Ciudad
del Vaticano, 22 mayo 2013
(VIS).-”Mi presencia esta tarde representa ante todo, un gracias de
corazón a las Misioneras de la Caridad, fundadas por la Beata
Teresa de Calcuta, que trabajan aquí desde hace 25 años, con muchos
voluntarios, a favor de tantas personas necesitadas de ayuda.
¡Gracias!. Todos vosotros hacéis visible el amor de la Iglesia por
los pobres y... con vuestro servicio diario sois - como dice un
salmo- la mano de Dios que sacia el hambre de todos los vivientes.¡
A cuantas gente habéis dado de comer en estos años y cuántas
heridas, sobre todo espirituales habéis curado!”
Así
se dirigió el Papa Francisco a las misioneras, a los voluntarios y a
los residentes en la Casa de acogida “Don de María”, que se
encuentra al lado de la Plaza de San Pedro y que visitó ayer por la
tarde para conmemorar el XXV aniversario de la entrega de esa
institución a la Madre Teresa de Calcuta por el beato Juan Pablo
II. A su llegada, el Papa fue recibido por el cardenal Angelo
Comastri, vicario para la Ciudad del Vaticano, y por la superiora Sor
Pierick Mary Prema. Las religiosas pusieron al Papa una guirnalda de
flores en el cuello, según la costumbre hindú y el encuentro se
desarrolló en un clima muy alegre. La Casa acoge a 25 mujeres,
mientras los hombres que reciben comida todos los días son unos
sesenta.
En
su breve discurso a la comunidad, el Papa se centró en tres
palabras: Casa, don y María.
“Esta
estructura, construida e inaugurada por el Beato Juan Pablo II...Es
una casa -dijo- Y cuando decimos "casa" nos referimos a un
lugar de acogida...donde estar bien, encontrarse con uno
mismo..sentirse parte de una comunidad. Aún más profundamente,
"casa" es una palabra de sabor típicamente familiar que
recuerda la calidez, el amor...que se pueden experimentar en una
familia. La "casa" representa entonces la riqueza humana
más preciada, la del encuentro, la de las relaciones entre
personas que son diferentes por edad, cultura e historia, pero
que viven juntas y que juntas se ayudan a crecer....Esto es, desde
hace 25 años, esta casa. En la frontera entre el Vaticano e
Italia, es un poderoso recordatorio para todos nosotros, para la
Iglesia y la ciudad de Roma para ser cada vez más familia, "casa"
abierta a la acogida, a la atención, a la fraternidad”.
“Una
segunda palabra muy importante es "don", que califica esta
casa y define su identidad... Quiero decir que esta casa os da apoyo
hospitalidad, material y espiritual a vosotros, queridos huéspedes
de diferentes partes del mundo. Pero también vosotros sois un
regalo para esta casa y para la Iglesia. Nos decís que amar a Dios y
al prójimo no es algo abstracto, sino profundamente concreto, que
significa ver en cada persona el rostro del Señor al que servir, y
servir con eficacia... Aquí se vive una hospitalidad abierta, sin
distinciones de nacionalidad o religión, según las enseñanzas de
Jesús: “Gratuitamente lo recibistéis; dadlo gratuitamente”.
Todos tenemos que recuperar el sentido del don, de la gratuidad, de
la solidaridad. Un capitalismo salvaje ha enseñado la lógica del
beneficio a cualquier precio, del dar para recibir, de la explotación
sin mirar a la persona ... y vemos sus resultados en la crisis que
estamos viviendo. Esta casa es un lugar que educa a la caridad, una
"escuela" de la caridad, que nos enseña a salir al
encuentro de todas las personas, sin fines de lucro, por amor”.
“Hay,
en fin una última característica de esta casa: se califica como un
don "de María." ...María es un ejemplo y una inspiración
para aquellos que viven en esta casa, y para todos nosotros, a vivir
la caridad hacia el prójimo no como una especie de deber social,
sino partiendo del amor de Dios, de la caridad de Dios ... María es
la que nos lleva a Jesús, y nos enseña cómo llegar a Jesús...
Para nosotros, los cristianos, el amor al prójimo nace del amor de
Dios y es su expresión más clara. Aquí se intenta amar al prójimo,
pero también dejarse amar por él. Estas dos actitudes van juntas.
No puede haber una sin la otra”.
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