efectivamente todos, especialmente hoy, tenemos necesidad de ir a lo
esencial de la fe cristiana, de profundizarla, y de confrontarla con
las problemáticas actuales. Pero pienso que esta encíclica, al
menos en algunas partes, puede ser útil también a quien está en
búsqueda de Dios y del sentido de la vida. La pongo en las manos de
María, imagen perfecta de la fe, para que pueda dar los frutos que
el Señor quiera”.
A
continuación ha saludado a los jóvenes de la diócesis de Roma que
se preparan a ir a Río de Janeiro para participar en laJornada
Mundial de la Juventud. “¡Queridos jóvenes, también yo me estoy
preparando! Caminamos juntos hacia esta gran fiesta de la fe; que la
Virgen nos acompañe y nos encontraremos allí”.
Por
último se ha dirigido a las religiosas Rosminianas y a las
Franciscanas Angelinas, reunidas en sendos capítulos generales y a
los responsables de la Comunidad de San Egidio venidos de diversos
países para un curso de formación.
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